Por qué Oprah puede ser presidenta de EE.UU. (y por qué quizá no debería serlo)

Rafa G.-Palencia
Oprah Winfrey, en los Globos de Oro

Aunque el público español solamente reconoce el rostro y el nombre de Oprah Winfrey por la confesión del ciclista Lance Armstrong sobre su dopaje o por sus papeles como actriz en películas y series de televisión, la presentadora es una de las personalidades más influyentes de Estados Unidos. 

Oprah pronunció un discurso en la última gala de los Globos de Oro que pasará a la historia del feminismo con el nombre extraído de una de sus ‘líneas fuerza’, “Un nuevo día en el horizonte”. 

La trascendencia que ha logrado con sus palabras y una broma del presentador de la gala, el cómico Seth Meyer, señalándola como próxima inquilina de la Casa Blanca, propulsaron una pregunta amplificada por el altavoz de las redes sociales: ¿por qué no?

Como bien ejemplifica Donald Trump, no hay nada descabellado en que una famosa se postule para liderar la primera superpotencia mundial. Y pocas ‘celebrities’ tienen tanto respaldo como Oprah. 

Los medios rara vez necesitan referirse a ella por el apellido, porque no sólo es una mujer negra hecha a sí misma: es el arquetipo de mujer negra hecha a sí misma.

- A favor

1. De la pobreza a la fortuna y la filantropía

Oprah Winfrey

Un ‘biopic’ cinematográfico sobre la presentadora empezaría en un pueblecito de Mississippi, donde una niña, hija de una madre soltera y criada por su abuela, sujeta una muñeca modelada a partir de una mazorca de maíz seca y lleva un vestido hecho con tela de sacos de patatas. Tal cual. En el pueblo se reían de ella al grito de ‘sack girl!’ (‘niña saco’).

A los 17 años, llegó a la radio por casualidad, como ganadora del concurso de belleza ‘Miss Prevención de Incendios’. Oprah era una excelente estudiante, y su intervención en el programa fue tan ingeniosa que poco después obtuvo su primer empleo en los medios. 

El éxito del programa de entrevistas que presentó de 1986 a 2011, The Oprah Winfrey Show, la catapultó hasta la cima de un imperio mediático. Su propia cadena de televisión por cable, inaugurada en 2011, la convirtió en productora de televisión y cine a tiempo completo.

En ese mismo año recibió un Oscar honorífico por su trabajo en favor de la educación y las artes. Su iniciativa ‘Red de Ángeles’ proporciona becas y construye casas para los desfavorecidos desde 1998. Todos sus gastos corren exclusivamente por cuenta de su fundación desde que dejó de aceptar donaciones en 2010.

Además, Oprah contribuye en proyectos educativos, humanitarios y medioambientales por todo el mundo, especialmente en África. 

Forbes estima su fortuna en más de 2.500 millones de euros.

2. Es una líder en la lucha contra el abuso sexual. Fue violada cuando era niña

El apoyo de Oprah a la lucha contra los abusos sexuales remite a su historia personal. Un primo suyo la violó cuando solo tenía 9 años. No fue el único miembro o amigo de la familia que abusó sexualmente de ella, según su estremecedor relato. 

Una infancia tan terrible dio paso a una adolescencia difícil. A los 13 años pasó una temporada en un reformatorio, y a los 14 quedó embarazada. El bebé falleció por un parto prematuro.

En los 90, Oprah testificó ante el Senado estadounidense a favor de la Ley Nacional de Protección a la Infancia, en la que se proponía la creación de una base de datos con los nombres de todas las personas condenadas por cometer abusos contra menores.

Fue aprobada durante la presidencia de Bill Clinton, y desde entonces se la conoce como ‘Ley Oprah’.

3. Es una estrella de la televisión... y el cine

Nominada dos veces al Oscar, como actriz secundaria (‘El Color Púrpura’, 1985) y productora (‘Selma’, 2015), Oprah acapara reconocimientos por su labor en cine y televisión desde los años 80. Dieciséis premios Emmy la contemplan, pero ha recibido más de 20 nominaciones.

Precisamente este año acudió a la gala de los Globos para recoger el premio Cecile B. DeMille a toda una carrera cinematográfica y televisiva.

