El precio de irse de América: menos ingresos a cambio de una mejor calidad de vida

Kelli María Korducki
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Los estadounidenses se están dando cuenta de que con sus ingresos pueden vivir mucho mejor en otros países, ahorrar, pagar deudas y salir adelante.
Los estadounidenses se están dando cuenta de que con sus ingresos pueden vivir mucho mejor en otros países, ahorrar, pagar deudas y salir adelante.

Juanjo Gasull para Business Insider

  • Cada vez más estadounidenses, agobiados por deudas y por el alto coste de la vida, decide marcharse a países que les permiten vivir al mismo nivel reduciendo sus gastos.
  • Muchos de ellos son nómadas digitales que trabajan a distancia, y muy pocos se arrepienten de la decisión.

Amelia Basista y JP Stonestreet consideran 2015 su "año infernal", la gota que colmó el vaso y les impulsó a marcharse a Sudamérica. Stonestreet tenía 43 años, era autónomo y trabajaba como desarrollador web cuando empezó a experimentar extraños dolores en manos, pies y piernas. Tras una tarde en la que tuvo dificultades para caminar, le diagnosticaron estenosis espinal congénita y enfermedad degenerativa discal, afecciones que requirieron dos grandes operaciones de columna.

Durante la recuperación, que duró casi un año, Stonestreet no pudo trabajar. Basista dejó su trabajo como directora regional de ventas para aceptar un nuevo puesto que le permitiera pasar más tiempo en casa mientras su pareja se recuperaba, lo que supuso un importante recorte de su sueldo. Los ingresos de la pareja caían, por lo que las primas del seguro de Stonestreet se disparaban hasta los 1.200 dólares al mes (unos 1.100 euros).

"Nos dimos cuenta de que no podíamos permitirnos pagar la hipoteca, el coche y todo lo demás. El estilo de vida de clase media americana ya no estaba a nuestro alcance", cuenta Stonestreet. La pareja vendió su casa de Denver, pero eso no bastó. Durante el siguiente año y medio, planearon marcharse. En 2017, la pareja se trasladó a Cuenca, Ecuador, y siguió trabajando en sus antiguos empleos a distancia. Sus gastos mensuales se redujeron un 70%.

Basista y Stonestreet forman parte de un grupo emergente de estadounidenses que, hartos del coste de la vida, buscan una mejor calidad de vida en otro lugar. Intercambian consejos en foros de Reddit como "AmerExit" (57.000 miembros) y "I Want Out" (2 millones de miembros), consultan a empresas de servicios de reubicación que cuestan (con costes de cientos a miles de dólares), y ayudan a otros a seguir sus pasos. Usan el término "geoarbitraje" (la idea de ahorrar dinero mudándose a un lugar más barato) y acrónimos como FIRE (siglas de financial independence, retire early, es decir, "independencia financiera, jubilación anticipada).

Para algunos, como Basista y Stonestreet, la mudanza es solo el primer paso de su plan de jubilarse en el extranjero. Otros se sienten atraídos por el estilo de vida de los nómadas digitales, más flexible y con ingresos suficientes para viajar por el mundo. En cualquier caso, se mudan con el objetivo de para ahorrar para el futuro, saldar deudas o vivir mejor. Con ello, mantienen además un nuevo sector de empresas que les ofrece todos los servicios que necesitan.

Jeronimo Noriega sitting outside at a café table in Spain while smiling.

Es difícil saber exactamente cuántos estadounidenses se han trasladado a otros países, por no hablar de los detalles de cuándo o por qué. Pero en 2023 había casi 161 millones de pasaportes del país en circulación, uno por casi la mitad de todos los ciudadanos. (El Departamento de Estado estimó en 2020 que un total de 9 millones de estadounidenses vivían en el extranjero, frente a los 5 millones estimados en 2010, aunque esas cifras incluyen a los ciudadanos con doble nacionalidad nacidos y criados en el extranjero. El grupo de defensa American Citizens Abroad (Ciudadanos estadounidenses en el extranjero) sitúa la cifra más cerca de los 4 millones.

