El astronauta Bob Behnken, sobre la misión del Crew Dragon y SpaceX: "Fue como si estuviéramos dentro de un animal"

Los astronautas de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley dentro de la nave espacial Crew Dragon de SpaceX en la nave de recuperación, poco después de haber salpicado en el Golfo de México cerca de Pensacola, Florida, el domingo
Los astronautas de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley dentro de la nave espacial Crew Dragon de SpaceX en la nave de recuperación, poco después de haber salpicado en el Golfo de México cerca de Pensacola, Florida, el domingo
  • Los astronautas de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley completaron su misión en la nave espacial Crew Dragon de SpaceX al aterrizar en el Golfo de México el pasado domingo.
  • La abrasadora caída de la nave espacial a través de la atmósfera terrestre, el despliegue de los paracaídas y el amerizaje fueron según lo planeado.
  • Desde el interior de la tripulación de la Dragon, Behnken asegura que el viaje de regreso se sintió como "dentro de un animal", con violentas sacudidas en el camino.
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El pasado domingo, los astronautas de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley se sumergieron en la atmósfera terrestre a 25 veces la velocidad del sonido, disminuyendo la velocidad justo a tiempo para aterrizar a salvo en la costa de Pensacola, Florida, tras más de 2 meses en órbita de la Tierra.

El chapuzón concluyó su misión de exploración espacial a bordo de la nueva nave espacial de SpaceX —el Crew Dragon— a la Estación Espacial Internacional y de vuelta, convirtiéndolos en las primeras personas en volar a bordo de una nave espacial comercial. Cada paso en su viaje de regreso a la Tierra fue como estaba previsto.

"El aterrizaje fue más de lo que Doug y yo esperábamos", mencionó Behnken en una rueda de prensa el martes. "Personalmente mesorprendió la rapidez con la que se desarrollaron los acontecimientos". Aunque satisfechos con el proceso, Behnken añadió, "fue como si estuviéramos dentro de un animal".

De la misión en general, añadió, los astronautas tendrán sugerencias para ayudar a SpaceX y a la NASA a hacer que el Crew Dragon "sea un poco más cómodo" para los astronautas que se integren en futuros viajes espaciales

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Los momentos cruciales del proceso de aterrizaje, con la separación de la cápsula y el despliegue de los paracaídas, se sintieron "muy parecidos a ser golpeados en el respaldo de la silla con un bate de béisbol", en palabras de Behnken.

La primera de esas sacudidas se produjo cuando la cápsula se desprendió del tronco, una sección inferior equipada con tanques de combustible, paneles solares y otros equipos, que los astronautas ya no necesitaban. A partir de entonces, el viaje no hizo sino accidentarse.

"No suena como una máquina"

Una vez que empezaron a entrar en la atmósfera, el Crew Dragon "cobró vida", comenta Behnken, disparando su propulsor para mantener el rumbo. Los astronautas podían escuchar la atmósfera retumbando a su alrededor.

Behnken y Hurley a bordo de la nave espacial SpaceX's Crew Dragon el domingo
Behnken y Hurley a bordo de la nave espacial SpaceX's Crew Dragon el domingo

"Mientras tratas de controlarla, tu cuerpo no para de tambalearse", comparte Behnken. "Así que pudimos sentir esos pequeños balanceos y lanzamientos".

La nave espacial disparó sus propulsores continuamente, empujándose más hacia la atmósfera, emitiendo unos atronadores sonidos que Behnken logró grabar a medida que descendían.

"No sonaba como una máquina, era como un animal", resume.

Fue entonces cuando sintió que la cápsula se calentaba, y la fuerza de la gravedad de la Tierra tiraba de ellos por primera vez en 2 meses. Era como estar en una centrifugadora.

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Esa fuerza restringió sus movimientos, por lo que no pudieron levantar el cuello para mirar por las ventanas bajo sus pies. Si lo hubiesen hecho, podrían haber visto la capa de plasma abrasador que envolvía a la nave espacial, un "tono rosado muy fino", como Hurley lo describió en su experiencia previa en el transbordador espacial.

Luego los paracaídas se desplegaron, dándoles "una sacudida bastante fuerte", según Behnken. Unos minutos más tarde, la cápsula aterrizó en el océano.

"Sentimos la salpicadura y vimos que mojaba las ventanas", recuerda Behnken. "Fue un gran alivio, creo, para ambos en ese momento".

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