Así es un día en la vida de una 'influencer' con 100.000 seguidores en Instagram: comida gratis, 'selfies' y trabajo, mucho trabajo

"Yo pillé la ola de los Reels. Pasé de 1.000 seguidores a 100.000 en 6 meses y ahora vivo de esto".
"Yo pillé la ola de los Reels. Pasé de 1.000 seguidores a 100.000 en 6 meses y ahora vivo de esto".

Son las 12 del mediodía en el barrio madrileño de Chamberí. Bárbara Moreno, 29 años, influencer a tiempo completo, espera en la puerta de Caferama, en la calle Rodríguez San Pedro, con el móvil en la mano y chupa del Bershka.

No se despegará del teléfono en todo el día. Lleva como carcasa una batería portátil que morirá a media tarde para disgusto de Bárbara, que en ese momento dará por concluida su jornada laboral. 

La cafetería donde espera tiene una estética recurrente en la capital: tartas de zanahoria, espacios diáfanos, cafés specialitè con corazones de espuma y libros de poesía en el baño. El paraíso de cualquier instagramer.

Bárbara, más conocida como Barbygant en sus redes sociales, donde tiene 108.000 seguidores en Instagram y otros 108.100 en TikTok, acumula más de 4,3 millones de me gustaen la app de moda entre la generación Z. No madruga porque se queda hasta tarde trabajando, cuenta a Business Insider España.

"Cuando eres autónomo y creador de contenido, te gestionas el tiempo como te da la gana. Me despierto entre las 10 y las 11, pero me suelo quedar hasta las 2 de la mañana editando o pensando ideas. Es ahí cuando estoy más inspirada". 

¡'Influencers' del mundo, uníos! Es hora de luchar contra los amos de las redes sociales

Por delante, le espera una jornada maratoniana de trabajo. El menú incluye un desayuno en Chamberí donde tomará un iced latte con una tarta de ricotta mientras aborda la actual guerra entre TikTok e Instagram.

Más tarde tomará el almuerzo en el barrio de Salamanca, en La Vaca y La Huerta, con platos en torno a los 20 euros. Allí, por recomendación del encargado, pedirá alcachofas confitadas en flor y steak tartar con un toque de helado de mostaza. Todo sazonado con reflexiones sobre el odio constante que le salpica en las redes sociales.

De postre, cerrará el día con amigos, cervezas y un concierto en El Patio Mahou, también en el barrio de Salamanca, donde el tema estrella será la burbuja del mundo influencer.

Barby, como le llaman sus amigos, no pagará ni un euro por ninguno de estos planes. 

"No me pagan por ir a estos sitios, me escriben a mi perfil y me invitan a conocerlos. Yo vengo, grabo algún vídeo, pruebo lo que me apetece y lo comparto con mis seguidores", cuenta a Business Insider España. "Con que solo venga un cliente atraído por mi contenido, ya les salgo rentable".

"Yo gano dinero con la publicidad que hago", añade. Por el momento ya ha colaborado con grandes marcas como Iberia, Vueling, Alpro o la plataforma de criptomonedas Bitpanda.

Reacia a hablar de cifras exactas y de dinero, solo desvela un par de datos que sirven para calibrar las cantidades que se mueven en el mundo de los creadores de contenido, incluso a pequeña escala como es su caso.

En un mes muy malo, sobre todo al principio —ella apenas lleva 9 meses en el negocio y está lejos del club que conforman influencers que han superado la barrera del millón de seguidores como María Pombo o Dulceida—, no baja de 1.000 euros, y hace poco rechazó una oferta de una marca que por un post y 3 stories en su Instagram le pagaba más de 3.000 euros. 

"No me sentía identificada con esa publicidad y preferí no hacerla", explica.

Acompaño a Bárbara en una jornada de trabajo, aunque no todas son así, me avisa antes de empezar. Recorremos Madrid y vamos saltando de cafetería en cafetería, sin pagar nada, haciendo fotos y grabando vídeos.

