Este artículo se basa en una conversación con Ryan Ellison y Sophie Darsy sobre su vida y su trabajo a jornada completa en un velero. Ha sido editado por razones de extensión y claridad.

Ryan: En 2016, yo, Ryan Ellison, envié un mensaje de WhatsApp a mi novia, Sophie Darsy, sobre una pareja que vendió todas sus pertenencias para recorrer el mundo en un velero.

Imagina mi sorpresa cuando Sophie respondió que estaría dispuesta a hacerlo durante un año.

Desde entonces, hemos construido una vida que nos encanta y hemos encontrado el éxito en carreras satisfactorias e importantes, todo ello mientras vivimos en el barco.

Hemos tenido urgencias médicas, hemos capeado temporales y hemos luchado tanto en el plano sentimental como en el de la salud mental.

Los dos habíamos comprado apartamentos en Estocolmo durante la época de locura del mercado inmobiliario, así que pudimos sacar algo de capital de esos apartamentos para comprar nuestro barco de 12 metros, el Polar Seal.

Sophie: Antes de embarcarnos, Ryan acababa de conseguir inversores en una startup de tecnología de baterías que había fundado en 2015 con sus compañeros de universidad.

Ryan: Sophie se estaba recuperando del agotamiento empresarial y acababa de empezar su viaje como creativa.

Se nos ocurrió probar a navegar durante un año en 2016 y volver a Suecia. Ocho años después, nuestros apartamentos están alquilados a largo plazo y seguimos de aventura.

Organizamos la navegación en torno a nuestro trabajo

Ryan: Por cada semana que navegamos, estamos en puerto o fondeados cinco o seis semanas. Independientemente de estar en el mar o en puerto, seguimos trabajando como todo el mundo, con algunos ajustes.

Tenemos que trabajar siempre que podemos, a veces incluso de madrugada.

Eso se debe a que Sophie asesora a empresas de Europa y yo trabajo con las de Estados Unidos. A menudo tenemos horarios de oficina diferentes entre nosotros y nuestros compañeros, sobre todo si estamos en una parte más remota del mundo.

Uno de nosotros puede necesitar una llamada mientras navegamos, y aunque la tecnología como Starlink ha facilitado la comunicación, no es infalible. Planificamos nuestros viajes y nuestro ocio en función de nuestros horarios de trabajo.

La navegación cambió nuestras trayectorias profesionales

Sophie: Cuando Ryan se arriesgó a vivir en un barco mientras desarrollaba su startup, dejó su trabajo en otra startup en Suecia.

Su empresa, Dakota Lithium, solo llevaba un año funcionando cuando zarpamos. Ryan trabajaba a distancia con su equipo para seguir creciendo, todo ello en alta mar.

Nuestro barco fue el primero en instalar baterías Dakota Lithium. Debido a nuestra experiencia positiva, otros navegantes también han puesto baterías Dakota Lithium en sus embarcaciones. Ahora la empresa es una de las principales marcas de baterías en la navegación.

Ryan: Sophie empezó a grabar nuestras aventuras y a contar chistes con una cámara DSLR, una cámara estupenda que le regaló un amigo. Lo que empezó como un hobby se convirtió en un canal profesional de YouTube. Ahora, Sophie se gana la vida con sus grabaciones.

Sophie quería flexibilidad en su trabajo, así que también empezó a asesorar a empresas para crear contenido de e-learning, una extensión de su carrera como editora de vídeo.

Para ambos, navegar nos dio la libertad de reinventar nuestras carreras y nuestras vidas personales.

Gestionamos nuestro tiempo a solas de forma diferente a la mayoría de parejas

Sophie: En el barco, compartimos un espacio minúsculo 24 horas al día, siete días a la semana.

Trabajamos juntos en el camarote todo el día. El trabajo de Ryan le obliga a hablar mucho por teléfono, mientras que el mío me obliga a concentrarme mucho.

Hacer las dos cosas a la vez es realmente difícil en un espacio tan pequeño, así que tenemos que comunicarnos eficazmente.

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Después del trabajo, navegamos juntos y pasamos las tardes explorando puertos o en alta mar. Que nuestra relación se encuentre en un lugar estable es una parte importante para que esta vida funcione.

Hemos aprendido que, mientras otras parejas hacen pausas en su relación a lo largo del día, nosotros nos las tomamos a lo grande.

Ryan: Hace unos años, cuando Sophie me planteó que quería volver a Francia para pasar un tiempo a solas, me sentí amenazado. Sin embargo, nos dimos cuenta de que necesitábamos tiempo separados para seguir disfrutando de la vida en el barco.

Tenemos un gran terapeuta de parejas que nos ayuda a superar esta situación única.

Tener a nuestra perra Barnacle también nos ha ayudado porque nos anima a bajar del barco para sacarla a pasear.

Cuando tenemos la oportunidad, uno de nosotros consigue un escritorio en un espacio de coworking o saca tiempo para ir al gimnasio.

La recompensa de vivir en un velero es muy alta, pero también lo es el coste

Ryan: Vivir en un barco durante seis años es un sueño para algunas personas. Pero la verdad es que tenemos mucha responsabilidad sobre el otro.

Cuando Sophie sufrió una quemadura de tercer grado frente a las costas de África, tuve que actuar como su médico hasta que navegamos a España en busca de ayuda profesional.

Vivir en un velero significa trabajar juntos y confiar el uno en el otro como compañeros de tripulación y como pareja, todo lo cual requiere una excelente comunicación.

Cuánto cuesta navegar a tiempo completo

Sophie: El coste de la vida en el barco también puede variar drásticamente, dependiendo de la parte del mundo en la que te encuentres y de lo que estés haciendo.

Como siempre repite Ryan, se puede vivir en un barco con cualquier presupuesto, desde casi nada hasta vivir como un rey.

En el norte de Europa, podíamos arreglárnoslas con 1.500 dólares (1.370 euros) al mes. Pero en las Bermudas, todo –desde el anclaje y las tasas del puerto deportivo hasta los seguros y la comida– es bastante más caro.

Nos tomamos descansos de la navegación para pasar tiempo con la familia y los amigos

Ryan: A veces necesitamos tomarnos unas vacaciones, así que dejamos el barco un par de meses al año y nos vamos a tierra. Esto nos permite pasar más tiempo de calidad con nuestras familias en Francia y en Iowa. Si no estamos con la familia, nos quedamos con amigos o alquilamos un alojamiento en Airbnb.

Dondequiera que estemos, seguimos trabajando. Pero en tierra, las comodidades diarias como un inodoro con cisterna, un lavavajillas y duchas ilimitadas hacen la vida más cómoda.

En el mar, echamos de menos una comunidad que nos apoye. Hemos tenido que aprender a hacer amigos rápido y a despedirnos rápido, dos cosas difíciles. Hemos tenido que cultivar una relación sólida porque en el agua lo somos todo para el otro.

Queremos un barco más grande

Ryan: Nuestra próxima gran aventura implica comprar un barco más útil, con un espacio de trabajo separado para cada uno de nosotros y espacio para un poco más de tripulación.

De momento, estamos a punto de mudarnos a nuestro primer apartamento en seis años. Annapolis, en Maryland, será nuestra base en el futuro inmediato, aunque seguiremos navegando.

Como siempre ha dicho Sophie, queríamos construir nuestro trabajo en torno a la vida que queríamos vivir. Ocho años después, lo hemos conseguido.