Los despidos a veces son inevitables, pero no tienen por qué ser crueles

Aki Ito
| Traducido por: 
Gestionar despidos

Getty; Jenny Chang-Rodriguez/BI

  • Que los recortes sean a veces inevitables dentro de una empresa no significa que tengamos que tratarlos con la delicadeza de un sicario mafioso.
  • Muchas compañías comunican los despidos de forma rápida y fría, lo que puede afectar al resto de la plantilla. 
  • Existen formas mejores de gestionar este tema que, además, pueden traer muchos beneficios para el propio negocio.

En los últimos años, TikTok se ha convertido en el lugar de nacimiento de un montón de nuevos conceptos relacionados con el trabajo. El primero fue el de quite quitting o "dimisión silenciosa" en 2022, que mutó a bare-minimum Mondays o "lunes de lo mínimo imprescindible" y lazy-girl jobs (empleos para chicas vagas). El otoño pasado, los recién graduados se quejaban por tener que trabajar 40 horas semanales en la oficina. Pero en las últimas semanas, TikTok ha dado lugar a algo aún más extraño: un boom viral de empleados que se graban a sí mismos mientras son despedidos de sus puestos de trabajo.

La tendencia se inició con un vídeo de nueve minutos publicado por una joven ejecutiva de cuentas de la tecnológica Cloudflare. Cuando vi por primera vez los comentarios en redes, me estremecí. ¿Por qué se hacen esto a sí mismos los jóvenes de la generación Z? No hace falta que compartan cada segundo de su vida. Pero cambie de parecer cuando vi el vídeo.

Brittany Pietsch está sentada en una videollamada, con cara de piedra, mientras un representante de Recursos Humanos y un jefe al que no conocía le informan de que va a ser despedida después de menos de cinco meses en el trabajo debido a su rendimiento. Ella pregunta por qué su supervisor no está presente. Pide que le expliquen qué ha hecho mal, pero solo obtiene respuestas que parecen guionizadas. Pregunta por qué no está su supervisor. Pide que le expliquen por qué su trabajo ha sido insuficiente. Lo único que consigue es una mezcla de las mismas respuestas preestablecidas —"Te escucho", repite una y otra vez el director, dejando claro que en realidad no lo hace— como si estuviera al teléfono con un robot de atención al cliente. Treinta segundos después de terminar la llamada, Pietsch cuenta que la empresa le cortó el acceso a su portátil corporativo.

"Debe ser muy fácil tener estas pequeñas reuniones de 10 o 15 minutos, decirle a alguien que está despedido, destrozar su vida por completo, y no dar ninguna explicación", dijo Pietsch a los dos representantes de Cloudflare en la llamada. "Que te despidan sin motivo es una enorme bofetada en la cara de una empresa en la que realmente quería creer", añadió.

Los expertos han debatido desde entonces si el despido de Pietsch fue realmente un recorte encubierto, un truco que los empresarios utilizan a veces para evitar el pago de indemnizaciones. Pero al margen de sus circunstancias concretas, parece que el vídeo ha calado hondo porque logra transmitir lo que puede llegar a sentir alguien al ser despedido mediante ese sistema frío y despiadado que utilizan hoy en día las empresas. 

Ilustración generación Z

Una semana, tus jefes presumen de que la empresa es una gran familia. A la siguiente, envían a un par de desconocidos para que te lean un comunicado cuidadosamente redactado por Zoom. O lo que es peor, te envían un correo electrónico con un enlace a un servicio de reubicación y te desconectan del sistema, negándote la oportunidad de despedirte siquiera de los compañeros con los que has trabajado a diario.

Mientras veía el vídeo de Pietsch, me hervía la sangre. Sentí ese cúmulo de emociones encontradas que experimentan aquellos que pierden su trabajo cada año: desconcierto, rabia, vergüenza. De todo lo que ocurre en el ámbito laboral, nada subraya más la naturaleza transaccional del empleo que la forma de despedir a la gente. En el momento del despido, se hace evidente que, para muchos empresarios, sus empleados no son personas que merezcan respeto, sino simples mercancías en el mercado laboral.

Sin duda, hay veces en que los despidos son necesarios para la salud financiera e incluso la supervivencia de una empresa. Las recesiones destrozan la economía, la competencia se impone y la tecnología puede trastrocar sectores enteros. Además, cuando se producen despidos, las empresas se enfrentan a una serie de problemas legales y de seguridad que hay que tener en cuenta. 

Por ejemplo, un empleado descontento puede intentar robar datos de clientes, o un manager puede decir algo en una llamada de despido que exponga a la empresa a una demanda. Incluso cuando los despidos se llevan a cabo con cuidado y respeto, inevitablemente van acompañados de dolor y tristeza.

La desmoralización de los empleados que sobreviven a los despidos empeora a medida que pasan los meses

Pero que los recortes sean a veces inevitables no significa que los empleados despedidos merezcan la delicadeza de un sicario mafioso: son personas humanas.El proceso actual de echar a los empleados a marchas forzadas y desconectarlos de Slack no solo es degradante para los trabajadores, sino también contraproducente para los empresarios. "El hecho de que esta práctica sea común, no significa que sea buena. Las empresas se engañan a sí mismas si creen que este proceso no redunda en la cultura de la organización", señala Sandra Sucher, profesora de práctica de gestión en la Harvard Business School.

En otras palabras, ese sistema frío y despiadado que tienen las empresas de gestionar los despidos no solo es destructivo para quienes son despedidos. "La mayor parte del daño lo sufren las empresas, porque esta forma de proceder es destructiva para los que sobreviven al despido", afirma Sucher.

