Soy un ingeniero ejecutivo de Google y he realizado más de 1.000 entrevistas: estos son los 4 errores que más cometen los mejores candidatos

Daniel Rizea
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4 errores que cometen los mejores candidatos, según un ingeniero de Google.

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  • Daniel Rizea, ingeniero ejecutivo en Google, asegura que la mayoría de los candidatos cometen los mismos errores, independientemente de su antigüedad o experiencia.
  • Pero existen 4 errores que hasta los mejores candidatos suelen cometer: acudir a la entrevista cansado o no prepararse las preguntas de personalidad, entre otros. 

Soy ingeniero ejecutivo en una de las mayores oficinas europeas de wearables de Google. A lo largo de mi carrera, he realizado más de 1.000 entrevistas y he participado en comités y juntas de contratación.

He entrevistado a candidatos con diferentes formaciones y niveles de antigüedad, desde jefes de producto a ingenieros rasos, jefes de jefes y diseñadores de UX.

Independientemente de la función o la antigüedad, la mayoría de los candidatos cometen errores similares por los que no consiguen el trabajo. Incluso los candidatos más brillantes pueden caer en esta trampa.

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Daniel Rizea ingeniero ejecutivo en Google.

Daniel Rizea

Estos son los 4 errores más comunes que cometen hasta los mejores candidatos: 

1. Pensar que estás preparado para la entrevista porque eres bueno en tu trabajo

El primer error es lo que yo llamo la trampa del "halo de conocimiento". 

Ocurre cuando los candidatos saben que son buenos en su trabajo actual y confían en que eso será suficiente en la entrevista, generando la falsa sensación de que están preparados. La trampa está en que lo que se necesita para superar una entrevista puede ser muy distinto de lo que se hace en el trabajo diario.

¿Cuándo fue la última vez que algún ingeniero de software usó su conocimiento para resolver un problema relacionado con el trabajo? Las probabilidades son muy escasas, pero se espera que los candidatos sean capaces de hacer malabarismos con la teoría en una entrevista.

Es posible que tengan que resolver un problema codificando en un trozo de papel o diseñar sistemas sobre la marcha mientras debaten pros y contras. Codificar la solución en una pizarra o en un documento compartido en línea es muy diferente de lo que la mayoría de los ingenieros están acostumbrados a hacer en su trabajo diario.

Hacer buenas entrevistas es una práctica difícil. Si se llevan mucho sin hacer, lo más probable es que no salgan bien, independientemente de la antigüedad o experiencia.

La única forma de superarlo es practicar y recordar la teoría:

  • Intentar resolver las preguntas de la entrevista por tu cuenta y explicar en voz alta la solución.
  • Practicar código en un documento compartido o en un trozo de papel para acostumbrarse a la misma configuración que habrá durante la entrevista. Cuantas más preguntas algorítmicas y de codificación se hagan, mejor se entenderá cómo clasificarlas en categorías. Practicar dará un marco sobre cómo pensar en ellas. Así se aprende a identificar la complejidad y a hacer más eficientes ciertas soluciones.
  • Hacer simulacros de entrevistas. Buscar a un amigo que haga entrevistador o aún mejor, plantearle la entrevista a ChatGPT, son algunos de los recursos. Además, algunas empresas incluso ofrecen simulacros gratuitos de entrevistas a sus candidatos para prepararlos mejor.

Para hacerse con el puesto es necesario, además de los conocimientos para el mismo, prepararse la entrevista y cómo se desarrollará. Una de las herramientas para hacerlo son los libros que hablan sobre cómo destacar, además de practicar una y otra vez. La clave está en mucha práctica e ingeniería inversa del proceso de selección. 

 

2. Estar cansado

La mayoría de los candidatos sobrestiman su rendimiento en futuras entrevistas e ignoran pequeñas cosas que pueden ayudarles. Una de ellas es asegurarse de estar bien descansado antes de una entrevista.

Si no se descansa adecuadamente, lo más probable es que se experimente una caída repentina del coeficiente intelectual durante las entrevistas, ya que el grado de estrés durante el proceso es elevado.

He visto a muchos candidatos programar entrevistas después de un largo día de trabajo o al final de la semana laboral. Durante la entrevista, no les faltaban conocimientos, pero para mí estaba claro que estaban cansados. Respondían más lentamente a las insinuaciones (si es que las reconocían) y no entendían mis preguntas o seguían hablando de cualquier otra cosa irrelevante.

Lo confieso, yo también he cometido este error.

Programé una entrevista después de una jornada laboral de 10 horas. Me hicieron una pregunta de programación dinámica y no pude articular la solución durante la entrevista porque, de hecho, se me congeló el cerebro. Solo al final de la entrevista fui capaz de encontrar la solución cuando se me pasó el estrés.

Programar la entrevista en un momento en el que no se está en plena forma puede considerarse autosabotaje. Es mejor adelantar la entrevista a un día en el que no se esté muy cansado. Es poco probable que el entrevistador se enfade por ello, y lo más importante, se estará más espabilado y de mejor humor. 

Conocerse a uno mismo es una habilidad valiosa para las empresas.