Durante la comida, estoy a punto de cometer el mayor sacrilegio que se puede perpetrar ante un influencer lifestyle como Bárbara. Cuando la camarera trae el postre, de inmediato trato de hincar mi cuchara en la tarta de queso.

¿¡A dónde vas?!—, me grita alarmada. 

Primero comen las redes, me recuerda. 

Para desayunar: 'Iced Latte' con un toque de lucha de gigantes

En Caferama me cuentan que han invitado a Barbygant porque la siguen desde hace tiempo y han apostado por 'influencers' más pequeños para promocionar su local.
En Caferama me cuentan que han invitado a Barbygant porque la siguen desde hace tiempo y han apostado por 'influencers' más pequeños para promocionar su local.

En los últimos meses, el espectacular auge de TikTok ha revolucionado el mundo de las redes sociales. Como consecuencia, Instagram, convaleciente del golpe, en un intento por contrarrestar el meteórico auge del gigante chino, ha respondido copiando a su rival y apostando por los Reels, un formato idéntico a lo que triunfa en TikTok.

Esto ha perjudicado a los creadores de contenido de la vieja escuela, que han visto cómo poco a poco han ido perdiendo relevancia en una red social que de repente ha pasado a favorecer un contenido centrado de manera casi exclusiva en el vídeo.

Sin embargo, una nueva ola de influencers (entre ellos, Bárbara) ha logrado subirse al carro a tiempo y ahora disfrutan del estrellato al que les ha catapultado un algoritmo del que desconocen absolutamente todo.

"Primero subo mis vídeos a TikTok y luego los reciclo en Reels. Los Reels me dan más seguridad, sé que voy a tener más o menos 150.000 visitas. TikTok es más irregular, es como una ruleta. Te da la viralidad, pero Instagram trae el dinero", argumenta Bárbara.

"Yo pillé la ola de los Reels. Primero pasé de tener un perfil normal y corriente en TikTok que en 2 meses sumó 50.000 seguidores. Luego a principios de 2022 salté a Instagram también y en junio, en un solo mes, sumé 40.000 seguidores". En apenas medio año, más de 100.000 personas siguen sus planes tanto en Instagram como TikTok, lo que le permite vivir de ello.

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El algoritmo de la red social ha promocionado su contenido, que consiste en ofrecer planes en Madrid a sus seguidores. Sitios para desayunar, tomar un café o una copa, comer, salir de fiesta o pasar una tarde con amigos en diferentes sitios de la ciudad.

Sin embargo, es consciente de que sus ingresos y su éxito dependen de ese mismo algoritmo que hoy le permite estar en la cima pero que apenas ofrece garantías de cara al futuro. "Mañana, quién sabe", se resigna.

"Sí me siento un poco vulnerable al algoritmo, pero supongo que como todos los creadores. Dependemos de él enteramente. Aunque no me puedo quejar hasta ahora porque me ha venido muy bien", comenta. "Una de las peores cosas de esto es justamente la incertidumbre".

Bárbara Moreno pasa por delante de una cafetería que le llama la atención en Noviciado (Madrid).
Bárbara Moreno pasa por delante de una cafetería que le llama la atención en Noviciado (Madrid).

De camino al restaurante donde vamos a comer, paramos en Correos para enviar unas entradas a una seguidora que ha ganado un concurso organizado por la propia influencer. En el remite de la cara debe poner su dirección personal. Duda de si hacerlo.

"No me gusta que la gente sepa dónde vivo, ¿sabes? No es que crea que vaya a pasar nada, pero no sé, no me siento cómoda", revela.

Por la calle, varias personas se cruzan con ella y la radiografían de arriba abajo. Cuchichean con sus acompañantes, pero no dicen nada. Al rato, su teléfono vibra. La pantalla no deja de enseñar ni por un instante el logotipo de la polaroid rosa: a todas horas le llegan notificaciones. Una seguidora le escribe: "¡Te acabo de ver!". 

Se acercan las 14.30 de la tarde y Barbygant no ha subido nada a sus redes sociales: "Me da un poco de ansiedad la verdad. Tengo que subir algo pronto".

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Primero comen las redes.
Primero comen las redes.

