El bandido del tiempo: auge y caída del mayor distribuidor de relojes de lujo de Estados Unidos

David Kushner
| Traducido por: 
Anthony Farrer, alias el 'Caballero del Reloj', se hizo famoso por vender relojes de lujo. Entonces los federales lo atraparon.

Richard Chance para Business Insider

  • Anthony Farrer, alias el 'Caballero del Reloj', era un joven con una infancia dura que acabó casi por casualidad en el sector de relojes de lujo.
  • Se convirtió en el mayor distribuidor de este producto y proyectó una vida de ensueño en las redes sociales, hasta que la policía lo detuvo por estafa. Ahora se encuentra a la espera del juicio.

Al anochecer, el hombre más buscado de Reddit se refugió en su guarida secreta: un almacén detrás de un gimnasio en el barrio de Venice en Los Ángeles (California, Estados Unidos). "Tengo otro almacén lleno de mercancía. Todavía tengo un montón de seguidores",  me asegura Anthony Farrer mientras le sigo al interior.

Farrer es más conocido como Timepiece Gentleman, algo así como el "Caballero del Reloj", el vendedor online más ostentoso del sector de los relojes de lujo, que mueve 75.000 millones de dólares (casi 70.000 millones de euros). Tan en forma como su héroe, Mark Wahlberg, a quien se parece tanto que lo apodaron Marky Mark en el instituto, este tejano de 35 años vestía pantalones cortos negros largos, una camiseta negra ajustada y una elegante gorra negra de TPG tapando su cabeza rapada. 

Durante el boom de los relojes en la pandemia, cuando aquellos que se enriquecieron con las criptomonedas se gastaban millones en Rolex y Patek Philippes de seis cifras, Farrer se hizo famoso en internet por sus vídeos. En ellos aparecían jets privados, catering de lujo de sushi e imágenes de su Audi R8 rojo cereza de 170.000 dólares en un aparcamiento de Office Depot (al menos hasta que el guardia de seguridad le pidió que se marchara). 

Tras acumular decenas de miles de seguidores en Instagram y YouTube, dio a conocer el turbio mundo de la venta de relojes, mostrando cómo evaluaba los relojes, hacía tratos y desarticulaba a los vendedores de falsificaciones. "Era algo que la gente nunca había visto. Levantó literalmente el telón de esta industria multimillonaria que nunca antes se había mostrado", explica Roman Sharf, un veterano vendedor de relojes.

Dentro de su almacén, Farrer me enseña su inventario: sudaderas con capucha de marca ("hechas en la misma fábrica que Balenciaga y Prada", según asegura), correas de cuero personalizadas para relojes ("maletines de 1.200 dólares de alta calidad") y soportes de mármol negro para relojes ("para cuando estás sentado en tu escritorio y no quieres que se te raye el reloj", según explica). No obstante, en una estantería más alejada se apilan las muestras de su realidad actual, mucho menos glamurosa: latas de atún, pastillas de jabón, un par de almohadas y un saco de dormir. 

El hombre que en su día fue noticia por alquilar el apartamento más caro de Los Ángeles (un ático en el centro de la ciudad por el que pagaba 90.000 dólares al mes, o casi 84.000 euros) había pasado a ser un sin techo. "No puedo permitirme seguir gastando dinero, así que duermo en la playa", explica. Durante las dos últimas semanas había estado sobreviviendo gracias a las latas, duchándose en un gimnasio y durmiendo en un puesto de socorristas en Venice Beach. "Llevo tres meses sin comer sushi", se lamenta.

Farrer se había dado a la fuga. Según el FBI, el 'Caballero del Reloj' financiaba su estilo de vida dirigiendo un "esquema tipo Ponzi de relojes de lujo". Según las autoridades, había estafado millones a sus adinerados compradores a través de internet, llevándose sus relojes para venderlos en consignación y utilizando después los beneficios para comprar más relojes, todo ello en una carrera desesperada por adelantarse a sus acreedores. Farrer, un chico de acogida de Texas, se había introducido en el mundo de los relojes de lujo, desafiando sus reglas no escritas y sacando a la luz sus secretos más sórdidos. Pero en el proceso, había recurrido a técnicas que no eran de fiar, en el mejor de los casos, y delictivas, en el peor. No es de extrañar que los detectives de Reddit, que llevaban años trabajando para acabar con él, le pusieran un apodo propio de un estafador: el Lobo de "Watch" Street.