Los estadounidenses trabajan más, tienen menos vacaciones, gastan más en sanidad y mueren antes que los habitantes de otras economías desarrolladas.

En una encuesta reciente de la Universidad de Monmouth, un tercio de los estadounidenses afirmaron que les gustaría establecerse en otro país, frente al 12% que dijo lo mismo en una encuesta de Gallup de 1995. En otra de 2023 de InterNation, realizada a 12.000 expatriados de 172 países, Estados Unidos fue el país de origen de la mayor parte de ellos.

El anhelo de mudarse al extranjero probablemente no sorprenda a aquellos que más notan la subida de precios en el supermercado o que hayan donado para la causa médica de algún vecino. La Oficina de Estadísticas Laborales informó que los gastos mensuales del hogar estadounidense promedio aumentaron de 5.111 dólares en 2020 a 6.081 en 2022 (de 4.800 a 5.713 euros). En una nueva encuesta de la Asociación de Tecnología Financiera, el 61% de los trabajadores indicaron que vivían al día.

¿Y para qué? Aunque no hay duda de que los estadounidenses viven mejor que la mayor parte del mundo, la nación no mide bien los factores de calidad de vida: se trabaja más, hay menos vacaciones, se gasta más en sanidad y la esperanza de vida es más corta que la de otras economías desarrolladas.

Es probable que estos factores expliquen por qué algunos se mudan a países que no se consideran de bajo poder adquisitivo. Los datos de la empresa de selección de personal Deel indican que el Reino Unido, Alemania, Canadá y Francia se encuentran entre los siete principales destinos internacionales para los estadounidenses que buscan trabajo. En lugares con asistencia sanitaria universal, guarderías subvencionadas por el Estado y culturas que fomentan un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, el dinero puede llegar más lejos.

Maliya Fale, una nómada digital de 22 años y creadora de contenidos de Minneapolis, llevaba casi tres años viajando por América Latina cuando, en febrero, abandonó Estados Unidos para siempre. "Me estoy volviendo loca de verdad por tener que vivir en una sociedad capitalista y tóxica", anunció en un vídeo de TikTok titulado Me mudo de Estados Unidos.

Cuando hablamos en marzo, Fale vivía en la ciudad costera de Puerto Morelos (México) y estaba planeando su próximo destino. Dice que vivir en el extranjero le da una flexibilidad y espontaneidad que no tendría en su país. Se mantiene haciendo contenido a distancia y sigue cualquier aventura que se le presente. "El coste de Estados Unidos no me permitiría hacer eso", me comentó.

Otros que han seguido caminos similares dicen que nunca han querido volver. En noviembre de 2015, la escritora Cristina Johnson hizo tres maletas y embarcó en un vuelo de ida de Pensilvania a Belice. Johnson, que ahora tiene 53 años, tiene una discapacidad que le impide tener un trabajo con el que llegar a fin de mes en Estados Unidos. En Belice, donde sus gastos mensuales son de apenas 250 dólares (235 euros), Johnson ha podido construirse una casa y ahorrar con un sueldo de 1.200 dólares. "Ni siquiera sé cuánto he ahorrado a lo largo de los años, pero aunque ahorrara un millón, no valdría tanto como mi mejora física, mental y emocional", declaró a Business Insider el año pasado.

Para los americanos, probar suerte en el extranjero es más fácil ahora que nunca, sobre todo en países donde el coste de vida es más bajo. Más de 50 países ofrecen visados para los nómadas digitales si demuestran que disponen de fondos suficientes para mantenerse. Si combinamos la fortaleza del dólar estadounidense con la relativa facilidad para conseguir trabajo a distancia a través de plataformas de freelance como Fiverr y Upwork, no es de extrañar que haya gente de todas las edades dispuesta a marcharse.

"La jubilación ni siquiera era una opción cuando aún estábamos en Estados Unidos"

Entre las numerosas empresas que han surgido para satisfacer la creciente demanda se encuentra Mexico Relocation Guide, con sede en Austin. Fundada en 2019 por el dúo de marido y mujer formado por Mariana y Dustin Lange, la empresa vende guías de reubicación orientadas a estadounidenses interesados en jubilarse anticipadamente o reducir sus gastos sin comprometer su estilo de vida.

