Mi noche con Cenicienta: dentro de Le Bal, el baile de debutantes más exclusivo del mundo donde los hijos de ricos y famosos entran en la alta sociedad

Maria Noyen
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Collage of images showcasing Teale Burrell at the debutante le bal
Maria Noyen; Alyssa Powell/Insider
  • Los asistentes de Le Bal des Débutants no pueden comprar las entradas para el evento, sino que son seleccionados previamente por la organizadora.
  • El vestido de Teale Burrell, invitada a la fiesta, tiene un precio de 25.000 euros.

El equipo de estilismo estaba entrando en pánico. Me encontraba en París y Le Bal des Débutants, el baile de debutantes más exclusivo del mundo, empezaba en solo 48 horas.

Al final de un largo pasillo del Hotel Shangri-La, en otro tiempo residencia palaciega de un descendiente de Napoleón Bonaparte, 18 jóvenes se preparaban para su debut en sociedad.

Apoyadas contra paredes de color crema, espejos de Hollywood forrados de bombillas iluminaban los rostros de las participantes. Las futuras debutantes, algunas de ellas vestidas con batas de lujo decoradas con logotipos y zapatillas a juego, se recuestan en sillas doradas mientras los maquilladores, provistos de una amplia colección de cosméticos Nars, se ponen manos a la obra.

Teale Burrell en Le Bal.

Maria Noyen/Insider

Era una prueba antes del evento principal, pero había un murmullo de entusiasmo entre las chicas. La mayoría se reunían por primera vez. Algunas descendían de antiguas dinastías reales; otras eran hijas de grandes figuras del mundo del espectáculo o de poderosos hombres de negocios.

El ensayo parecía ir sobre ruedas, pero había un problema: una de las diademas con diamantes incrustados de las chicas se negaba a quedarse en su sitio.

Teale Burrell tenía una solución en mente. El día anterior, había estado jugando con un hilo de pescar —que es maleable, transparente y resistente— y pensó que sería perfecto para fijar la diadema en su sitio.

A la izquierda, la entrada del hotel Shangri-La en París. A la derecha, una debutante baila en 'Le Bal des Debutantes'.
A la izquierda, la entrada del hotel Shangri-La en París. A la derecha, una debutante baila en 'Le Bal des Debutantes'.

AFP/Getty; Maria Noyen/Business Insider

Teale, que entonces tenía 17 años, fue una de las debutantes más jóvenes en la clase 2022 de Le Bal.

Ella fue también mi pase de entrada al lujoso evento, en el que pasé una noche como una mera mosca en la pared, presenciando muestras de asombrosa riqueza y privilegio, como nunca antes había visto.

Un año después, sigue siendo una noche que nunca olvidaré.

Una debutante del siglo XXI

Antes de seguir a Teale y Le Bal, lo más cerca que había estado de un baile de debutantes fue verlos en programas de televisión como El verano en que me enamoré y películas como Ella es el chico.

Lo que vi en pantalla me hizo reflexionar. El espectáculo me pareció anticuado y ligeramente degradante. ¿Quién, me preguntaba, participaría en algo así hoy en día?

Encontré mi respuesta en Teale, apodada "la rosa inglesa" por los organizadores de Le Bal.

Bertie, creció en Reino Unido junto con su hermano menor saltando entre las casas de su familia en Sussex, en el sureste de Inglaterra, y en Escocia. Su madre, Lady Louise Burrell, es hija del difunto duodécimo duque de Argyll, Ian Campbell. Campbell, fallecido en 2001, se consideraba uno de los hombres más ricos del Reino Unido en la década de 1970, tras haber amasado un patrimonio de 87 millones de libras, según publicó The Guardian en su obituario. También hacía referencia al hogar de la familia, una residencia palaciega escocesa cerca de Loch Fyne conocida como Castillo de Inveraray, cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.