"La gente piensa que soy un monstruo. Pero no quiero que un pequeño fracaso borre todo lo que he hecho", confiesa Farrer mientras baja la puerta de su almacén y la cierra con llave.

Al día siguiente, agentes del FBI irrumpieron en el almacén y detuvieron a Farrer por 11 cargos de fraude electrónico y postal.

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El Caballero del Reloj compró su primer reloj en la misma época en que le clavó dos cuchillos de carnicero a su padre. Era 2005 y Farrer, de 17 años, vivía con sus padres adoptivos en la ciudad de Sherman (Texas, Estados Unidos. El reloj, que compró con 120 dólares (111 euros) de su sueldo en la cadena de cómida rápida Buffalo Wild Wings, era un Fossil con una esfera que parpadeaba en azul y verde. Los cuchillos, uno en cada mano, eran de procedencia desconocida.

Según el informe policial, Farrer insistió en que había sacado los cuchillos en defensa propia después de que su padre le golpeara en la cara por no arreglar una valla. Fue, me dijo, una reacción a años de maltratos y restricciones. "En lugar de que yo le tuviera miedo, quería que él me tuviera miedo a mí por una vez. En realidad, no pretendía apuñalar a nadie", me explicó. Sus padres dijeron a la policía que su hijo había empujado primero a su padre y amenazado con matarlo. Farrer fue acusado de agresión con agravantes con un arma mortal, lo que supuso otra de sus muchas estancias entre rejas.

Según sus propias palabras, Farrer era un niño enfadado. Enfadado porque sus padres eran demasiado estrictos. Enfadado por no poder ser como los adolescentes populares que veía en la tele. Enfadado por razones que no podía explicar. Al principio, volcaba su furia en el gimnasio, volviéndose adicto al ejercicio. Entonces, su hermano gemelo, Cameron, murió en un accidente de moto y algo se rompió en su interior. "Quería enterrar ese trauma. Me volví loco", decía. Durante años estuvo entrando y saliendo de la cárcel por conducir ebrio, pelearse estando borracho y por darse a la fuga, siendo perseguido a alta velocidad por la policía.

Pero a pesar de todo, siempre volvía a casa con sus relojes. Coleccionarlos se había convertido en una obsesión. "Los tenía para cada atuendo, para cada ocasión", me dijo. Sin duda, era un pasatiempo caro para un chico pobre de los suburbios. Así que se los pagó con una de las pocas opciones laborales que encontró siendo un joven exconvicto. Mientras trabajaba como bailarín en un bar gay de Dallas, Farrer daba "masajes eróticos" a clientes bajo el alias de Travis Baker. Al poco tiempo, no solo llevaba relojes caros en sus muñecas, sino que descubrió que podían proporcionarle un lucrativo negocio extra. Con un solo reloj Breitling Superocean Heritage ganó 1.000 dólares (930 euros), más que con varios finales felices juntos.

Tras la muerte de su gemelo, Farrer financió su obsesión por los relojes trabajando como bailarín en un bar gay..
Tras la muerte de su gemelo, Farrer financió su obsesión por los relojes trabajando como bailarín en un bar gay..

Richard Chance para Business Insider

En 2018, Farrer acababa de salir de prisión tras conducir otra vez bajo los efectos del alcohol. Se había perdido la muerte de su madre y el nacimiento de su hijo. Sin blanca y con una pulsera en el tobillo para vigilarlo, decidió reinventarse en el único lugar donde se podía crear una identidad completamente nueva y gratis: internet. Todo lo que necesitaba era el nombre adecuado para su negocio de relojes de lujo: algo distintivo, algo memorable. "Porque un día me conocerán hasta el punto de acercarse y llamarme por mi nombre de Instagram", imaginó. En su mente, veía cómo sería el vendedor de relojes de lujo definitivo. "Un soltero codiciado. Un tipo rico en su ático en alguna parte", pensó.

Y así fue como Anthony Farrer se transformó en el Caballero del Reloj.