4. Ganó un millón de votos para Obama

Oprah Winfrey y Barack Obama

Durante las primarias del Partido Demócrata en 2008, Oprah tuvo un peso importantísimo a la hora de inclinar la balanza del lado del entonces senador por Illinois Barack Hussein Obama frente a su rival, Hillary Clinton.

El respaldo de la productora a la candidatura de Obama se tradujo en un millón de votos, según un estudio del Departamento de Economía de la universidad de Maryland.

Sin esa movilización, Obama lo habría tenido casi imposible para encabezar la candidatura demócrata a la Casa Blanca. En 2013, durante su segundo mandato, el primer presidente negro de la historia de EE.UU. concedió a Oprah la Medalla de la Libertad, la más elevada distinción civil que se otorga en el país.

- En contra

Sin embargo, entre las rendijas de su aclamado discurso y el hype político que ha provocado brotan también algunas dudas sobre la idoneidad de una Oprah sentada en el Despacho Oval.

1. ¿Empatía y confianza o populismo?

Oprah es, por encima de todo, una mujer del Pueblo. En una época en que los valores de la política estadounidense se encuentran en entredicho, la posibilidad de una candidatura que genere empatía y confianza en los estadounidenses parece un ticket dorado a la fábrica de chocolate del poder.

Sin embargo, la habilidad que una legión de fans en todas las esferas de la opinión publica le presuponen para apelar a una ciudadanía descontenta posee también un tufo populista. No hay que olvidar que esa misma ciudadanía se ha echado en brazos del primer magnate grandilocuente que ha hecho un esfuerzo por identificarse con ellos.

Por si fuera poco, el ‘timing’ de Oprah ha sido casi perfecto. Su discurso en los Globos de Oro no solamente ha subrayado su compromiso con el movimiento #MeToo contra los abusos sexuales en Hollywood, sino que la ha colocado como cabeza visible del mismo cuando hasta entonces no lo era. 

Sus palabras fueron francas, directas y reconfortantes: las tres cualidades que la han caracterizado como oradora durante toda su carrera. Además, trascendieron el entorno de lo particular (la industria cinematográfica, germen y vivero del problema) para alcanzar la universalidad. Cabe preguntarse cuánto tiene su mensaje de autopromoción.

2. Altavoz para los antivacunas y otros ‘magufos’

Una de las razones más contundentes que esgrimen los críticos de Oprah como figura pública es su empeño en prestar minutos de televisión ante una audiencia masiva -un bien tan preciado como el oro en la cultura estadounidense- a un buen número de prácticas sospechosas y pseudocientíficas.

Incluso causas delirantes como la de los antivacunas, que en un momento dado fueron encabezados en la esfera pública por personajes tan mediáticos como Jenny McCarthy, entonces novia del actor Jim Carrey, han tenido voz en su programa.

Pero no sólo eso: el desfile de ‘magufos’ en su show ha incluido a charlatanes como el ‘milagrero’ John of God, a defensores de las bondades del reiki, la promoción todo tipo de misticismos New Age o la apología de distintas dietas y suplementos vitamínicos para combatir el autismo.

En palabras del prestigioso oncólogo y activista David Gorski, “no hay una voz más poderosa que la de Oprah para la difusión de la pseudociencia en América”. 

3. La comparación con Trump le favorece

Oprah Winfrey y Donald Trump

Con todo, es difícil encontrar en la historia de América a un presidente más anticiencia o más proclive al populismo que Donald Trump. Si hay algo que lo que el cuestionado líder del ‘Make America Great Again’ pide a gritos es un antagonista político de lo que representa: el hombre de negocios republicano ultraconservador, liberal, blanco, acomodado y ególatra.

Cualquier empresario del ‘show business’ coincidiría en que una mujer negra demócrata, multimillonaria, de orígenes humildes, emotiva, solidaria y archifamosa pero a la vez cercana es su némesis perfecta. Y Oprah es una de las líderes del sector del espectáculo.

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La inexperiencia política de la presentadora es, en este momento, un valor en alza. Aunque eso no la convierte, ni mucho menos, en una líder ideal para EE.UU. o para el mundo, necesitados ambos de un diplomacia difícil de vertebrar con tamaña exposición mediática. Oprah sabe lo que el público quiere, pero eso no significa que sea bueno para el público.

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