La corrección del modelo de producción y distribución que impulsó el streaming, uno de los efectos colaterales de la huelga de guionistas y actores

Plataformas de streaming en 2023

Alyssa Powell/Business Insider

  • La huelga de guionistas y actores ha evidenciado que el modelo de producción y distribución digital que se ha impuesto durante los últimos años es insostenible.
  • La industria está inmersa en la que podría ser su primera gran corrección tras un frenesí por abrazar el modelo de distribución digital que, a la postre, no ha beneficiado a casi nadie.

Cinco meses de huelga han sumido a Hollywood en una de las situaciones más complicadas de su historia. Sus efectos en EEUU son cada vez más visibles: parrillas televisivas sin nueva programación y cuajadas de reemisiones, mucha telerrealidad, proyectos paralizados, acuerdos suspendidos, despidos… 

La onda expansiva no tardará en notarse en los territorios internacionales, y todo parece indicar que, en primavera, la ausencia de estrenos será evidente. Los últimos acontecimientos, no obstante, invitan al optimismo. Las conversaciones entre WGA y la asociación de productores se reanudaron el 20 de septiembre y parece que las negociaciones van por buen camino. 

Si se consigue un acuerdo nadie duda de que el conflicto con SAG-AFTRA también se resolverá en breve. Pero, aun así, la huelga ya ha ocasionado unos efectos colaterales que están cambiando de forma evidente el sector tal y como lo conocíamos. 

El test de ensayo y error del streaming

La aceleración del negocio directo al consumidor iniciado en 2015, con la pandemia de colofón, no ha tenido los efectos esperados. Lo que estaba destinado a ser una prueba de cómo encajar con éxito la pieza digital dentro del modelo de producción y distribución ha resultado ser la constatación de la inviabilidad de dos de sus máximas. 

De un lado, el flujo de estrenos abundante, constante y con una rotación rápida, muy por encima de la demanda existente; de otro, el acortamiento y destrucción de las ventanas tradicionales, recurriendo a la retención del suscriptor como base de un nuevo modelo de rentabilidad. La realidad ha demostrado ser bien distinta

Como explica Miles Mogulescu en Los Angeles Times, esta no ha sido una huelga al uso, sino una nueva manifestación de la crisis existencial del sector, que necesita una corrección del modelo imperante con urgencia. 

En realidad, el modelo Netflix no ha sido el problema de base. Lo han sido las iniciativas que se han originado en el seno de empresas tradicionales, convencidas de que ese modelo de explotación era el futuro. 

En el momento en que las majors decidieron abrazar y apostar por la integración vertical de sus procesos de producción y distribución digital, todo cambió. Estas compañías, acostumbradas a dejar el negocio directo al consumidor en manos de terceros, decidieron retenerlo y gestionarlo ellas mismas. 

Con ello renunciaron al ventaneo tradicional, poniendo fin a una vía de ingresos muy lucrativa, y comprometiendo el equilibro económico que se había logrado escindiendo la producción y la distribución gracias a la presencia de intermediarios. 

Problemas de SkyShowtime

Resulta sorprendente la pasividad con la que el mercado ha asistido a la disrupción impulsada por la distribución digital. En el caso de EEUU, aclara Mogulescu, "la ley antimonopolio se ha centrado principalmente en los monopolios horizontales, en los que una o dos grandes empresas dominan una industria y pueden obligar a los consumidores a pagar más". 

La versión vertical, es decir, las empresas que controlan la cadena de suministro desde la producción hasta la distribución, como los servicios de streaming (que también crean contenido), aún no ha sido objeto de esta atención. De hecho, es posible que los precios de suscripción hayan sido inicialmente bajos para aumentar la demanda, una práctica llamada fijación de precios predatoria que también viola las leyes antimonopolio.

Operar integrando verticalmente producción y distribución es lo que ha permitido que el sector del streaming haya fijado las reglas del juego en la última década, impulsando un nuevo modelo “cultural y económicamente insostenible". 

Este sistema organizativo, de hecho, no ha sido inviable solo para las empresas. También lo ha sido para el resto de agentes de este gigantesco engranaje, como guionistas y actores, que han visto cómo se ha precarizado su profesión y sus condiciones económicas. 

La convicción con la que los sindicatos de guionistas y actores se aferran a sus reivindicaciones tiene mucho que ver con un statu quo que difícilmente cambiará. Por eso, se cree que mientras estas empresas sigan controlando la cadena de generación de valor de un producto, solo unas normas estrictas les podrán garantizar una posición un poco más equitativa. 

Las bajas que ha provocado la huelga 

Pocas empresas del sector se han librado de los efectos de la huelga. Las únicas dos, como apuntaba Lucas Shaw en Bloomberg, son “Amazon y Apple, donde el entretenimiento es una herramienta de marketing”. 

Al resto la deflagración les ha dado de lleno. “Netflix necesita volver a producir sus títulos más populares. Lo mismo ocurre con Disney, Paramount y NBCUniversal. Warner Bros Discovery acaba de anunciar que perderá 500 millones de dólares en ganancias este año debido a la huelga. Estas empresas necesitan llegar a un acuerdo".

Hay dos elementos que difícilmente se podrán restaurar, incluso si la huelga termina a corto plazo. El primero es uno de los fenómenos que ha acompañado a la industria audiovisual durante más de una década: la Peak TV, esto es, la sobreproducción de contenidos impulsada principalmente por las plataformas para crear un catálogo propio y exclusivo que les diferenciase de la competencia. 

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El estallido de la burbuja audiovisual parecía inminente antes de la huelga, ya que las plataformas, sometidas a escrutinio para ser rentables, comenzaron a tomar decisiones de producción más eficientes, moderando su gasto

El modelo de distribución impulsado por las Streaming Wars, que se consolidó con la pandemia, también parece irrecuperable. Ni la exclusividad ni la renuncia al ventaneo parece ser realista dentro de un esquema económico que necesita desesperadamente ser rentable. Recuperar, aunque sea parcialmente, el modelo de antaño sirve en bandeja una remuneración más justa a creadores e intérpretes, un punto clave en la lista de peticiones de WGA y SAG-AFTRA.

La industria está inmersa en la que podría ser su primera gran corrección tras un frenesí por abrazar el modelo de distribución digital que, a la postre, no ha beneficiado a casi nadie. La pregunta que planea es si el consumidor aceptará de nuevo el sistema del que el streaming le había liberado.  

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