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El mercado gris de los relojes de lujo ha evolucionado mucho desde los sórdidos tipos que vendían Rolex en Times Square. Gracias a los llamativos coleccionistas y lo que muestran en las redes sociales, una nueva generación de aficionados gasta miles de millones en relojes como inversiones alternativas que superan al S&P500. Según un reciente informe de Boston Consulting Group, el precio medio de los relojes de gama alta creció un 20% en los últimos cinco años. Y hoy, casi un tercio de todas las compras de relojes de lujo, por un valor estimado de 22.000 millones de dólares (casi 20.500 millones de euros), son de segunda mano. Aunque esto no es ilegal, tampoco está regulado, lo que significa que cualquiera con una cuenta de Instagram y fotos de relojes de lujo puede empezar a vender joyas. Y eso a Anthony Farrer le pareció una gran oportunidad.

Para labrarse una carrera como el Caballero del Reloj, Farrer se puso al día de la jerga del sector, desde las ruedas de escape y los barriletes hasta los flinques y los guilloches. Es una parte consagrada de las ventas de relojes: a los compradores les encanta utilizar su propio lenguaje especializado, esa la marca de un verdadero entendido. Farrer también estudió cursos online sobre relojería y marketing en redes sociales, sumergiéndose en las técnicas de venta. Luego, cada noche, cogía una mochila negra repleta de relojes y se dirigía a la barra de un asador de Dallas. Pero no iba a beber: seguía en libertad condicional y se mantenía sobrio. Iba a trabajar.

Empezó con los compradores. Los que compran relojes de lujo no son solo famosos como Mark Wahlberg y Kevin Hart. Son tipos que se ganan la vida como albañiles, fontaneros... personas, se dio cuenta Farrer, que "habían salido de la nada", igual que él. Buscaba a sus objetivos por lo que bebían y los relojes que llevaban: solo se fijaba en los que bebían alcohol de alta graduación y llevaban relojes de alta gama. Entonces se acercaba.

"Me colocaba a su derecha para que vieran mi reloj. Ese era mi objetivo. Cada vez que cogía agua, mi reloj les estorbaba. Y me limitaba a esperar. Siempre les dejaba tomar la iniciativa. Y en cuanto inician una conversación, me abría al diálogo", describía Farrer.

Con sus técnicas aprendidas en YouTube, Farrer contó una buena historia a los tejanos del bar: un chico de pueblo en la gran ciudad, que había vendido su único reloj tras salir de la cárcel por 1.000 pavos y que ahora seguía vendiendo junto a otros chicos buenos como él para redimirse de su pasado delictivo. No importaba que no tuviera una tienda, ni mucho menos inventario. Tenía internet. Usando fotos de artículos ajenos, inundó Craigslist e Instagram con relojes que hizo pasar por suyos. Además, rompió un tabú en el comercio de relojes, concretamente de sus abultados márgenes, al publicar el precio real de venta al público de cada reloj. A los compradores les gustó la transparencia. Al poco tiempo, tenía más de 35.000 seguidores. "Para una cuenta de relojes, era el equivalente a que una tía buena tuviera tres millones de seguidores. Salvo que yo ganaba dinero", presumía.

Para elevar aún más su perfil, Farrer contrató a Darby McVay, un videógrafo, para que le siguiera y grabara vídeos para YouTube. A pesar del asombroso tamaño del sector de los relojes de lujo, nadie había pensado en comercializar su glamour. Farrer vio la oportunidad de aprovechar su historia de superación personal, y ganarse con ella a los compradores.

Farrer había conocido a McVay y a su novia, Liz Guilliams, una pareja aficionada a los tatuajes que filmaba a influencers locales y modelos de fitness, a través de una modelo con la que había estado saliendo. Guilliams, que se convirtió en la asistente personal de Farrer, pensó que tenía un don para hacer que su afición friki pareciera guay. "Habla de ello como un fanático de las zapatillas. Lo explica de un modo que lo hace atractivo", relata.

'Me colocaba a su derecha para que pudieran ver mi reloj', contó Farrer.
'Me colocaba a su derecha para que pudieran ver mi reloj', contó Farrer.

Richard Chance para Business Insider

En los vídeos de YouTube, la cámara sigue a Farrer mientras explica los trucos del oficio y se deleita con su estilo de vida: gastar 18.000 dólares (unos 16.700 euros) en uno de los restaurantes de Salt Bae o pasear por Dallas en un Lamborghini negro. La combinación entre esa información privilegiada y vida de lujo encantó a los espectadores; en poco tiempo, el canal contaba con más de 110.000 suscriptores. Y cuanta más atención recibía Farrer, más quería. "Pasaba 15 horas al día en las redes sociales. Si hacía un post, me sentaba dos horas y respondía a todos los comentarios", explicó.