Teale pasó parte de su infancia visitando Escocia, pero asistió a un internado privado para niñas en Inglaterra, donde los uniformes eran obligatorios y la mayoría de los estudiantes provenían de familias adineradas. Una vez, me contó Teale, una amiga del colegio descubrió casualmente un anillo Cartier —que costaba más de 790 dólares— en el bolsillo de su pijama.

Teale no estaba nada fuera de sitio en un evento de la alta sociedad (después de todo, su madre ostenta el título de "dama"), pero tampoco era exactamente lo que yo me había imaginado.

Ted Burell en su casa de West London.
Ted Burell en su casa de West London.

Maria Noyen/Insider

La primera vez que nos vimos fue en la casa familiar de varias plantas que, según el portal inmobiliario británico Zoopla, cuesta más de 3 millones de libras (unos 3,5 millones de euros) en una tranquila calle del oeste de Londres. Era el día de la prueba de su vestido para Le Bal, para la que faltaba más de un mes.

Teale me recibió emocionada en la puerta, vestida con vaqueros y un jersey azul marino sobre una camisa blanca con cuello. Llevaba el pelo rojo recogido en un moño ladeado.

Teale Burrell montando a caballo.
Teale Burrell montando a caballo.

Courtesy of Teale Burrell

Mientras esperábamos que llegara el vestido a su sala de estar, Teale —que pasó gran parte de su infancia en la granja de su familia en la campiña británica— me dijo que siempre se había sentido como en casa "al aire libre, haciendo labores prácticas, desde trabajar con maquinaria, montar a caballo o jugar en el barro".

Pero no haríamos nada de eso. Minutos después de mi llegada, sonó el timbre. El vestido estaba aquí: un artículo tan preciado que fue entregado personalmente por un miembro del equipo de Fovari.

Todos corrimos a la cocina familiar donde Teale, rodeada de encimeras de mármol, pinturas tradicionales y una cama para perros vacía, se probó su vestido por primera vez.

El vestido Fovari fue confeccionado a mano con tela de seda y tardó entre 80 y 100 horas en confeccionarse. También tenía un precio elevado: 25.000 euros. Teale lo usaría sólo una vez.

Al igual que el de Cenicienta, el vestido era enorme y envolvía a Teale en capas de tul y gasa. Pero una vez que la tela se asentó, quedó claro que el corpiño le quedaba como un guante.

"No puedo creerlo", dijo Teale mientras se miraba en un espejo de pie.

La modesta adolescente con la que había hablado momentos antes ya no estaba en la habitación. En su lugar, había alguien que parecía estar preparada para subir los escalones de la Gala del Met.

Teale probándose su vestido por primera vez.
Teale probándose su vestido por primera vez.

Maria Noyen/Insider

Le Bal no es un baile de debutante cualquiera

El periplo de Teale como debutante empezó como cualquier buen cuento de hadas: con la llamada de un hada madrina.

En esta historia, se trata de Ophélie Renouard, que fundó Le Bal en 1994 con la misión de resucitar una tradición de 200 años que comenzó en el Reino Unido. En sus tiempos de esplendor, los bailes de debutantes tenían un único propósito: hacer desfilar a las mujeres ante los miembros de la alta sociedad con el fin de encontrar una pareja adecuada para el matrimonio.

Los organizadores de Le Bal no rehúyen el origen histórico del evento. Pero cuando hablé por teléfono con Renouard antes de la edición del año pasado, quiso dejar claro que su evento había evolucionado.

Ophélie Renouard en London en 2010.
Ophélie Renouard en London en 2010.

Dave M. Benett/Getty Images

El evento se centra ahora en devolver algo a la sociedad, me explicó. En los últimos años, Le Bal se ha asociado con grupos humanitarios como el Instituto Seleni, que trabaja para proporcionar recursos que mejoren la salud mental perinatal, Enfants d'Asie, que promueve la educación de las mujeres en el sudeste asiático, y World Central Kitchen, la ONG fundada por el chef español José Andrés que proporciona comidas a comunidades en crisis.

Las debutantes tampoco están obligadas a usar vestidos blancos para simbolizar su virginidad. Y, asegura Renouard, nadie puede comprar entradas para el evento.

