Vidext, la startup vasca apadrinada por Lanzadera que usa la tecnología detrás de los 'deepfakes' para crear vídeos sin cámaras, micrófonos ni actores

Beñat Arrizabalaga (izquierda) y Jon Enriquez, fundadores de Vidext.
Beñat Arrizabalaga (izquierda) y Jon Enriquez, fundadores de Vidext.

Vidext

Siempre tuvieron claro que el futuro estaba en el sector audiovisual. Cuando, en mitad de sus estudios del Grado de Liderazgo y Emprendimiento de la Universidad de Mondragón, en el País Vasco, Jon Enriquez y Beñat Arrizabalaga se pusieron a pensar en modelos de negocio que fuesen viables, una palabra vino a su mente de inmediato: videos.

Al fin y al cabo, muchas empresas los necesitan. 

Bien sean para enseñar a sus potenciales clientes cómo trabajan y cómo pueden contratar sus servicios o, simplemente, para explicar sus motivaciones y su razón de ser, cada vez son más las empresas que acuden al formato audiovisual para dar otro aire a sus negocios.

Ahí estaba: harían videos, o lo que es lo mismo, proveerían a sus clientes del contenido audiovisual que estos no pudieran preparar por falta de tiempo o de recursos.

Sin embargo, pronto se toparon con un importante problema: no daban abasto. Las labores de preproducción y posproducción que necesitaban para llevar a cabo correctamente cada uno de los videos agotaba su tiempo y sus energías. 

Acababan de empezar y ya veían difícil escalar el negocio, multiplicar sus clientes, sus encargos y sus ingresos.

La tecnología acudió al rescate. A fuerza de investigar, estos dos emprendedores descubrieron todo un mundo de posibilidades en la Inteligencia Artificial (IA) y en los importantes avances que esta ha conseguido ya en el mundo de la imagen y el sonido.

Descubrieron, por ejemplo, que desde hace al menos un lustro en EEUU muchas empresas trabajan con lo que se denomina videos deepfake, es decir, grabaciones en las que, por medio de la IA, se consigue que un determinado actor diga algo aunque nunca haya sido grabado diciéndolo.

Ahí estaba la solución. Donde no llegaban ellos, llegarían las máquinas.

Se unieron entonces al proyecto Miguel Ángel Castillo y David Páramo, dos ingenieros expertos en IA, y Maialen Carrasco como experta en marketing.

Tras empezar a rodar en 2021, Vidext factura ya algo más de 50.000 euros anuales, cuenta con 15 clientes, más de 100 empresas que andan probando su plataforma de forma gratuita y se ha metido en una primera ronda de financiación de 250.000 euros.

Su funcionamiento, que aparece explicado en su web, es aparentemente sencillo. 

El cliente selecciona uno de sus avatares, es decir, uno de sus actores disponibles, envía el texto que quiere que este diga y, en cuestión de minutos, la tecnología de Vidext consigue casar esa imagen con el mensaje. Las tarifas que maneja Vidext van de los 3 a los 5 euros por minuto.

Detrás de esta aparente simplicidad, sin embargo, se esconde un complejísimo entramado de programación y refinamiento de la IA orientado, en primer lugar, a ofrecer el resultado más realista posible.

"Uno de nuestros principales problemas ahora mismo es la voz. Es lo que más se nota. Ofrecemos opciones en más de 40 idiomas, y en inglés algunas voces están muy logradas, pero la mayoría suenan todavía demasiado lineales, un poco robóticas", explica al respecto Enriquez en conversación telefónica con Business Insider.

Otra dificultad es la sincronización del movimiento de la boca y los labios con el mensaje. Tanto preocupa la cuestión que Vidext está trabajando ya en una segunda versión de su tecnología que saldrá a la luz en los próximos meses y que, prometen, mejorará ostensiblemente sus resultados.

Pero la cuestión técnica no es lo único que nubla su horizonte. 

Vidext espera mantener bajo control el debate ético sobre el uso de actores artificiales

El equipo de Vidext trabaja en su plataforma.
El equipo de Vidext trabaja en su plataforma.