Su sincronización, por así decirlo, resultó impecable. Por aquel entonces, los millonarios cripto empezaban a recurrir al mercado secundario de relojes, generando una gran cantidad de nuevos clientes. "Hay chavales jóvenes que ganan mucho dinero", pensaba Farrer. En 2021, facturaba cuatro millones de dólares al mes (3,72 millones de euros). Incluso prometió a sus seguidores que pronto tendría una tienda física, que ya tenía su nombre en la puerta.

Pero no todo el mundo le creía. Un promotor inmobiliario y coleccionista de relojes de Dallas, conocido por su apodo en Reddit, Crimepiece, recuerda que desconfió mucho de Farrer cuando se encontró con él en un Starbucks para comprar un reloj. "Me di cuenta de que este tipo no sabía nada de relojes. Me dio una sensación realmente espeluznante", cuenta Crimepiece. 

Y parecía que sus sospechas eran ciertas. El 29 de junio de 2021, las cuentas de Farrer en las redes sociales se cerraron de repente. También lo hizo su tienda, logotipo dorado incluido. Un titular de la web especializada Watch Collecting Lifestyle confirmó los temores de todos: "El Caballero del Reloj parece haber desaparecido con millones de dólares", publicó.

El blackout, como llegó a conocerse entre los frikis de los relojes en Reddit, resultó ser una artimaña publicitaria que salió mal. La idea le había parecido novedosa a Farrer: desaparecer durante una semana mientras colaboraba con organizaciones benéficas locales y volver a abrir para revelar el buen trabajo que había hecho. Pero la gente pensó que les había robado el dinero y se largó. "Sabíamos que la gente iba a hablar de ello. No teníamos ni idea de que iba a ocurrir tan rápido ni tan negativamente", dijo Farrer.

casio retro

Un conocido relojero escandalizado por el Blackout fue Sharf, el veterano vendedor de relojes. "La intención era buena, pero la ejecución fue terrible", expresa. Sharf se había convertido en una especie de padrino de Farrer, respondiendo por él ante distribuidores experimentados y apareciendo en sus vídeos de YouTube. Pero ahora le decía a su pupilo estrella que había violado el principio más importante del negocio de los relojes: la confianza. "Este es un mundo muy, muy pequeño. Lo que uno hace se refleja mal en los demás", le dijo a Farrer. 

Pero para Farrer, la mala prensa no existía. "Un montón de traficantes se enfadaron, pero no me importan. Todo el mundo sabía quiénes éramos después de aquello. Todo el mundo en la industria relojera había oído hablar de nuestro nombre", me dijo. Impulsado por la atención, empezó a verse a sí mismo como el hombre más importante del sector. "Le subió el ego hasta un punto peligroso", recuerda McVay, el videógrafo. Para enseñar a otros los trucos del oficio (y generar una nueva fuente de ingresos) Farrer empezó a ofrecer cursos de coaching online. "Era como el chico malo de la industria relojera", dice Guilliams.

Scooter Braun.

Aprovechando la notoriedad del Blackout, Farrer decidió trasladar su negocio de relojes al mercado más deslumbrante de todos: el mundo de Los Ángeles, repleto de famosos. En Dallas, era difícil vender un reloj por 100.000 dólares (93.100 euros). En Los Ángeles, los compradores solían desembolsar seis cifras por un solo reloj. "Aquí parecía que el dinero no tenía fin", dijo Farrer. Además, el sushi estaba para morirse. 

"Voy a comer a Nobu Malibu para vender un reloj. Gano 10.000 dólares y luego vamos a Santa Mónica, junto a la playa, vendemos otro reloj y comemos otro sushi en otro sitio", contaba. Alquiló el que se anunciaba como el apartamento más caro de la ciudad, un ático de 19.000 metros cuadrados y dos plantas con un rocódromo, tres bares y vistas panorámicas de la ciudad: el apartamento de fantasía en el que siempre había imaginado al Caballero del Reloj. 

Dijo a una revista inmobiliaria local que planeaba invertir un millón de dólares en el lugar para añadir un spa, una sauna y cuatro salones al aire libre, cada uno con un paisaje diferente. "Un proveedor de artículos de lujo está trayendo ambiciones del tamaño de Texas al centro de Los Ángeles", decía la revista.