"Recibo peticiones todas las semanas. La gente me dice: 'Quiero que mi hija vaya al baile. ¿Cuánto cuesta? Bla, bla, bla'. No cuesta nada", me contó Renouard en 2022. "Invito a la gente porque me parece interesante y porque podemos contar una historia sobre ella".

La mayoría de las veces, esa "historia" trata de la familia de la debutante. Por lo que he averiguado, eso también significa que suelen ser ricos, de la realeza o famosos.

Las generaciones anteriores de debutantes de Le Bal incluyen a Lily Collins, hija del músico Phil Collins; Lauren Bush, nieta del expresidente George Bush; y Ava Phillippe, hija de Reese Witherspoon.

Le Bal en Paris, France, en 1900.
Le Bal en Paris, France, en 1900.

KEYSTONE-FRANCE/Gamma-Rapho via Getty Images

La generación de debutantes de Teale, reunida en el verano de 2022, no fue diferente. Entre ellos se encontraban Leah Behn, la hija de la princesa Marta Luisa de Noruega, que hizo su debut con un vestido rosa pálido de Giambattista Valli con escote a un hombro, y Annabel Zimmer, que llevaba un atrevido vestido gris de Jean-Paul Gaultier con un corazón rojo brillante.

De cara al baile de este año, el 25 de noviembre, Renouard ha ido anunciando poco a poco una nueva promoción de debutantes. Como era de esperar, también proceden de familias adineradas. Hasta ahora, la lista incluye a Liza Webster, hija del jefe de gabinete del expresidente estadounidense Bill Clinton, y a Advaitesha Birla, hija de un multimillonario industrial indio.

Nadie está allí para encontrar un marido.

Las motivaciones de los participantes también son muy diferentes a las de las debutantes del siglo XVIII. Ninguna de las debutantes con las que hablé el año pasado en Le Bal estaba allí para buscar marido.

El día de la prueba, pasé unos minutos charlando con la princesa Martha Louise mientras observábamos a su hija Leah, una debutante como Teale, posar para fotografías que aparecerían en revistas de estilo de vida. 

El día de la prueba, pasé unos minutos charlando con la princesa Marta Luisa mientras veíamos a su hija Leah —una debutante como Teale— posar para las fotos que aparecerían en las revistas de moda. La princesa me contó cómo los bailes de debutantes del pasado "se utilizaban básicamente para casar a las jóvenes y que dependieran de los hombres toda su vida". Las debutantes de hoy son independientes.

El vestido de Teale.
El vestido de Teale.

Maria Noyen/Insider

Teale tenía sus propios motivos para decirle sí a Le Bal. 

"Lo que realmente me atrajo fue toda la aventura que hay detrás", afirma Teale. "Es algo que no se puede hacer todos los días".

Quizá lo más importante es que ir a Le Bal fue una oportunidad para que Teale se liberara —aunque sólo fuera por una noche— seis meses después de perder a su padre por un cáncer de páncreas.

"Es como irse de vacaciones", afirma. "Cuando estás de vacaciones, dejas todos tus problemas en casa".

Su muerte la obligó a madurar rápidamente y de una forma que no esperaba, cuenta Teale. También puso muchas cosas en perspectiva. "De repente te das cuenta de lo que es importante y lo que no", reflexiona.

Llega cenicienta

Cuando mi Uber llegó al Shangri-La la noche de Le Bal, dos preocupaciones pasaron por mi mente: ¿sería apropiado el vestido negro de flores que me había prestado un amigo en el último minuto? ¿Y caminar con mis nuevos tacones de 45 euros?

Con un paso tambaleante tras otro, llegué a la entrada, donde un portero me hizo entrar a un mundo completamente nuevo de lujo. 

Cientos de invitados con vestidos hasta el suelo y esmoquin clásicos subieron por una escalera curva de mármol blanco, adornada con rosas y velas.

El hotel decoró la entrada con velas grandes y rosas.
El hotel decoró la entrada con velas grandes y rosas.

