El bótox es el nuevo símbolo de estatus para la generación Z… y sí, la culpa es de las redes sociales

  • Los filtros de las redes sociales están provocando un alarmante aumento de los retoques estéticos faciales.
  • Ahora, tu bolso o tu coche ya no son el símbolo de estatus, sino tu cara retocada y ajustada al ideal de belleza actual.
En el mundo digital, el símbolo de estatus más de moda es el rostro, lo que está impulsando un 'boom' del botox.
En el mundo digital, el símbolo de estatus más de moda es el rostro, lo que está impulsando un 'boom' del botox.

Pablo Declan para Business Insider

Eve Upton-Clark,

| Traducido por: 

Es fácil identificar una foto de los primeros días de Instagram y Snapchat. A mediados de la década de 2010, la tendencia en redes sociales eran las fotos con efecto granulado y verdoso de atardeceres y de selfies. Los filtros de realidad aumentada se hicieron virales por su capacidad para encoger narices e iluminar cutis. La verdad es que no engañaban a nadie, pero tampoco existían para eso.

Casi una década después, esos filtros han mejorado considerablemente. A diferencia de la corona de flores que aparecía antes en pantalla, colocada sobre tu cabeza utilizando tecnología de seguimiento facial, los últimos filtros digieren los píxeles de la imagen para crear un rostro completamente nuevo. En el mundo online actual las pieles no tienen poros, las cejas están perfectamente arqueadas y los labios son siempre carnosos, pero no queda claro qué retoques son reales y cuáles son digitales. Los rostros que son moneda de cambio en las redes sociales (con cejas perfectas y sin grasa bucal) se extienden cada vez más a la vida real.

Los "retoques" no invasivos y los tratamientos antienvejecimiento, como los rellenos labiales y el bótox, están en auge. De 2019 a 2022, hubo un aumento del 18% en los procedimientos cosméticos faciales en Estados Unidos. En España, según una publicación de La Razón, los usuarios entre 16 y 70 años de medicina estética aumentaron un 4%, pasando del 36% de la población total a nada menos que el 40%.

Según la Academia Estadounidense de Cirugía Plástica y Reconstructiva Facial, la generación Z está ayudando a impulsar la demanda. En una encuesta realizada en 2022, el 75% de los cirujanos plásticos faciales señalaban que cada vez más clientes menores de 30 años solicitaban inyecciones en la frente y relleno de labios. ¿Su principal objetivo? Mejorar sus selfies.

Incluso antes del boom del teletrabajo, los periodistas se dieron cuenta de que las redes sociales estaban moldeando el aspecto de las personas. En 2019, The New Yorker declaró que se había entrado en "La era de Instagram Face", una tendencia emergente popularizada por las Kardashians y otras influencers que consistía en tener pómulos altos y rellenados, ojos felinos y labios exuberantes. Todos empezaban a tener el mismo aspecto. 

Cinco años después, la tendencia se ha intensificado ya que, gracias al trabajo a distancia, cada vez más de nuestras interacciones cotidianas tienen lugar en la esfera online, de gran carga visual.

'No solo es bonito tener mejor aspecto, sino que llegamos a sentirnos fracasados si no lo tenemos'

El aumento de la accesibilidad, la reducción del estigma y la nueva presión para estar a la altura están impulsando el auge de la cirugía plástica. Cada vez más, cambiar de cara es cuestión de estar a la última. "Aunque sabemos que nadie se parece a su perfil de Instagram, siempre comparamos nuestro cuerpo real con el perfil de Instagram de los demás", comenta Heather Widdows, profesora de filosofía de la Universidad de Warwick.

Cirugía de alargamiento de piernas

Se ha descubierto desde hace tiempo que las redes sociales visuales dañan la autopercepción de los jóvenes. Un estudio de 2018 sobre chicas adolescentes descubrió que cuanto más tiempo pasaban usando las redes sociales, más probabilidades tenían de experimentar "insatisfacción corporal" y depresión. 

Una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología en 2023 descubrió que los adolescentes y adultos jóvenes que disminuyeron su tiempo en redes sociales en un 50% durante unas semanas experimentaron una mejora significativa en cómo se sentían con su peso y apariencia. Pero la gente pasa cada vez más tiempo en internet, navegando por las redes y viéndose las caras a través de Zoom.

Incluso en los inicios de los filtros de redes sociales, los investigadores estaban preocupados por su impacto. Un artículo de opinión publicado en 2018 por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston argumentaba que los filtros estaban teniendo un efecto desastroso en la autoestima de las personas, en una tendencia denominada "dismorfia de Snapchat". En ese momento, el filtro facial más utilizado en Instagram era el que ponía corazones sobre los ojos y flechas de Cupido volando por la pantalla, no exactamente un aspecto replicable.