Farrer alquiló el apartamento más caro de Los Ángeles, el tipo de lugar en el que siempre había imaginado que vivía el Caballero del Reloj.
Farrer alquiló el apartamento más caro de Los Ángeles, el tipo de lugar en el que siempre había imaginado que vivía el Caballero del Reloj.

Richard Chance para Business Insider

Pero para los que estaban dentro del mundo de Farrer, sus ambiciones y sus cifras no cuadraban. "No se consiguen Ferraris y Lamborghinis vendiendo relojes con estos márgenes tan estrechos", indica Crimepiece. Los que rodeaban a Farrer intentaron advertirle de que su lujoso estilo de vida era insostenible. "Todo el mundo le decía que era estúpido", recuerda McVay. Pero Farrer dijo que había recibido una inyección millonaria de un inversor anónimo, que aparecía de forma destacada (a través de un cambiador de voz que sonaba como Darth Vader) en varios vídeos de su canal. Farrer recaudó millones más vendiendo su colección personal de relojes y planeó alquilar el ático para fiestas.

Pero entonces su pasado le alcanzó. Desde el Blackout, los observadores de Farrer en Reddit habían estado indagando en su historia personal, buscando trapos sucios. En marzo de 2022, la mañana de su 34 cumpleaños, Farrer se despertó con una captura de pantalla en Reddit de su anuncio sin camiseta de sus días en rentmasseur.com. Allí aparecía como Travis Baker, anunciando "masajes sensuales y eróticos", haciendo alarde de sus abdominales y un plato de panceta protegiendo estratégicamente su ingle. La descripción de la publicación: "Me he quedado sin palabras".

Para Farrer, sin embargo, la conmoción dio paso rápidamente al alivio. "Fue como si me quitara un peso de encima. El mayor secreto de mi vida ha salido a la luz", me dijo. Antes de la publicación en Reddit, relata Guilliams, Farrer siempre parecía un "robot", una cualidad que él mismo admite. "Soy muy bueno reprimiendo las emociones", dijo. Pero después de que el anuncio del masaje llegara a internet, su vulnerabilidad le hizo parecer más humano. "Si alguno de vosotros no quiere estar aquí, si no queréis ser mis amigos por ello, lo entiendo perfectamente", planteó a su equipo. Pero Guilliams y McVay permanecieron a su lado. Junto con otros miembros del equipo, vivían y trabajaban en una casa en Hollywood Hills que Farrer alquilaba por 50.000 dólares al mes (unos 46.500 euros).

Una noche, cuando Guilliams estaba ya en la cama, vio algo que la aterrorizó. "Estaba desnuda y poniéndome crema, viendo la tele de espaldas a la ventana", recuerda, cuando vio a alguien de pie en el jardín que la miraba. "Hay alguien fuera", gritó. Cuando ella y Farrer salieron corriendo, encontraron la puerta trasera abierta.

Unas noches más tarde, mientras Guilliams veía la televisión en la cama con McVay, oyeron gritar a Farrer: "¡Ayudadme! Despierta!". Lo encontraron temblando en ropa interior, con las manos y los pies atados con cremalleras. Les dijo que le habían despertado cuatro hombres de negro, apuntándole con pistolas y exigiéndole sus relojes. Farrer no estaba muy seguro de lo que se habían llevado: en lugar de guardar su colección en una caja fuerte por la noche, solía exponer sus relojes junto a la cama. "Me gusta mirarlos", me dijo. Incluso después de que Guilliams descubriera al desconocido en el jardín, Farrer guardaba relojes por valor de 2,5 millones de dólares (2,33 millones de euros) en un maletín detrás de su cama, junto a su máquina elíptica. Sin embargo, los ladrones, milagrosamente, solo se llevaron una mochila que contenía unos 30.000 dólares (unos 28.000 euros) en relojes y dinero en efectivo.

El robo, según los estándares de Farrer, resultó ser bueno para el negocio. El tipo que acababa de alquilar el ático más caro de la ciudad aparecía ahora en la televisión local, luciendo una gorra con publicidad de su canal mientras relataba el dramático robo. Los intrusos nunca fueron detenidos. Mirando hacia atrás, Guilliams se pregunta si todo el asunto fue otro truco publicitario, alimentado por la insaciable necesidad de Farrer de llamar la atención. "Tenía muchas ganas de que le vieran", dice.