Maria Noyen/Insider

En lo alto de las escaleras, una orquesta formada por tres violinistas y un violonchelista nos recibió en el salón de baile. Las lámparas de araña brillaban desde arriba, iluminando la moldura decorativa de oro y mármol que rodeaba el techo de seis metros de altura.

A medida que los invitados bebían vino espumoso servido en copas de cristal, la charla en el salón de baile aumentaba de volumen. Hacia las 10 de la noche, el sonido de una campana señaló el comienzo de la cena.

Reconocí al menos a uno de los invitados: Hans Zimmer, el famoso compositor de Hollywood. Más tarde, me reiría para mis adentros cuando él y su hija Annabel se partían de risa intentando recordar los pasos del vals durante el baile padre-hija.

Zimmer desapareció en el comedor principal junto con otros padres de debutantes y VIP. Todos los demás, fuimos enviados a habitaciones laterales más pequeñas y separadas por grandes arcos.

Una nota manuscrita indicaba el asiento de cada invitado.
Una nota manuscrita indicaba el asiento de cada invitado.

Maria Noyen/Insider

Me senté en una mesa del rincón con otros periodistas y redactores, la mayoría de los cuales habían estado en Le Bal al menos una o dos veces. Mientras degustábamos una comida de tres platos poco memorable, algunos de ellos hablaban de eventos pasados, contando historias de los debuts de los famosos y pronosticando lo que llevaría cada debutante.

Se difundieron rumores de que una de las debutantes llevaba una pieza de joyería de la colección de María Antonieta, la misma Antonieta que fue decapitada por su vida real de excesos mientras la población francesa pasaba hambre.

Si alguien captó la ironía, nadie lo dijo en voz alta.

Por fin, el tan esperado debut

Después de la cena, llegó el momento que todos esperábamos: el maestro de ceremonias llamó la atención de todos sobre la entrada de cada debutante.

Cada vez que se anunciaba el nombre de una de ellas y el de su caballero, la sala estallaba en aplausos mientras las jóvenes iban pasando por las mesas al ritmo de una música pop-electrónica más propia de una pasarela.

Mientras tanto, el maestro de ceremonias enumeró sus logros y los nombres de sus padres.

No hubo sorpresas: miembros de la realeza, aristócratas e hijos de iconos de Hollywood. Algunos de los debutantes parecían sentirse perfectamente cómodos siendo el centro de atención, mientras que otros parecían ciervos sorprendidos por los faros.

Luego llegó el turno de Teale.

Con el pelo en un elegante recogido, entró en la sala agarrada de la mano de Archie Campbell, su primo y caballero, que lucía una falda escocesa tradicional.

Teale y su primo Archie Campbell hacen su entrada en Le Bal.
Teale y su primo Archie Campbell hacen su entrada en Le Bal.

Maria Noyen/Insider

Más tarde, en un balcón con vistas a la Torre Eiffel, Teale le dio una calada a un cigarrillo, con cuidado de no mancharse de ceniza su vestido de alta costura. Me dijo que no recordaba nada de su entrada, pues se había quedado en blanco por los nervios.

Cuando el reloj marcó la medianoche, los invitados que retozaban en el comedor, los bares y la terraza se reunieron en el salón de baile para el tradicional vals padre-hija.

Teale se quedó mirando mientras una princesa francesa iniciaba el baile en el centro del salón con su padre.

Noté que a Teale le brillaban los ojos, tal vez pensando en su propio padre, mientras observaba a la pareja deslizarse por la sala, balanceándose al unísono al son de El Danubio Azul de Strauss.

La exclusiva fiesta de Jeff Bezos para un club secreto cuyos miembros llevan medallas de oro, con Ivanka Trump y Bill Gates como invitados.

Minutos después, todas las debutantes salieron a la pista de baile con sus caballeros mientras la música clásica de cuerda retumbaba en el salón.

