Restringir el uso compartido de cuentas no es capricho, sino necesidad (y Disney+ es el último ejemplo que lo confirma)

Disney+ Streaming

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  • Disney + ha sido la última plataforma que se ha unido a la guerra contra las contraseñas compartidas.
  • La medida, que empezará a implantar en Canadá, supone para la empresa una cuestión de necesidad.

Disney+ implantará restricciones a las cuentas compartidas a partir del próximo noviembre en Canadá. Los suscriptores al servicio en dicho país han comenzado a recibir notificaciones por correo comunicándoles la nueva política. También han actualizado el Centro de ayuda, en el que se indica con claridad que ya no será posible continuar con lo que era una práctica cotidiana: compartir la cuenta con personas ajenas al núcleo familiar. 

Todavía hay muchos interrogantes que, probablemente, se despejarán en las próximas semanas. ¿Permitirá Disney+ la transferencia de perfiles? ¿Cuánto tendrán que pagar los miembros adicionales fuera del hogar para compartir cuenta? ¿Se restringirán también las cuentas compartidas en el caso del plan básico con publicidad? 

Lo que sí se sabe es que la medida se extenderá al resto de países de forma progresiva y generalizada. Disney se convierte así en la segunda empresa que ha abrazado la impopular medida y, con toda probabilidad, no será la última. La barra libre del consumo comienza a ser un capítulo que el streaming ha dejado atrás, aunque no por capricho, sino por necesidad. 

Crónica de una limitación anunciada 

La noticia la hacía pública el propio Bob Iger, CEO de Disney, durante la presentación de resultados correspondientes al tercer trimestre del año. “Estamos explorando activamente formas de abordar el uso compartido de cuentas y las mejores opciones para que los suscriptores compartan sus cuentas con amigos y familiares", dijo entonces el CEO. 

Iger se negó a dar un número específico sobre la extensión de esta práctica entre su base de clientes. Comentó, eso sí, que era una cifra significativa, de ahí que hayan convertido en prioridad real la búsqueda de fórmulas para paliarla.

Una cuestión recurrente que planea cuando una compañía adopta una medida tan impopular es la de qué obtiene con ella y si el riesgo que supone implantarla, en términos de cancelaciones, compensa. Disney es optimista. 

Consideran que acotar el uso de Disney+ a las personas que viven en el hogar será una oportunidad para crecer, aunque de momento no han querido aventurarse a especular sobre qué porcentaje de usuarios que se verán afectados por la medida acabarán convirtiéndose en suscriptores de pago

Bob Iger

Antes sí ¿por qué ahora no? 

El dramatismo con el que muchos usuarios están viviendo esta nueva etapa del streaming, caracterizado por una subida generalizada de precios, la entrada de la publicidad o las restricciones en el uso de las cuentas fuera del hogar son legítimas. 

Durante más de una década las plataformas, aun sabiendo que un elevado porcentaje de usuarios violaban sus condiciones de uso en este punto, hicieron la vista gorda por las ventajas que comportaba, tanto por la fidelización de clientes como por la multiplicación de audiencia potencial. A más espectadores, más audiencia para sus programas, lo que permitía amplificar la notoriedad de sus catálogos.

Las plataformas colonizaron los hogares gracias a una combinación de contenido atractivo, servicio accesible y precio asequible. En la fase de captación, su objetivo era seducir, convencer, entrar en la vida de la gente, conseguir suficiente penetración para convertirse en un entretenimiento imprescindible. 

Este paraíso de consumo no se cuestionó mientras las cifras de suscriptores fueron en aumento. Pero tras la pandemia las cosas cambiaron. En realidad, restringir las cuentas compartidas es un nuevo ejemplo de cómo de profunda es la corrección que está teniendo lugar en el modelo del negocio del streaming. Ahora, la prioridad es la rentabilidad, y cualquier medida que contribuya a reducir la deuda y entrar en beneficios parece bienvenida, aunque pueda incomodar al usuario. 

El negocio directo al consumidor ha abandonado parcialmente la filosofía user centric para hacer sitio a una mentalidad business centric. Y si de lo que se trata es de servir al negocio, una manera de conseguir más dinero es obligar a que el que usa el servicio pague por él. 

Probablemente, esta no será la única medida de escasa popularidad que Disney tendrá que adoptar en los próximos meses si de verdad quiere corregir su comprometida situación financiera. Bloomberg avanzaba hace unos días, citando fuentes cercanas a la compañía, que The Walt Disney ya no ve posible cumplir la cifra de crecimiento en suscriptores para 2024 que el anterior CEO, Bob Chapek, había establecido en agosto de 2022 (entre 215 y 245 millones de clientes). 

Disney, al igual que el resto de las compañías de su entorno, parece haber comprendido que no es posible conseguir beneficios sin hacer que se pague un poco más del servicio. Pero, por traumático que resulte transferir al usuario de un reino de fantasía a un espacio mucho más mundano, en ello le va la supervivencia. 

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