3. No captar las indirectas y caer en la confusión

Durante las entrevistas, puede haber momentos en los que te quedes atascado.

La mayoría de los entrevistadores dan pistas, es decir, información adicional para guiar a los candidatos en el buen camino, pero si no se reciben, siempre se puede preguntar. 

Según mi experiencia, los aspirantes pueden caer fácilmente en bloqueos que no aportan información ni ayudan a los entrevistadores a evaluarlos correctamente. Una buena forma de evitarlo es hacer una pausa y preguntar a los entrevistadores si eso es lo que están buscando o si están pensando otra cosa.

En caso de duda o de recibir pistas contradictorias, es aconsejable ser directo y preguntarle al entrevistador qué es lo que espera.

Me gusta establecer expectativas claras con los candidatos antes de que empiece la entrevista. Suelo interrumpir bruscamente a los candidatos si veo que van por un camino que no deseo. Esto les beneficia porque les doy tiempo para demostrar habilidades específicas.

Tampoco es bueno abusar de pedir pistas. Depende de la antigüedad y el grado de dificultad, pero no es buena señal estar preguntando cada dos por tres.

4. No prepararse para las preguntas de personalidad

A la mayoría de los candidatos les aterrorizan las entrevistas conductuales o de soft skills. Las preguntas de algoritmos y estructuras de datos son más objetivas; se sabe si la has resuelto bien o no.

Pero las preguntas sobre personalidad son más subjetivas, y es más difícil saber si has contestado bien o no.

La buena noticia es que estas preguntas también pueden abordarse de forma analítica. La entrevista conductual valida el ajuste cultural con los valores de una empresa y la organización. Es así de simple.

Si se empieza desde aquí, se puede trabajar hacia atrás.

Uno de los recursos más eficientes en este caso es buscar los valores de la empresa en su página web o preguntar al responsable de contratación. Lo más probable es que hagan preguntas para averiguar si un candidato comparte esos valores o no.

Para las preguntas de comportamiento, los entrevistadores esperan respuestas en este formato:

  • ¿Qué ocurrió?
  • ¿Qué hiciste?
  • ¿Cuál fue el resultado?

Supongamos que una empresa considera el trabajo en equipo uno de sus valores fundamentales.

Para demostrar que se está acorde a estos principios, se deben buscar ejemplos de funciones anteriores en los que se haya ido más allá para ayudar a los compañeros a tener éxito o en los que el equipo haya mejorado gracias a ti. 

Se debe pensar en lo que pasó, lo que se hizo y cuál fue el resultado: tal vez el proyecto se llevó a cabo con éxito y con el que comenzó una nueva amistad. Ejemplos como este demostrarán que se tienen estos valores y que se podría encajar en la cultura de la nueva empresa.

Lo que nuca se debe hacer es inventarse historias. Lo más probable es que, si no se es un actor profesional, los entrevistadores se dan cuenta de que estás mintiendo.

Es mejor admitir que no se ha estado en una situación similar a la que el entrevistador describió. También se puede responder cómo crees que la abordarías.

He puesto a prueba mis consejos

Yo mismo experimenté con este consejo. Hice involuntariamente una prueba A/B con 2 entrevistas que tenía.

Para una de ellas, no me preparé en absoluto y programé la entrevista al final de mi jornada laboral. Para la otra, invertí unas 15 horas en recordar todos los algoritmos, complejidades, arquitecturas técnicas y mejores prácticas para tenerlos frescos en mi mente. 

También hice algunos ejercicios de pizarra y practiqué escribiendo código en un papel. Miré la descripción del puesto de trabajo de la empresa e intenté adivinar algunos de los retos a los que se enfrentan (crecimiento, tecnología, complejidad organizativa) y las necesidades que tienen de alguien que ocupe el puesto anunciado. Intenté encontrar ejemplos de mi experiencia pasada en los que hubiera superado con éxito esos retos.

¿Adivina cuál fue el resultado? Las respuestas de los entrevistadores fueron radicalmente diferentes. De "¿Cuándo puedes empezar? Vamos a reunirnos con los fundadores lo antes posible", a un rechazo inmediato. Yo era la misma persona, pero había hecho inversiones diferentes al preparar la entrevista.

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Como la mayoría de las cosas, el resultado de una entrevista se basa sobre todo en el esfuerzo que se ponga en ella.

Si preguntas a los candidatos por qué cayeron en estas trampas evidentes, la mayoría coincidirá en que fue un descuido por su parte. Por lo que he visto, la norma es que pasen algunos meses y vuelvan a cometer los mismos errores en el futuro.

Lo mejor que se puede hacer es prepararse para ello. No se debe olvidar que entrevistar es una habilidad. Merece la pena invertir algunas horas en practicar y prepararse para el trabajo que se desea y en el que se pasarán los próximos años. 

Nota: Las opiniones presentadas son del autor y no pueden atribuirse a ningún empleador pasado o actual.

Daniel Rizea es ingeniero ejecutivo en Google y escribe sobre gestión y liderazgo en tecnología. Es un entusiasta de la tecnología y antiguo fundador de startups.

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