Si Trump es reelegido, los estadounidenses planean huir en masa

Paul Starobin
| Traducido por: 
Éxodo masivo si gana Trump las elecciones

Prostock-Studio/Getty Images; Jenny Chang-Rodriguez/BI

  • En vísperas de las elecciones presidenciales, millones de estadounidenses miran hacia la puerta de salida.
  • Después de noviembre, Europa podría convertirse en lo que Canadá fue para los que eludían el servicio militar durante la guerra de Vietnam: un asilo político para los estadounidenses hartos de su propio país.

A finales del año pasado, mi mujer y yo cerramos la compra de un apartamento en un pueblo de Umbría situado en lo alto de una colina. Poco después, planteé una pregunta a mis compañeros de un grupo de Facebook llamado Expatriados en Italia: "¿Es sólo mi imaginación, o hay un aumento de estadounidenses, en particular, buscando comprar viviendas en Italia?". A medida que iban llegando las respuestas, muchas de ellas coincidían en una misma temática.

De una mujer de Montana que planeaba mudarse a la Toscana: "¡Sí, es verdad! Me he comprado una casa en lo alto de un pueblo… por un módico precio comparado con los precios de Estados Unidos. No quiero volver a Estados Unidos. Es caro y estoy harta de toda la mierda política y los tiroteos". 

Una mujer de Texas: "La insurrección de un narcisista que no podía aceptar la pérdida de las elecciones, combinada con su política de armas y aborto, hizo que mudarse fuera más una necesidad que un sueño".

Un hombre de Tennessee: "Soy un americano dispuesto a huir de América a Italia. Dudo que esté solo".

No estoy solo, desde luego. Por supuesto, mi encuesta no científica se limitó a un grupo autoseleccionado de personas con una afición declarada por un país extranjero en particular, famoso por sus tesoros artísticos y culturales, su deliciosa cocina y sus exquisitos paisajes. Aun así, llama la atención que el espectro de Donald Trump —una sombra que ni siquiera había mencionado en mi pregunta— estuviera en tantas mentes.

Cada cuatro años, cuando los estadounidenses se preparan para elegir presidente, se habla, sobre todo entre los demócratas, de abandonar el país. ¡Me voy a Canadá si gana el inaceptable candidato X! Y cada cuatro años, el éxodo prometido no llega a materializarse. Se trata sobre todo de desahogos terapéuticos. 

Esta vez es diferente.

La alarma por el posible triunfo de Trump en noviembre es mucho más cruda que los temores avivados por presidentes anteriores. "Una dictadura de Trump es cada vez más inevitable", alertaba recientemente un titular del Washington Post. The Atlantic dedicó un número entero a los horrores autoritarios que le esperan a Estados Unidos "Si gana Trump". Cada cuatro años aproximadamente, Gallup pregunta a los estadounidenses de 15 años en adelante: "Idealmente, si tuvieras la oportunidad, ¿te gustaría mudarte PERMANENTEMENTE a otro país?". Al final de la presidencia de George W. Bush, el número que respondía "sí" era del 11%. Durante el mandato de Barack Obama, fue del 10%. Durante la presidencia de Trump, alcanzó el 16%. Unos 40 millones de estadounidenses querían abandonar su país para siempre.

Los jóvenes son aún más propensos a convertirse en expatriados. Entre los menores de 30 años, el 24% quería abandonar Estados Unidos al final del mandato de Bush, el 18% durante el de Obama y el 30% durante el de Trump. Como ocurre con todo lo relacionado con Trump, existe una marcada división de género: sólo el 20% de los hombres jóvenes quería huir de Estados Unidos, frente a la friolera del 40% de las mujeres jóvenes.

Los estadounidenses que ya viven en el extranjero se preparan para una oleada de nuevos expatriados. "Habrá más gente que se traslade al extranjero después de las elecciones si gana Trump", afirma Doris Speer, presidenta de la Asociación de Estadounidenses Residentes en el Extranjero, un grupo sin afiliación política con sede en París. 

Subrayando que expresa sus propias opiniones, no las de su organización, Speer destaca que Trump no es ni mucho menos la única razón por la que los estadounidenses miran al exterior. Es cierto: los precios de la vivienda en Estados Unidos son elevados, el teletrabajo permite una movilidad sin precedentes y el respeto mundial por Estados Unidos lleva décadas erosionándose, desde la guerra de Irak. Cada vez menos estadounidenses, según los encuestadores, creen que "el sueño americano —que si trabajas duro saldrás adelante— sigue siendo cierto". En 2012, era del 53%. En octubre de 2023, era del 36%. 

Una segunda presidencia de Trump, según Speer, podría servir de "catalizador" que alimente aún más la creciente diáspora de estadounidenses que viven en el exilio. Después de noviembre, Europa bien podría convertirse en lo que Canadá fue para los evasores de la llamada a filas durante la guerra de Vietnam: un asilo político para los estadounidenses hartos de su propio país. Llámalos los exiliados de Trump.

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Para los que miran con preocupación al extranjero, el atractivo económico no es insignificante. Cuando buscaba comprar un apartamento en Umbría, en el centro de Italia, descubrí que los precios de las viviendas llave en mano eran aproximadamente un tercio del precio de los apartamentos en Sedona, Arizona. Los impuestos sobre la propiedad y el seguro de vivienda también son relativamente modestos en Italia. La gasolina es más cara, pero los deliciosos platos de los restaurantes locales (¿alguien quiere ragú de jabalí?) son mucho más baratos. Dejando a un lado la política, la tentación de abandonar Estados Unidos es fuerte.

