Si eres muy exigente contigo misma y sientes la necesidad de complacer a la gente, es posible que padezcas el síndrome de la hija mayor

Serafina Kenny
| Traducido por: 
A menudo, las hijas mayores son muy exigentes consigo mismas.
A menudo, las hijas mayores son muy exigentes consigo mismas.Olga Strelnikova/ Getty
  • Los memes del "síndrome de la hija mayor" están por todas partes en Internet. Pero no hace falta ser la hija mayor para padecerlo.
  • Un psicoterapeuta ha compartido 8 señales de que una persona puede estar experimentándolo.

Eres independiente, ambiciosa, organizada, un poco perfeccionista... y estás harta de responsabilidades. Si esto le resulta familiar, es posible que padezca el síndrome de la hija mayor.

El síndrome de la hija mayor no es una afección diagnosticable, sino más bien los comportamientos, patrones de pensamiento y prioridades que pueden surgir de lo que se conoce como "parentización" en la infancia.

Las personas "parentizadas" son tratadas como un segundo o tercer progenitor en lugar de como un hijo, y tienen que asumir tareas emocionales o domésticas que normalmente harían los padres o cuidadores, explica a Business Insider Paris Capleton, psicoterapeuta del Cambridgeshire and Peterborough NHS Foundation Trust de Reino Unido.

Las personas que padecen el síndrome de la hija mayor tienden a ser, de forma desproporcionada, mujeres de familias con bajos ingresos y de familias de la mayoría global, que pueden tener unas expectativas de las hijas más impuestas culturalmente, explica.

Y aunque los derechos de la mujer han mejorado en el lugar de trabajo, esto no se ha traducido necesariamente en el hogar, ya que la mayor parte del trabajo doméstico sigue siendo realizado por mujeres. Yang Hu, catedrática de Sociología de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), sostiene en The Conversation que ésta podría ser una de las razones por las que existe el síndrome de la hija mayor; si las madres trabajadoras no tienen tiempo para realizar todas las tareas domésticas, los hijos pueden tener que hacerse cargo de ellas, y es más probable que recaigan en las hijas que en los hijos debido a las expectativas tradicionales de género.

Capleton compartió las señales de que podrías estar sufriendo el síndrome de la hija mayor,

Sentir la necesidad de asumir responsabilidades por los demás

Uno de los mayores signos del síndrome de la hija mayor es asumir muchas responsabilidades desde una edad temprana. Capleton asegura que esta responsabilidad puede ser doméstica —como tener que hacer todas las tareas domésticas, llevar a otros hermanos al colegio, cocinar y limpiar—o emocional, como cuidar de padres y hermanos, ser confidente de un padre o mediar en conflictos.

Esto puede llevar a sentir una "culpa muy profunda" cuando no se satisfacen las necesidades de todos o se va en contra de lo que se espera de uno.

Ser muy independiente y tener dificultades para pedir ayuda

Si creces sin nadie a quien pedir ayuda, o sabiendo que nadie podrá atender tus necesidades de todos modos, te acostumbras a hacerlo todo solo, dice Capleton, aunque haya gente a la que puedas recurrir.

"La gente puede mirarte y pensar que eres tan sabio o tan independiente para tu edad, sin saber que fue porque te empujaron a ello o porque perdiste la infancia".

Ser muy serio o tener dificultades para divertirse

Esto puede deberse a que no tuviste la oportunidad de divertirte de niño porque estabas lidiando con los problemas de los adultos, sostiene Capleton.

Complacer a la gente

"Cuando gran parte de tu infancia se ha formado en torno al apoyo y el cuidado, tu identidad tiende a girar en torno a lo que puedes ofrecer a los demás", explica Capleton. Esto puede llevar a complacer a la gente, a cambiar o a no expresar lo que te gusta y lo que no te gusta porque tienes miedo de no gustar a los demás a menos que satisfagas sus necesidades".

"Pero también puede estar muy arraigado el sentimiento de que todo lo que haces nunca es lo suficientemente bueno, o que nunca sientes realmente que tus esfuerzos son apreciados por los demás", explica Capleton.

Todo el mundo acude a ti cuando hay un conflicto

Desempeñar siempre el papel de mediador o solucionador de conflictos puede suponer una carga emocional, afirma Capleton.

"Pregúntate: '¿Soy yo el mediador? ¿Soy la persona a la que la gente acude para hacer las paces en tiempos de conflicto? ¿Y me siento bien?", añade. "Porque la mediación y el apoyo a los demás puede ser algo negativo. Puede restarte vida y energía".

Eres perfeccionista

Sentir que la gente tiene altas expectativas de ti y sentirte presionado para cumplirlas cuando eras niño puede llevarte a tener expectativas igualmente altas de ti mismo más adelante en la vida, incluso cuando esas expectativas ya no recaen sobre ti, matiza Capleton.

Esto, unido a la incapacidad para pedir ayuda, puede hacer que te agotes intentando alcanzar la perfección por ti mismo, afirma.

Querer tener siempre el control

Según Capleton, las personas que padecen el síndrome de la hija mayor pueden sentirse ansiosas o derrumbarse si algo no sale según lo previsto o si algo interrumpe una rutina establecida. Esto se debe a que, probablemente, de niños estaban acostumbrados a planificar y a tener que estar siempre al tanto de todo.

Ver el amor como una transacción

"Si sentías que tus padres sólo te utilizaban para lo que podían, eso va a repercutir en tus otras relaciones. Así que cuando la gente te muestre amor y cariño, no vas a creerles del todo porque en el fondo puedes creer que todas tus relaciones son transaccionales", advierte Capleton.

"Puede que inconscientemente pienses: 'Si mis padres sólo querían que les cuidara y les apoyara, entonces esta persona sólo querrá lo mismo'".

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.