¿Hasta qué punto? Para averiguarlo, he pedido a Culture Amp, que fabrica software para que las compañías hagan un seguimiento del compromiso de los empleados, que eche un vistazo a sus datos. Entre sus clientes que han llevado a cabo despidos desde la pandemia (un periodo que tal vez recordemos como una época de máxima insensibilidad), el compromiso de los trabajadores se desplomó en cuanto comenzó a echarse a gente. Y lo que es aún más notable, la desmoralización y la desconfianza entre los que conservaron su empleo empeoraron con el paso de los meses. 

Décadas de estudios de psicología organizativa demuestran que la insatisfacción de los empleados provoca todo tipo de problemas, como baja productividad y alta rotación. Los despidos pueden parecer una forma de mejorar los resultados. Pero, a la larga, acaban siendo perjudiciales para la empresa.

El fin de la lealtad laboral

¿Hay una forma mejor de gestionar los despidos? La respuesta es un rotundo. La primera regla que un negocio debe recordar cuando se enfrenta a la necesidad imperiosa de reducir costes es: hacer todo lo posible para evitar el despido.

¿Puede la empresa reducir inventarios? ¿Trasladar los centros de datos a un lugar más barato? "Hay un montón de cosas que cuestan dinero y que no tienen que ver con el personal. Las empresas deben empezar por cuidar a su gente", señala Sucher.

Si con eso no es suficiente, los empresarios pueden recortar otras partidas: viajes, catering o primas a directivos. Pueden suspender las aportaciones a los planes de pensiones. Pueden congelar las contrataciones para reducir costes laborales y ofrecer años sabáticos no remunerados o renuncias voluntarias que permitan a los trabajadores ser dueños de su tiempo. Y si, aun así, necesitan ahorrar más costes, pueden incluso aplicar un recorte salarial general temporal, demostrando así que la empresa tomará todas las medidas posibles para proteger sus puestos de trabajo.

En resumen, los despidos deben ser el último recurso, aunque muchos CEO estén acostumbrados a considerarlos la solución más adecuada. "La gente se sorprende de que se pueda hacer algo diferente. No se les ocurre que existe un enfoque diferente", añade Sucher.

¿Y si los despidos siguen siendo necesarios después de todo eso? Para saber más, he llamado a Ashley Herd, que ha sido abogada laboralista y ejecutiva de RRHH durante más de una década, antes de poner en marcha su propio negocio de formación de directivos. Según Herd, para empezar, los jefes deben mirar a los ojos a los empleados que van a despedir, y no leerles un guion. Deben dedicarle a esa persona el tiempo que necesite, y no tratar de quitárselo rápidamente de encima. Y, sobre todo, deben recordar que los empleados a los que quitan el trabajo son seres humanos.

"La gente quiere sentir que importa, aunque sea de forma básica", afirma Herd. Las empresas pueden pensar que su enfoque y su equipo de abogados las protegerá de posibles demandas de extrabajadores enfadados. Sin embargo, según Herd, muchas veces son los propios abogados, con escasa o nula experiencia en litigios o RRHH, quienes imponen a las empresas esta actitud despiadada. En realidad, la decencia es el escudo más eficaz contra las acciones legales. Echar a la gente a la calle la hace más propensa a demandar, y desde luego hace que la compañía quede peor ante un posible juicio. "Si haces las cosas desde la humanidad, rara vez tendrás que litigar", opina Herd.

trabajar desde casa

Una empresa pagó para que los despedidos tuvieran una última comida juntos antes de separarse

Pero hay empresas que lo han hecho bien. Cuando Stripe despidió al 14% de su plantilla en 2022, fue muy elogiada por ofrecer al menos 14 semanas de indemnización, darles la oportunidad de conversar individualmente con sus jefes y animarles a seguir en contacto con sus compañeros y con la empresa dándoles una nueva dirección de correo electrónico para antiguos trabajadores. Fomentar los vínculos es positivo, porque un día esas personas pueden convertirse en valiosos clientes o consultores, o incluso volver a la empresa. 

Otras empresas, como Twitch y Atlassian, han aplazado la suspensión del acceso a Slack de los empleados despedidos durante unas horas, o incluso unos días, para darles la oportunidad de despedirse de sus compañeros. Hace poco, incluso supe de una empresa que asignó presupuestos para que los equipos despedidos tuvieran una última comida juntos antes de marcharse.

Cuando Nokia anunció una reestructuración que afectaba a 18.000 empleados en 2011, ayudó a los trabajadores a trasladarse a nuevas partes de la empresa o a conseguir trabajo en otros lugares. Pagó programas de formación para empleados que querían aprender nuevas habilidades, e incluso ofreció financiación a aquellos que querían iniciar su propio negocio. Como resultado, dice Sucher, el compromiso de los empleados de Nokia se mantuvo constante a lo largo de la reestructuración, y la calidad de sus productos nunca se resintió.

Ejemplos como Nokia y Stripe sirven para recordar que es posible sustituir un proceso de mierda por otro mejor. Nuestro enfoque actual de los despidos proviene de los años ochenta, un periodo que no era precisamente conocido por una gestión compasiva o innovadora. A medida que el trabajo se automatizaba, los trabajadores empezaban a verse como meros robots, en lugar de como personas con sentimientos, necesidades y familias que mantener. En ningún sitio se ve tan clara esa actitud como en la forma en que Cloudflare despidió a Brittany Pietsch. Es un vídeo terrible de ver, porque todos sabemos que merecemos algo mejor de nuestros jefes, y es catártico oír a alguien decirlo.

"Ella expresó lo que se siente al ser la persona al otro lado de la llamada". La felicito, porque es muy difícil transmitir a la gente lo que se siente en esos momentos. Ojalá esto haga que las personas recapaciten", afirma Sucher.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.