Viví en la precariedad tras ser estafada al llegar a España, pero un 'bootcamp' cambió mi vida: ahora gano 35.000 euros al año como desarrolladora

Ariane Jurado.
Ariane Jurado.

Cortesía de Ariane Jurado.

  • Ariane Jurado dejó Venezuela para buscar nuevas oportunidades en España, pero cuando llegó se encontró con muchas dificultades económicas.
  • Un bootcamp de desarrolladores para mujeres transformó su vida: ahora gana 35.000 euros y ha conseguido todos los objetivos que tenía cuando se mudó a España.

Este artículo se basa en una conversación con Ariane Jurado, desarrolladora de la empresa Lifull Connect, sobre cómo dejó su país siendo psicopedagoga para empezar una nueva vida en España y acabar trabajando como desarrolladora. El texto ha sido editado por motivos de extensión y claridad.

Llegué a España desde Venezuela con mi hijo en 2015. En mi país había mucha delincuencia e inseguridad, así que aprovechando que mi hijo y yo teníamos la nacionalidad española, decidí que era el mejor sitio donde empezar una nueva vida. 

Pensé que sería fácil encontrar trabajo, ya que yo ejercía de psicopedagoga, trabajando con niños con diversidad funcional, y también tenía la carrera de enfermera, pero no fue así. 

Mi idea era empezar a trabajar de lo que fuese para cobrar un sueldo y poder pagar los gastos, porque sabía que iba a ser más difícil encontrar un trabajo como enfermera o psicopedagoga recién llegada, y porque me vine con tan solo 1.800 euros. 

Aunque la familia que tengo en Madrid me acogió, no hubo nadie que me ayudase a conseguir trabajo o me guiase para saber por dónde podía empezar a buscar. Nadie me explicó cómo funcionaban las cosas aquí o qué esperar de según qué cosas. 

Por ejemplo, las personas que se dedican a cuidar a los niños de otras personas es algo que no existe en Venezuela. Allí siempre te ayuda tu familia y no tienes que pagar a nadie por ello, pero si hubiese sabido que eso es algo muy común en España, quizás hubiese conseguido algo más estable antes.

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Haber sabido cómo funcionaban las cosas en España hubiera marcado la diferencia durante los primeros meses 

Empecé a buscar trabajos de camarera y de dependienta, aunque no tenía experiencia en ninguna de las 2 cosas. 

En tienda nunca me llegaron a llamar, pero en los sitios que me contrataron como camarera lo pasé bastante mal: no sabía cómo llevar una bandeja llena de bebidas y la gente no me trató bien en ese ambiente.

Me crucé con personas que sabían que estaba desesperada por encontrar un trabajo y me aseguraron un puesto de recepcionista en un hotel, pero para ello tenía que hacer un curso que costaba 1.200 euros. Como me transmitieron tanta seguridad de que después de formarme como recepcionista obtendría el puesto, lo pagué con el dinero que había traído de Venezuela, pero terminó siendo una estafa y me quedé sin nada.

También me salieron entrevistas como psicopedagoga, pero la condición para los centros privados era ser autónoma y para los demás, tenía que convalidar los estudios, lo que también suponía gastar un dinero que no tenía y tampoco podía ponerme a buscar por mi cuenta a clientes que nadie me aseguraba que iban a ser fijos todos los meses. 

Recuerdo que tuve una entrevista en una clínica privada donde el entrevistador me dijo directamente que parase de buscar trabajo de enfermera o psicopedagoga porque si no tenía los títulos homologados no iba a conseguir nada. 

Así que fui al Ministerio de Educación, pero me dijeron que tendría que volver a estudiar para que me diesen los títulos, así que no tuve más opción que renunciar a ese tipo de trabajo.

Meses más tarde descubrí que mucha gente en España trabajaba cuidando niños de forma particular. Yo tenía un perfil que encajaba a la perfección para ello, porque a las familias les encantaba que tuviese experiencia con niños y con niños con dificultades, además de ser enfermera y madre. 

Comencé con varios niños por la zona donde vivía mi familia hasta que me mudé más cerca del centro de Madrid. 

 

Ganaba 10 euros la hora, pero tan solo trabajaba 3 horas al día

Me pagaban lo mismo que a los adolescentes que acaban de terminar la ESO y quieren empezar a ganar dinero, pero yo tenía 2 titulaciones y estaba especializada en cuidados. 

El trabajo era principalmente por las tardes: ir a recogerlos al colegio y quedarme unas 3 horas con ellos hasta que sus padres volvían de trabajar. Las familias me fueron recomendando entre ellas porque les gustaba cómo trabajaba hasta que lo hicieron para una guardería. 

Esto me dio una mayor estabilidad y unos ingresos fijos, aunque la mayor parte de lo que ganaba en el jardín de infancia lo hacía en negro. Por la mañana trabajaba en la guardería y después me iba a cuidar a niños de familias particulares por las tardes y los sábados. Durante los 4 años siguientes a empezar a trabajar con niños, pude ir tirando y cubriendo gastos. 