"Tenemos mucho cuidado de no propagar la falsa idea de que la gente va a vivir como reyes con unos céntimos, porque no es así. No obstante, sí que puede aumentar su calidad de vida con el mismo o incluso menos dinero", indica Mariana Lange. Según ella, aunque algunos destinos ofrecen una mejor relación calidad-precio que México, sus clientes, en su mayoría estadounidenses de más de 40 años, consideran que la proximidad del país a su familia y amigos es una compensación justa. Algunos incluso pueden seguir viendo a sus médicos de cabecera en Estados Unidos después de mudarse. El negocio de Lange se ha disparado desde que cesaron los cierres por pandemia.

Illustration of a woman sitting alone at a table.

Empresarios de otros sectores también han tomado nota de la creciente población de expatriados. Mark Zoril, fundador en Carolina del Norte de la empresa de planificación financiera PlanVision, empezó a trabajar con clientes expatriados hace ocho o nueve años, ayudándoles a gestionar activos transfronterizos y a ahorrar para el futuro mientras vivían en el extranjero. En la actualidad, gracias en parte al apoyo de Andrew Hallam, autor de Millionaire Expat, estos clientes representan una parte importante del negocio de su empresa.

Zoril dice que la mayoría de sus clientes planean quedarse en el extranjero indefinidamente, en gran parte por el alto coste de regresar. "No han acumulado mucho durante sus años de trabajo. Para ellos, volver a Estados Unidos sería todo un reto", indica. Señala Centroamérica, Portugal y España como destinos especialmente populares por su coste de vida relativamente bajo y su clima.

Aunque no ha notado un cambio en la composición demográfica de su clientela expatriada (personas de entre 30 y 40 años que no tienen grandes ahorros y trabajan para mantenerse), Zoril afirma que en los últimos años estos clientes se han vuelto, en general, más hábiles a la hora de investigar y sopesar sus opciones, informándose en Internet sobre dónde pueden vivir de forma económica, cómo pueden acceder a dinero en efectivo y cómo pueden invertir. Y añade: "Pueden unirse a comunidades sociales con otras personas que también viven de esta manera. Tienen una mejor red de apoyo a la que acudir y de la que aprender antes de partir".

Pero la vida de expatriado tiene sus desventajas. Un coste de la vida más bajo implica normalmente una reducción significativa de los ingresos, lo que puede dificultar la capacidad financiera de una persona para volver a casa. Además, las diferencias culturales y las barreras lingüísticas añaden complejidad.

Para las personas cuyas ciudades y barrios se han transformado recientemente en puntos calientes para los expatriados, la dinámica es especialmente tensa. En una visita a Lisboa en febrero, me sorprendió ver a tan pocos locales en el centro de la ciudad, donde los inversores extranjeros han absorbido gran cantidad de viviendas y las han convertido en un mercado de alquiler para turistas internacionales, expatriados y nómadas digitales. Con una subida del precio de la vivienda de casi el 30% en los últimos cinco años, tanto los antiguos como los nuevos residentes de la capital portuguesa están pasando apuros.

Otros destinos para expatriados plantean sus propios retos. En medio de los disturbios políticos en Ecuador, Stonestreet y Basista decidieron marcharse a Europa. Sin embargo, no se arrepienten de haber dejado Estados Unidos. Desde su residencia temporal en Tirana (Albania), la pareja me dijo por WhatsApp que de lo único que se arrepentía era de no haberse mudado antes. A los tres años de salir de Estados Unidos, pudieron pagar 60.000 dólares de deudas de consumo (56.370 euros) y duplicar sus ahorros para la jubilación.

"La jubilación ni siquiera era una opción cuando aún estábamos en Estados Unidos. Suponíamos que trabajaríamos hasta caer rendidos. Pero la vida es corta. El mañana no está garantizado", afirma Stonestreet.

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