¿El tamaño importa? Que España sea un país de 'empresitas' es una de las claves de la baja productividad de la economía

Ilustración de diferencia de tamaño en puño es igual a desequilibrio, pelea

Getty images

  • Si hablamos de productividad, el tamaño importa, y mucho.
  • España es un país de empresitas. Solo el 0,16% del tejido empresarial son grandes compañías. El resto son pymes. Los recursos y capacidad que tiene una empresa pequeña son mucho menores que los de una gran empresa.

El tamaño puede importar (o no) en función de lo que hablemos. Pero si es de productividad, la respuesta es rotunda: el tamaño importa, y mucho. 

Básicamente porque es una cuestión de tamaño la que explica el problema de la baja productividad en España.

"La productividad es la clave de todo. El tema fundamental de la economía", destaca José Emilio Boscá, investigador asociado de Fedea. En España, la baja productividad es la que explica por ejemplo que la riqueza de los ciudadanos no haya aumentado en los últimos 18 años. 

"Ahora mismo tenemos la misma renta per cápita en términos reales (el mejor predictor que tenemos de la riqueza de un país) que en el año 2005: unos 24.600 euros. Vamos camino de dos décadas perdidas", lamenta Toni Roldán, director del Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol). 

Una parte de esto se debe a que España es un país de empresitas

Solo el 0,16% del tejido empresarial son grandes compañías. El resto son pymes. Los recursos y capacidad que tiene una empresa pequeña son mucho menores que los de una gran empresa.

"La productividad de las empresas españolas está por debajo de la media europea, y eso tiene que ver sobre todo con el tamaño empresarial: las empresas más pequeñas son menos productivas", resume Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano, consultor independiente y profesor asociado en la IE University y la IE School of Global and Public Affairs.

Ilustración de empleados en el trabajo sin productividad o sin motivación

¿Qué fue antes: el huevo o la gallina?

Pero, un momento: ¿las empresas crecen y entonces se vuelven productivas? o ¿son más productivas porque son grandes?

Este es un tema importante. En ello Feás coincide con Jorge Galindo, director adjunto de EsadeEcPol: "la relación entre productividad y tamaño de empresas, además de compleja, es de doble vía".

¿Qué significa eso? Pues que de alguna manera tamaño y productividad se retroalimentan

"Un shock positivo de productividad lleva a una empresa a crecer en tamaño de empleados", ilustra Galindo, y cita un estudio del Banco de España en el que se habla de un patrón de crecimiento por aprendizaje: "las firmas que aprenden que son más eficientes (por el shock de productividad externo, tecnológico, etc.) son las que terminan por crecer". 

En otro informe, el Banco de España analizó a las empresas españolas entre 1997 y 2002 y encontró que para los crecimientos de productividad laboral observados en el total de la economía, la mayoría de los efectos positivos correspondían a empresas de más de 20 empleados.

desayuno, productividad, prisa por la mañana, tomar café

Está bien, el tamaño importa. Pero, ¿por qué?

En primer lugar, por la financiación. Poder pedir financiación ayuda a las empresas a crecer, a invertir en innovación o en formación. Todos ellos, ingredientes básicos para aumentar la productividad. 

El problema es que, cuanto más pequeña sea la empresa, más obstáculos tendrá que saltar para obtener financiación. "El acceso a la financiación no es sencillo y depende mucho del crédito bancario y, por tanto, de tener garantías", asegura María R. Meléndez, analista de Analistas financieros internacionales (Afi).

De hecho, añade Feás, las que suelen invertir en i+D son las grandes empresas. Y a su vez la inversión en i+D es garantía de una mejora en productividad. Una empresa que no gasta en buscar fórmulas para vender más podría aumentar sus ventas si aumenta la demanda. Pero si invierte en innovación podrá aumentar sus ventas porque produce más.

"Las empresas de mayor tamaño tienden a invertir más en intangibles (investigación, propiedad intelectual, organización interna, etc), que en economías en las que las ganancias de productividad 'básicas' han sido conseguidas en gran medida (economías avanzadas, como la española) son especialmente importantes para nuevo crecimiento de productividad añadida", observa Galindo.

Según los últimos datos de la estadística sobre actividades de I+D que realiza el INE, en 2021 el gasto en I+D en España fue de tan solo el 1,43%, mientras que la para la UE-27 fue del 2,27% del PIB.

Monedero vacío

No solo una cuestión de tamaño

Pero no solo es una cuestión de tamaño. Resulta que las empresas españolas siguen siendo menos productivas que sus vecinas europeas con la misma talla. 