Farrer perdió 30.000 dólares en el atraco, pero algunos se preguntaron si se trataba de otro truco publicitario.
Farrer perdió 30.000 dólares en el atraco, pero algunos se preguntaron si se trataba de otro truco publicitario.

Richard Chance para Business Insider

El robo resultó ser el menor de los problemas de para el Caballero del Reloj. Poco después del incidente, Farrer intentó vender su Audemars Piguet Royal Oak de 300.000 dólares (279.300 euros), un deslumbrante reloj de oro blanco con esfera púrpura. Farrer lo había puesto en venta por 330.000 dólares, con la esperanza de obtener su habitual beneficio del 10%. Pero ahora, descubrió, no podía llegar al punto de equilibrio. Acabó perdiendo 100.000 dólares. "Fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos perdidos", recordó.

En abril de 2022, la burbuja de los relojes de lujo (inflada por la extraña combinación de la pandemia y las criptomonedas) estalló de repente. "Tenía que estallar en algún momento. No pensé que sería entonces", afirmó Farrer. Había estado dirigiendo un negocio de consignación, revendiendo relojes para clientes y llevándose una comisión del 5%. Pero con el mercado desplomándose un 20%, Farrer empezó a entrar en pánico. El día que terminó su libertad condicional por conducir bajo los efectos del alcohol, se deshizo de su monitor de tobillo y empezó a beber de nuevo.

Guilliams nunca había lo había visto así, y era "absolutamente odioso. Tiene esa mirada y te das cuenta de que va a ser una mala noche", cuenta. Cuantos más vodkas bebía, más dinero gastaba en coches deportivos, apuestas en Las Vegas y trabajadoras sexuales muy caras. "Empezaba a beber y a gastar y gastar y gastar", dice. Y lo financiaba, admite, de una forma terriblemente similar a un esquema Ponzi. "Mi defecto era que estaba haciendo una doble inversión. En lugar de devolvértelo inmediatamente, cogía ese dinero para comprar más existencias y luego intentaba venderlas rápidamente para ganar algo de dinero y luego pagártelo", contó él. En otras palabras, vendería tu reloj por ti, pero buena suerte si te devolvía el dinero rápido.

Mientras Farrer seguía colgando en internet sus vídeos, los clientes a los que estafaba empezaron a reaccionar. Wesley Stokes, propietario de una empresa de fontanería en Carolina del Sur, tenía relojes por valor de 2 millones de dólares (1,86 millones de euros) en consignación con Farrer cuando, de repente, cesaron los pagos. "Iba a venderlos y al final se iba a quedar con una pequeña comisión, pero en lugar de eso, vendió muchos y nunca me pagó", dice Stokes. Stokes envió un furgón blindado a la oficina de Farrer para conseguir el dinero, pero salió con las manos vacías. "Todavía me debe un millón", cuenta.

He sido un completo degenerado. Probé un poco el éxito, toqué el cielo con las manos, y pensé que no acabaría nunca

Bob Schober, propietario de una empresa de tejados en Scottsdale, Arizona, había sido un fiel cliente de Farrer desde que lo vio venderle un reloj Richard Mille al cornerback de los Cleveland Browns de la NFL Joe Haden. "Pensé que este tipo era completamente de fiar. Al principio no podrías haberme convencido de lo contrario", recuerda Schober. Pero tras el robo, la caída del mercado y las incesantes publicaciones de Farrer en las redes sociales, Schober empezó a sospechar de las partidas que le guardaba el Caballero del Reloj. "Tiene relojes míos por valor de 200.000 dólares y he oído que no paga a la gente el dinero que debe", relata Schober.

El pasado mes de julio, cuando Schober se dio cuenta de que sus relojes ya no aparecían en la web, llamó a Farrer para enfrentarse a él. Farrer, que recientemente se había alojado en casa de Schober tras entregarle un reloj, le consideraba un amigo. Así que le confesó la verdad estando borracho.

"Voy a decirle a todo el mundo que tengo una deuda de cinco millones de dólares (4,66 millones de euros). He sido un completo degenerado. Probé un poco el éxito, toqué el cielo con las manos, y pensé que no acabaría nunca. Así es como he vivido mi vida en los últimos años: pensando que nunca acabaría, que era demasiado bueno en lo que hacía. Era demasiado famoso, demasiado popular. Era el líder de todo esto en la industria... y dejé que todo eso me hundiera", le dijo a Schober por teléfono. También afirmó que era "demasiado listo" para que le robaran, lo que alimentó las sospechas de Schober de que el robo en su casa había sido un montaje.