Antes de ser influencer, Moreno pasó varios años trabajando en el mundo del marketing con creadores de contenido. Por tanto, ya sabía dónde se metía cuando empezó a subir vídeos más en serio. Después de que 4 de ellos que se hicieran virales en TikTok (más de 2 millones de personas los vieron), decidió apostar fuerte y lanzarse a probar suerte en el mundo de los influencers, aunque no le termina de gustar esta etiqueta, matiza.

Dejó su trabajo y se fue de viaje 3 semanas. Estuvo grabando vídeos sin parar con la misma temática que sigue ahora. En pocos días, su perfil de TikTok estalló. En enero, saltó a Instagram, empezó con los Reels, y hasta ahora. 

Al principio, iba a los restaurantes de moda que le gustaban, pagaba la cuenta y hacía una review en su perfil. A medida que ha ido aumentando su popularidad, son los propios establecimientos los que le escriben para que vaya a verles sin ningún compromiso. 

"Si me gusta mucho el sitio, hago un post, lo subo a stories y lo recomiendo mucho. Si el sitio me parece sin más, lo comparto y lo enseño y listo. Siempre que me invitan a algún sitio, lo subo a mis redes. Tampoco soy nadie para ponerme a criticar o a intentar hundir un negocio", cuenta. "No soy la guía Michelin".

El encargado de La Vaca y la Huerta que ha invitado a la influencer a su establecimiento en la Calle Recoletos, un lugar con una edad media bastante superior al usuario medio de TikTok y donde predomina el estilo @pelderic_oficial, asegura que quieren experimentar con esta nueva forma de promoción. 

"Es la primera vez que hacemos algo así. Queremos sobre todo que la gente más joven nos conozca, sepan dónde estamos y cuál es nuestra oferta. Si sale bien, repetiremos", comparte esta persona con Business Insider España.

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El precio de los planes de Barbygant es una de las cosas que más críticas suscita. Ella asegura que prefiere distinguirse y ofrecer una propuesta un poco más sofisticada y diferente. Páginas de Instagram de planes por menos de 10 euros hay miles, cuenta. 

Esto no impide que esté preparando ya una colaboración puntual con Cocituber, otro creador de contenido, para empezar a subir vídeos de lugares para comer más asequibles y romper ciertas barreras.

Durante la comida, aparece otra influencer amiga de Moreno, @aandreaglez en Instagram. Se saludan. Obviamente, todo queda grabado, aunque de manera algo improvisada. Tras el efusivo abrazo, se paran una enfrente de la otra y Andrea pregunta: ¿"Lo grabamos otra vez?".

¿Hay competencia en el mundo de las influencer? Entre la conocida como vieja escuela, y la nueva escuela, ese grupo de jóvenes que le han cogido el aire a los últimos cambios de plataformas como Instagram, les pregunto. 

"Aquí no hay rivalidad. Eres tú y tus inseguridades", responde Andrea.

En el camino a casa, tras pasar por El Patio Mahou —un lugar de eventos gestionado por la empresa cervecera—, a Moreno no le paran de llegar mensajes de seguidores. "Te he visto en la cola del baño". "Estaba al lado de ti en el Patio de Mahou". "Hemos pedido en la barra juntas". 

"A veces me siento un poco como en un capítulo deBlack Mirror", cuenta, aludiendo a la distópica serie de Netflix que aborda cuestiones como la nueva cultura de masas surgida al calor de las redes sociales. 

Algo de distópico tiene, desde luego, que casi nadie se atreva a hablarle en persona y que la inmensa mayoría esperen a que se aleje para, muchas veces desde el anonimato, escribirle algo tan anodino como que la han visto esperando en una cola para entrar en el baño. 

Me despido de ella con la duda de si los influencers son las personas más acompañadas del mundo o las más solitarias.

Al día siguiente, todo el día que pasamos juntos estaba subido en la red social. Por ahora, lo han visto más de 90.000 personas en Instagram y 103.000 en TikTok. Yo, con permiso de todas ellas, me comeré mi tarta de queso sin antes hacerle una foto.

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