Por un breve instante, me sentí perdida en el tiempo viendo a princesas de hoy bailar con príncipes. Natasha Connery y Harper Peck, nietas de Sean Connery y Gregory Peck, respectivamente, se balanceaban juntas al ritmo de la música.

La princesa Hélène d'Orléans bailando con su padre el príncipe Carlos Luis de Orleans en Le Bal.
La princesa Hélène d'Orléans bailando con su padre el príncipe Carlos Luis de Orleans en Le Bal.

Maria Noyen/Insider

A mitad del baile, vi a Teale con un par de zapatillas de deporte desgastadas, casi ocultas por su vestido largo hasta el suelo.

"Eran unas zapatillas asquerosas que estaban gastadas", me confesó Teale, revelando que se había escabullido para cambiárselas porque le dolían tanto los pies de llevar tacones que había llorado.

A medida que avanzaba la noche, se hizo evidente que yo seguía en el siglo XXI.

De vez en cuando, veía el flash de una cámara: debutantes tomándose selfies y documentando la velada en fotografías, bereals y tiktoks. Entre ellos se encontraba un vídeo subido por Annabel Zimmer que mostraba los looks del día de las debutantes. El video, que luego acumuló más de 2,8 millones de visitas en TikTok, les muestra posando con sus vestidos de alta costura.

Le Bal llegó a su fin en las primeras horas de la mañana con un puñado de padres bailando September de Earth, Wind and Fire. Sus hijos, sin embargo, habían cambiado la alta costura por la ropa de calle y estaban reunidos en el vestíbulo para llamar a un taxi y salir de fiesta por París.

Para ellos, la noche no había hecho más que empezar. "No nos fuimos a la cama", me dijo Teale en una llamada días después de Le Bal, con la voz ronca por haber estado de fiesta hasta las 6 de la mañana.

El final de un cuento de hadas

Casi un año después de Le Bal, Teale me advierte: "Esta no será la historia que probablemente quieras escuchar".

Teale, que ahora tiene 18 años, me llama desde Les Roches, una prestigiosa escuela de hostelería en las montañas de Suiza donde comenzó la universidad con la esperanza de forjarse una carrera en la industria y hacerla más sostenible. Quería saber cómo se había sentido recordando su paso por el evento y si volvería a repetirlo.

"Me encantó todo. Cada momento", dijo.

Pero cuando llegó a casa, la realidad la golpeó.

debutante le bal Teale
Maria Noyen/Insider

Tras la publicación de artículos de revistas y tiktoks virales, Teale recibió una atención inesperada, incluyendo algunas propuestas de matrimonio de desconocidos, junto con comentarios de personas que criticaban el evento por considerarlo "anticuado" y clasista.

"Yo diría lo mismo si no hubiera estado allí, viendo a un montón de chicas con joyas fantásticas, vestidos fantásticos, caminando por una habitación, haciendo el tonto", dijo. "Estaría tan celosa. Diría: '¿Por qué no puedo hacer yo eso?".

En las semanas posteriores a Le Bal también se vio afectada por una oleada de dolor al tener que lidiar con la muerte de su padre. Combinado con el estrés de los exámenes finales, dio como resultado lo que ella describe como un "colapso" durante las vacaciones.

No fue el final que esperaba oír de ella, aunque Teale añade que la mayoría de los comentarios dirigidos a ella en internet fueron positivos, lo que le dio una muy necesaria "inyección de confianza mental".

Le Bal también abrió un nuevo capítulo para Teale y su madre, una antigua debutante.

"Después de París, se dio cuenta de lo adulta que era", dice Teale. "De repente se relacionó conmigo por primera vez en mucho tiempo".

La historia de Cenicienta de Teale ha terminado, pero para otros no ha hecho más que empezar.

Este sábado 25 de noviembre, Le Bal 2023 dará la bienvenida a una nueva generación de adolescentes debutantes. Al igual que Teale, se sentirán como si hubieran entrado en un cuento de hadas.

Pero, como Teale bien señala, los cuentos de hadas no duran para siempre. Se acaban.

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