Pero desde entonces, los filtros se han vuelto más realistas. Algunos de TikTok como el Bold Glamour o el Teenage Look cambian a la perfección los rostros píxel a píxel, creando un espejo virtual fantástico que, según los psicólogos, puede provocar dismorfia corporal. Las imperfecciones se difuminan, la piel se ilumina y las proporciones se alteran. Casi parece que los filtros de envejecimiento son una advertencia: así de arrugado y flácido estarás si no empiezas a retocarte.

Un estudio de 2020 de la Universidad de la City de Londres descubrió que el 90% de las mujeres de 18 a 30 años encuestadas usaban filtros de redes sociales para mejorar su aspecto. Un estudio de 2019 descubrió que las personas que utilizan YouTube, Tinder y Snapchat (especialmente sus funciones de edición de imágenes) son más propensas a aceptar la cirugía estética

Otro estudio de 2022 que analizó a los usuarios de Instagram de la generación Z concluyó que las personas que usaban filtros para editar sus fotos estaban más abiertas a someterse a retoques estéticos.

Por su lado, las redes sociales también han contribuido a reducir el estigma de la cirugía estética. Los cirujanos comparten vídeos en los que explican los entresijos de diversos procedimientos, mientras que los usuarios habituales comparten vídeos al estilo de "un día en la vida" que guían al público desde la sala de tratamiento hasta el proceso de recuperación. 

El estudio de 2022 mencionado anteriormente reveló que las personas que seguían a un influencer que se había sometido a un tratamiento estético tenían más probabilidades de querer someterse a su propia intervención. Anne-Mette Hermans, una de las coautoras del estudio, vaticinó que se "normalizaría cada vez más".

El teletrabajo ha afectado a cómo nos exponemos en Internet. Puede que la gente no vea tu bolso o tus zapatos, pero todo el mundo ve tu cara

El paso de los procedimientos quirúrgicos a las inyecciones mínimamente invasivas también ha hecho que los trabajos estéticos sean más seguros y estén más al alcance de la gente corriente. "Siempre hemos querido parecer más jóvenes pero no podíamos hacer mucho para conseguirlo", dice Widdows.

En una encuesta realizada en 2019 por Vice a usuarios de Snapchat en Reino Unido, el 59% de los jóvenes de entre 13 y 24 años indicaron que consideraban que retoques como el bótox y los rellenos eran comparables a cortarse el pelo o hacerse la manicura. 

"En cuanto al precio, no siempre hay tanta diferencia entre ir a una peluquería de lujo y teñirse el pelo o ponerse un poco de bótox", afirma Hermans, profesor adjunto de Salud y Bienestar en la Universidad de Tilburg (Países Bajos), que estudia los ideales de belleza de la sociedad. Y cuando la gente se sube al carro, se crea un efecto dominó. "Más gente se lo hace, lo que lleva a que más gente lo conozca y se lo haga", puntualiza.

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En lugar del rostro sin movimiento de los años 90 o la moda de los "labios de pato" de los 2010, las tendencias estéticas actuales se inclinan hacia una apariencia "natural, pero mejor". La obsesión por el cuerpo de los años 2000 ha sido sustituida por una obsesión antienvejecimiento. Una empresa de estudios de mercado llamada Circana descubrió que el 19% de la generación Z utiliza sueros antiedad. Una de las tendencias de antienvejecimiento mundial es el prejuvenecimiento, una combinación de tratamientos para la piel e inyecciones cosméticas.

"La paradoja para una mujer es que no debe parecer que está envejeciendo, pero tampoco debe hacer nada al respecto. La solución son básicamente estos 'retoques' naturales que hacen que parezca que no te has hecho nada", señala Hermans.

Aunque el deseo de no envejecer no es nada nuevo, tampoco es de extrañar que esta generación inmersa en las redes sociales sea especialmente sensible al proceso natural de envejecimiento. "Cuando tienes un ideal de belleza global, este tipo de procedimientos se convierten en normales", señala Widdows.

Widdows argumenta que hemos dejado de mostrar el estatus a través de artículos como el bolso o el coche; ahora nos centramos en la cara. El teletrabajo ha afectado a cómo nos exponemos en internet. Puede que la gente no vea tu bolso o tus zapatos, pero todo el mundo ve tu cara. "Estamos entrando en una cultura en la que la imagen habla más que la palabra. Por eso vemos que la gente no lleva fotos de famosos a cirujanos estéticos, sino sus propios selfies retocados, filtrados y perfectos", afirma.

Después de desplazarte por las redes sociales o ver tu cara con filtro en un vídeo, observar tu reflejo inflado o envejecido puede ser una realidad aleccionadora. "La brecha entre la identidad que presentamos en las redes sociales y el yo que vemos en el espejo es cada vez mayor. No solo es bonito tener mejor aspecto, sino que llegamos a sentirnos fracasados si no lo tenemos", reflexiona Widdows.

A medida que aumenta el número de personas que se someten a tratamientos estéticos, el resto de nosotros pierde el contacto con lo que es normal. Es fácil ver por qué cada vez son más los que se pliegan a la presión de cambiar su aspecto.

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Etiquetas: BI PRIMERedes Sociales, Salud, Snapchat, TikTok, Instagram