Pero esta vez, el alivio que sintió Farrer al confesar no duró mucho. Schober grabó la llamada en secreto y publicó los 18 minutos de la misma en TikTok, junto con una advertencia a cualquier otra persona que hiciera negocios con el Caballero del Reloj. Luego acudió a la policía.

En lugar de responder con arrepentimiento y ofrecerse a arreglar las cosas, Farrer se sintió traicionado por Schober. "Se lo conté porque estaba muy estresado. Me estaba comiendo vivo hasta el punto de que bebía todas las noches, no hacía ejercicio, solo comía mierda, no me gustaba en lo que me estaba convirtiendo. Estaba en un pozo. Y quería a alguien a quien poder contárselo de una vez, para no seguir guardándomelo dentro, pero que también me diera consejos", me dijo. Sin embargo, cuando marcó rápidamente a Schober, descubrió que su número estaba bloqueado.

Farrer se había pasado la vida huyendo, desde que no era más que un joven adoptado: de su padre, de la ley y, sobre todo, de sí mismo. Las pocas veces que la verdad sobre su vida había salido a la luz, se había sentido desahogado, solo para volver a joderlo todo poco después. El pasado agosto decidió sincerarse todo lo que le permitía su versión de sí mismo. Sentado frente a los elegantes armarios de su cocina blanca, con un rollo de papel de cocina vacío en un soporte, Farrer grabó un vídeo para YouTube. Durante 14 minutos habló de sus adicciones, su deuda y sus mentiras. Todo lo que quería, dijo, era ser popular como aquellos a los que envidiaba, y eso le había llevado a obsesionarse con lo que él llamaba "este estilo de vida flexible".

"No quería que la gente pensara que era un fracasado. No quería que la gente pensara que era un fraude, un farsante. Me había acostumbrado a este estilo de vida, y recibir ese tipo de atención me arruinó", dijo ahogando las lágrimas.

La noche antes de que el FBI le detuviera en su almacén, Farrer me contó que no era culpable de nada más que de estar endeudado. "No es un esquema Ponzi. Un esquema Ponzi es cuando engañas a sabiendas. Yo nunca hice eso", insistió mientras nos dirigíamos al exterior. 

Tras entrevistar a 20 de los clientes de Farrer, el FBI le detuvo por un delito de fraude que podría costarle 20 años de cárcel.
Tras entrevistar a 20 de los clientes de Farrer, el FBI le detuvo por un delito de fraude que podría costarle 20 años de cárcel.

Richard Chance para Business Insider

El FBI no estaba de acuerdo. Tras entrevistar a 20 clientes de Farrer, entre ellos Schober y Stokes, los agentes federales le detuvieron como sospechoso de fraude electrónico y postal, cargos que podrían condenarle a una prisión federal durante hasta 20 años. Actualmente se encuentra detenido, sin derecho a fianza, en una cárcel federal del centro de Los Ángeles, la ciudad que llegó a conquistar. Se ha declarado inocente de los cargos; su juicio está previsto para el 22 de octubre.

La noche antes de que lo detuvieran, mientras pasábamos por delante del Gold's Gym, Farrer habló con optimismo de devolver el dinero a sus clientes, empezando por vender su Ducati, que estaba aparcada cerca. Cuando le pregunté hasta qué punto se sentía seguro de poder pagar los cinco millones de dólares, no dudó. "Al 200 por cien. La única forma de no hacerlo es si me muero. Aunque vaya a la cárcel, saldré y empezaré donde lo dejé", sentenció.

A lo largo del paseo marítimo, nos cruzamos con otros indigentes que buscaban un lugar para pasar la noche. Farrer llevaba un cuchillo, por si acaso. Esperaba pasar la noche en un puesto de socorro cercano. "Me encanta estar junto al agua. Es una serenidad como ninguna otra", dijo mientras contempla la oscura playa. Mientras contemplábamos las olas en su última noche como hombre libre, me contó que ya había hecho un storyboard de sus próximos vídeos en YouTube: su regreso. "Si estás acostumbrado a ver a este tipo que antes conducía un Ferrari o un Lambo o un G-Wagen, y comía en buenos restaurantes y vivía en los mejores sitios, pero ahora duerme en la mugre, es entretenido", comentó.

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