No obstante, la creciente ola de conservadurismo en el país está haciendo que cada vez más estadounidenses se planteen marcharse al extranjero. La decisión del Tribunal Supremo de anular el caso Roe contra Wade —uno de los logros emblemáticos de Trump— ha despertado la ira y el descontento generalizados. Pero mientras Estados Unidos reprime los derechos en materia reproductiva, Europa los amplía. El aborto está permitido ahora en casi todos los países europeos, incluidos países católicos como Portugal, España e Italia. Impulsada por el endurecimiento de las políticas estadounidenses, Francia acaba de consagrar el derecho al aborto en su Constitución, el primer país que da ese paso histórico.

Los estadounidenses también están asqueados por la interminable oleada de terribles tiroteos en escuelas, a pesar del apoyo mayoritario al control de armas. Desde el Reino Unido hasta Noruega, las leyes sobre tenencia de armas son mucho más estrictas que en Estados Unidos, que alberga casi la mitad de las armas de propiedad civil del mundo.

Todo ello hace que no sorprenda que los demócratas sean mucho más propensos a huir de Estados Unidos que los republicanos. Desde 2015, Democrats Abroad, la rama con sede en el extranjero del Comité Nacional Demócrata, casi ha triplicado su número de miembros, que ahora asciende a cientos de miles. "Cuando hacemos el registro de votantes, registramos a todo el mundo", me dice Martha McDevitt-Pugh, la presidenta internacional de Democrats Abroad, en una llamada de Zoom desde su base en Países Bajos. "Y nos encontramos abrumadoramente con demócratas que quieren votar". 

Hollywood sigue alimentando una imagen seductora de la vida de los expatriados. El gran éxito de Netflix Emily in Paris —inspiración para una nueva generación de francófilos estadounidenses, herederos de Ernest Hemingway y James Baldwin— está rodando su cuarta temporada. Leggett International, una agencia inmobiliaria con sede en Francia, organiza seminarios web dirigidos a posibles compradores estadounidenses, que constituyen la mayor parte de su clientela extranjera. En Expats, la nueva serie de Amazon Prime ambientada en Hong Kong, el personaje de Nicole Kidman, en pleno jugueteo de alcoba con su marido, pregunta: "¿Nunca echas de menos tu hogar?". Él responde enérgicamente: "Me gusta mi vida aquí". 

Luego está la creciente tendencia de los "nómadas digitales", que rechazan el anticuado concepto de oficina fija en un mundo post-COVID. Según una estimación, ya hay unos 17 millones de estadounidenses que vagan por el mundo, casi la mitad de todos los nómadas digitales del mundo. En la era del teletrabajo, los jóvenes que carecen de ahorros suficientes o de crédito para adquirir una propiedad en el extranjero se encuentran de repente con la posibilidad de hacer las maletas y abandonar Estados Unidos. Y quienes puedan partir a raíz de una segunda presidencia de Trump pueden disfrutar de otra ventaja de la vida en el extranjero. El sitio web NomadList.com informa a los trabajadores remotos que ahora hay 429 ciudades donde la marihuana es legal, desde Bangkok hasta Buenos Aires.

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Para ser justos, los que huyen de Estados Unidos para escapar de la campaña MAGA pueden encontrarse con una serie de sorpresas desagradables. Los quebraderos de cabeza empiezan con la burocracia. Un día cualquiera, mi grupo de Facebook Expats in Italy se llena de preguntas que pueden volver loco a un propietario extranjero novato. Los licitadores deben registrar oficialmente sus ofertas en el ayuntamiento y ser verificadas por el "notaio" [el notario en España, una figura que no existe como tal en Estados Unidos], un funcionario ancestral que redacta y autentifica toda una serie de documentos por un módico precio.

Luego están los requisitos de declaración de impuestos. En 2010, el Congreso promulgó la Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas Extranjeras (Foreign Account Tax Compliance Act), diseñada para evitar que los estadounidenses ricos con importantes activos en el extranjero evadieran sus obligaciones fiscales. Pero, como suele ocurrir con este tipo de leyes, no sólo los ejecutivos de bancos con villas en la Costa Azul se han visto envueltos en esta red. Según las normas del Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos (IRS), un contribuyente con activos financieros totales de poco más de 50.000 dólares puede estar sujeto a la obligación de declarar. American Citizens Abroad, un colectivo de expatriados, está presionando para aligerar las cargas de cumplimiento, hasta ahora sin suerte.

Los expatriados estadounidenses también pueden enfrentarse a represalias políticas. En Portugal, que ha atraído a un considerable contingente de californianos, los activistas locales han salido a la calle para protestar por el aumento de los alquileres, que achacan a la afluencia de extranjeros. "Bienvenidos a Portugal, el nuevo paraíso de los expatriados", rezaba un titular de Los Angeles Times sobre la invasión de residentes de California. "Californianos, por favor, volved a casa".

John Galey, consultor de gestión semiretirado en California, se mueve en dirección contraria. Apasionado de Italia, sobre todo de sus vinos, ha visitado el país más de una docena de veces, y hace tiempo que se plantea tener una propiedad allí. En un correo electrónico reciente, me dijo que su "planificación e investigación se acelerarían si Trump gana en noviembre". Incluso como autodenominado "centrista político", cree que "las consecuencias de una 'presidencia de retribución' (más el caos subsiguiente) podrían ser nefastas para el país."

Entiendo su punto de vista. Mi esposa y yo somos detractores de Trump, aunque no comenzamos nuestra búsqueda de propiedades en Italia para encontrar un refugio de la América infundida por MAGA. Pero ahora que somos dueños de un hogar, lo vemos como una especie de respiro de Trumpland. Y estamos aprendiendo italiano. 

Paul Starobin es autor de "Los exiliados de Putin: su lucha por una Rusia mejor", y presentador del podcast "American and Beyond" en la New Books Network.

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