¿Quieres dejar tu trabajo? Esto es lo que debes tener en cuenta antes de escribir una carta de renuncia voluntaria

Existen muchos motivos distintos para dejar un puesto de trabajo. Puede ser porque encuentras una oportunidad mejor, porque estás cansado de la rutina o, sencillamente, porque no soportas a tu jefe. Pero hay algo que casi siempre es común: escribir una carta de renuncia voluntaria.  

Para algunos decir “adiós” es de lo más sencillo, pero para otros en cambio puede suponer un problema que hasta genere ansiedad o estrés. ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de anunciar por escrito que dejas un trabajo? 

La importancia de una carta de renuncia voluntaria

Lo primero aconsejable a la hora de escribir una carta de renuncia voluntaria es ser lo más claro y directo posible. Esto ya de por sí es algo que la empresa agradecerá, dejando de lado el talento literario para otra ocasión, y renunciando a cualquier tipo de dramatismo. Evita cualquier tipo de adorno que no sea absolutamente imprescindible. 

Además, siempre debes incluir toda la información que sí es necesaria. Es decir, tu intención firme de renunciar, la fecha efectiva de tu salida y cualquier dato relevante sobre tu período de preaviso. Ten presente que lo más habitual suele ser avisar de tu decisión al menos quince o treinta días antes, para dar tiempo a la empresa a buscarte un sustituto. 

Aunque siempre puedes enviar una carta de renuncia voluntaria por medio del correo electrónico o algo por el estilo, lo cierto es que siempre quedarás mejor si lo haces en persona. De hecho, lo ideal es anunciar primero a tu empleador la decisión que has tomado y, acto seguido, entregarle la carta para poder hablar tranquilamente de ella cara a cara. 

Errores a evitar en una carta de renuncia 

Por mucho que en ocasiones consideres que estás en tu derecho de serlo, no es aconsejable volcar tu frustración en una carta de renuncia. Sencillamente, no es el sitio. Si ya vas a marcharte, ¿por qué hacerlo mal? Cuando la escribas, no optes nunca por un tono crítico ni de reproche. Como suele decirse, si no tienes nada bueno que decir, simplemente no digas nada.

Igualmente debes repasar lo que has escrito, dejando un tiempo entre el momento de redactarla y el de corregirla, para así no leer “de memoria” y que no se te cuele nada de lo que luego te arrepientas. Estas cosas, mejor siempre en frío, son acciones que deben llevarse a cabo con distanciamiento. Y si puedes ayudar a la empresa a realizar la correspondiente transición, mejor que mejor.