Vidext

A nadie escapa que la posibilidad de poder hacer decir a cualquier persona cualquier cosa abre un importante mundo de posibilidades para las empresas, pero también trae consigo importantes riesgos asociados.

Lo saben bien en EEUU, donde esta tecnología está algo más madura. 

Este verano, por ejemplo, tal y como informó Business Insider, trascendió el caso de una plataforma que, con una tecnología no muy distinta de la que permite a Vidext crear automáticamente sus videos corporativos, una web permitía crear escenas pornográficas con el rostro de cualquiera.

Poco tiempo después se supo de una herramienta deepfake que permitía desnudar digitalmente a mujeres y que en agosto, al poco tiempo de popularizarse, acumulaba ya 38 millones de visitas.

Y suma y sigue. Hace apenas 15 días, el 78% de los participantes de un estudio fueron incapaces de distinguir videos deepfakes con la cara de Tom Cruise de videos en los que aparecía el verdadero Tom Cruise diciendo algo. Cuanto más se refina la IA, más peligro.

Vidext es consciente de estos peligros y espera esquivarlos o, en el peor de los casos, mantenerlos bajo control.

"Con 15 clientes todavía no estamos en el punto en el que los mensajes generados por nuestra plataforma se puedan descontrolar o puedan aparecer en webs que rechazamos. Pero, desde luego, este tipo de cosas las tenemos ya muy en cuenta y las queremos controlar", cuenta Enriquez.

Por ahora, la empresa ha trazado sus líneas rojas en mensajes que puedan resultar obscenos y en discursos que puedan remitir a partidos políticos. 

Para evitarlas, la plataforma reconoce una serie de palabras prohibidas o de etiquetas y advierte de ciertos mensajes no se corresponden con lo que Vidext permite crear.

"Podríamos abrirnos a trabajar con algún partido político como cliente, pero creo que los llevaríamos a que crearan el mensaje con sus propios avatares [sus propios actores]", explica este cofundador de apenas 22 años.

Las imágenes que conforman los avatares que tienen disponibles procede de actores contactados por la empresa que han accedido a ceder su imagen.

Ninguno de ellos se ha encontrado todavía su propia imagen explicando algo en una web cuya existencia desconocía, como le ha pasado ya a los actores que han cedido su imagen a Hour One, una empresa israelí que es probablemente el antecedente más claro de Vidext en el mundo.

Sin embargo, si la empresa crece como lo ha venido haciendo, ese momento también llegará. Es posible que, incluso, como le ha sucedido a Hour One, algún que otro actor se vea a sí mismo defendiendo ideas contrarias a aquellas en las que cree de verdad.

¿Qué ocurrirá el día que un actor vegano ceda su imagen a Vidext y se encuentre en un video promocional de una empresa de embutido?

"Ese tipo de cosas las tendremos que dejar muy claras en los contratos de cesión de derechos de imagen con los actores. Si alguno quiere incluir algún tipo de cláusula por el motivo que sea, nosotros estaremos siempre abiertos a hablarlo", explica Enriquez.

El emprendedor tampoco cree que vayan a ser un gran problema las protestas que ya se están dando en EEUU por parte de sindicatos de actores que juzgan que este tipo de tecnología les cierra oportunidades laborales.

"No creemos que vaya a quitar trabajo a los actores. El trabajo artístico de un actor es distinto. Simplemente, habrá videos de empresas que antes a lo mejor por motivos económicos no se hubiesen animado a grabar. No solo no creo que vaya a quitar trabajo, sino que habrá más posibilidades".

Para Enriquez, el futuro de Vidext pasa por la ética.

"Yo creo que mientras que mantengamos una ética estable dentro de la empresa, no tiene por qué haber grandes problemas. No puede pasar que la aplicación cree un video y este se nos pierda por ahí. Por supuesto, habrá que tenerlo regulado y habrá que pactar con cada actor las condiciones, eso sí".

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