Llegó un momento en el que estaba muy cansada y deprimida y no quería seguir así

Durante esos 4 años de no parar de trabajar entré en una depresión y estuve medicándome para ello durante un tiempo. 

Trabajar con niños pequeños supone un gran esfuerzo y llegó un momento en el que el cansancio físico empezó a convertirse en agotamiento mental, que más tarde se tradujo en una depresión. Estaba realmente cansada y lo veía todo negro, no veía futuro porque no podía seguir con estos trabajos para toda la vida.

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Por aquella época mi hermana tenía un novio que era desarrollador de programas. Un día, mientras estábamos en una comida familiar, mencionó los bootcamps y los cursos intensivos para aprender a programar. 

Yo no sabía que eso existía. Pensaba que la programación era solo cosa de ingenieros y de gente superdotada. 

Se trataba de un bootcamp que iba especialmente dirigido a mujeres en situación precaria para fomentar la representación femenina del sector y para dar una nueva oportunidad a personas en riesgo de exclusión social. 

La idea de cambiar radicalmente lo que estaba haciendo era justo lo que necesitaba. El problema de este bootcamp organizado por Adalab era que tenía la condición de que las mujeres que se apuntasen tenían que estar en el paro, y yo en ese momento todavía me encontraba empleada en la guardería y no podía arriesgarme a dejar el trabajo. 

2 meses más tarde me echaron de la guardería y aunque se me vino el mundo encima, era la situación perfecta para apuntarme al bootcamp

Aproveché que me había quedado sin trabajo y que cobraba solo 400 euros de paro para lanzarme a probar suerte en el mundo de la programación. 

El curso era bastante intenso, duraba 13 semanas y requería mucho esfuerzo, además de que continuaba cuidando a los niños por la tarde y los sábados. Pero era lo único que tenía en ese momento y puse todas mis ganas en conseguirlo. 

La idea del bootcamp era introducirnos otra vez en el mercado laboral. Tenían una bolsa de trabajo con empresas colaboradoras a las que podíamos enviar nuestros currículums y que nos fueran conociendo. 

El problema era que a pocas semanas de acabar el curso intensivo se me acabó el paro, así que me vi obligada a empezar a echar CV antes que todas mis compañeras porque nos habían avisado de que los procesos de selección en este sector eran muy largos. 

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Si te concedían una entrevista para un puesto, eso significaba hacer un par más hasta que por fin te diesen una respuesta. También nos avisaron en el bootcamp de mujeres de que nosotras solemos echarnos para atrás cuando vemos que no cumplimos todos los requisitos de la descripción del puesto, algo que los hombres no hacen. 

Al final fui de las últimas de mi promoción en encontrar trabajo, y lo hice en una startup que buscaba un perfil profesional con experiencia, pero al hacer la entrevista les gusté y me dieron la oportunidad. Era una empresa muy pequeñita liderada por dos mujeres que había desarrollado una aplicación para la menstruación

Desde entonces me he cambiado de trabajo 2 veces más y nunca más he vuelto a tener problemas para encontrar un puesto. Llevo 4 meses trabajando en Lifull Connect, un grupo líder de marketplace digital y gano 35.000 euros al año. 

He logrado una estabilidad económica holgada y ahora también me dedico a la divulgación en redes sociales

Conseguí el objetivo que me proponía: cambiar de vida y alcanzar la estabilidad económica. Antes del bootcamp me encontraba en una situación precaria, estaba muy mal tanto económica como emocionalmente. 

Ahora tengo un buen sueldo y puedo permitirme alquilar un piso solamente con mi hijo y que él tenga su propia habitación. Ya no tenemos que compartir el mismo dormitorio en una casa con más personas. 

Esta historia suelo contarla ahora por redes sociales a modo de divulgación de que las situaciones pueden cambiarse, de que puedes avanzar cuando te sientes atascado y de que con esfuerzo se pueden lograr los objetivos. 

En las charlas que doy en los eventos de desarrolladores que doy en eventos como Codemotion Talent no cuento solo lo bonito de la historia de cómo entré en este mundo de la programación, sino toda ella, con los fallos y con las dificultades que me encontré por el camino para motivar a la gente. 

Un punto de encuentro para desarrolladores y empresas

Codemotion es una plataforma que actúa como punto de referencia para aquellos desarrolladores que quieren programar y crecer profesionalmente, poniéndoles en contacto con empresas que buscan talento en el sector tecnológico. 

En 2022 lanzaron Codemotion Talent, un servicio "revolucionario en el sector" gracias a su algoritmo de aprendizaje automático concebido para desarrolladores y talentos tecnológicos que desean encontrar un nuevo empleo y dar un paso adelante en su carrera, en palabras de Chiara Russo, CEO y cofundadora de Codemotion. 

La plataforma, con la que colabora Ariane Jurado, organiza además la Codemotion Conference, un evento para profesionales del mundo IT que tiene como objetivo presentar las últimas tendencias, así como acercar la comunidad tecnológica a las organizaciones y facilitar el networking.

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