La brecha de productividad entre empresas españolas y las de otros países europeos se agranda cuanto más pequeña es la empresa. Mientras las empresas medianas (50-249 empleados) son un 90% de lo productivas que son las europeas de media, para las muy pequeñas (de menos de 10 empleados) la cifra apenas supera el 60%, según estimaciones del Banco de España.

"La productividad media de una microempresa española de menos de 9 trabajadores es un 52% más baja que la de una alemana con el mismo tamaño", observa Matilde Mas, catedrática de Fundamentos de Análisis Económico, profesora emérita de la Universidad de Valencia y analista del Consejo General de Economistas.

Aún así, matiza Galindo, "no parece que podamos explicar toda la baja productividad española por tamaño de empresa" y, de hecho, "tratar al grupo de empresas españolas como un monolito no ayuda a entender nuestros cuellos de botella de productividad", entre los que se encuentran la propia burocracia o regulaciones que afectan a la hora de crear una empresa o su disolución.

De hecho, Feás apunta que un elemento que podría estar influyendo en el tamaño es la especialización sectorial. "Si fuéramos un país más industrial como Alemania puede ser que tuviéramos empresas más grandes. Si tuviéramos una especialización sectorial distinta tendríamos empresas más grandes y entonces seríamos más productivos".

Un bar, por ejemplo, no tiene grandes posibilidades de expansión internacional, ni para exportar (otro ingrediente que aumenta la productividad). En cambio, una empresa tecnológica o de industria media (de componentes, por ejemplo), tiene muchas más posibilidades, y el tamaño del mercado puede ser enorme.

"Escalar una operación en sectores de servicios personales o que impliquen proximidad física (peluquerías, restaurantes, academias de educación…) es más dificultoso que hacerlo en otros que centralicen la producción para después distribuirla (coches o colchones, pero también software o películas), en los que los costes fijos y de operación son más manejables porque no tienes que multiplicar tus puntos de la misma manera", aclara Galindo.

Aún así, matiza que "con la suficiente inversión de partida es factible escalar tamaño en la mayoría de sectores".

Jen Glantz, fundadora de Bridesmaid for Hire.

Recetas para solucionar el problema de productividad

Hace mucho que los economistas elaboraron una lista de recetas para solucionar el problema de la productividad en España. "Están incluidas en el documento España 2050", recuerda Boscá, que participó en la elaboración de esas recetas. 

El resumen sería básicamente atajar cada una de las causas mencionadas anteriormente. Pero también hay métodos. "Desde EsadeEcPol hemos propuesto un plan Biden de infraestructuras humanas: una transformación agresiva de las políticas que se han venido implementando hasta ahora", comenta Roldán. 

Para Roldán, el conocimiento es la piedra angular del crecimiento. Por eso, explica, esa transformación pasa por cambiar el sistema educativo, universitario, de investigación y de innovación, a través de "un programa muy agresivo de retención y atracción de talento investigador financiado con fondos europeos; una reforma de la universidad que permita premiar a los buenos investigadores y un sistema de profesorado en educación primaria y secundaria más competitivo y mejor formado".

Jesús Ruiz-Huerta, director del Laboratorio de la Fundación Alternativas, recuerda estos seis puntos:

1. Mejorar la formación del capital humano, reformando en profundidad los sistemas educativos y de forma especial, las universidades y la formación profesional, adaptándolas a las exigencias de la realidad y los retos que afrontamos (el envejecimiento de la población, el proceso de digitalización y el riesgo climático y los cambios ecológicos).

2. Aumento de la inversión de la I+d+i, vinculada a las reformas del sistema educativo y del tejido empresarial (facilitando su transformación digital) y el estímulo riguroso del emprendimiento. "Desde hace algunos años, la Fundación Alternativas publica los Informes de Ciencia y Tecnología dedicados a la explicación de los problemas y deficiencias en este ámbito y las propuestas de alternativas a los mismos".

3. Modernización de la gestión de las actividades económicas privadas y públicas, limitando las distorsiones generadas por las trabas administrativas y normativas en las decisiones de inversión y de contratación. 

4. Reformar el mercado laboral para reducir la tasa de paro y estimular la incorporación al mercado de trabajo de los colectivos hoy excluidos.

5. Hacer exámenes de gestión pública, en línea con la estrategia de los Spending review promocionados por la UE y los análisis efectuados por la Airef.

6. Poner en marcha el Consejo Nacional de Productividad. En 2016, el Consejo de la Unión Europea instó a todos los Estados miembros de la zona del euro a establecer Consejos Nacionales de Productividad para fomentar el debate sobre temas relacionados con la productividad y la competitividad.  Seis años después de la recomendación del Consejo, solo 3 países (Estonia, España e Italia) siguen sin contar con un CNP.

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.