La Cumbre del Clima 2019 se convierte en un reto para la evolución positiva de las inversiones sostenibles

Manifestantes a favor de la cumbre del clima.
COP25: Cumbre del clima de Madrid

La concienciación respecto al clima está desbordando a la sociedad.

Desde la responsabilidad individual que cada vez se va inculcando con mayor fuerza hasta la implementación de códigos éticos más estrictos por parte de las empresas. Es imparable. Una realidad hacia la que nos movemos para contar con un entorno más sostenible. 

Un gran ejemplo son los grandes eventos relacionados con el clima, como la 25ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 (COP25), que se celebrará en Madrid. Un encuentro que ya se ha instaurado en el calendario cada año y que reúne a líderes mundiales para acordar las medidas necesarias para cumplir los compromisos contraídos en virtud del Acuerdo de París de 2015. ¿Su objetivo? Limitar el aumento de la temperatura de la Tierra por debajo de los dos grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales.

Se trata de un foro en el que no estará Estados Unidos, que es el segundo mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero (alrededor del 15% de las emisiones globales), al presentar recientemente una solicitud formal para retirarse del Acuerdo de París. Esto hace que las circunstancias en las que se celebrará la COP25 no sean las óptimas, pero Marc Hassler, analista de Inversión Sostenible de Schroders, confía en que este evento pueda dar pie “a grandes progresos en la lucha contra el cambio climático”. También en el ámbito de la inversión

¿Por qué? Esencialmente, las empresas deben costear el carbono para que no “le pase factura a la Tierra”, argumenta Hassler. Eso se traduce en una transformación de algunos negocios y en el empleo de mayor capital para la reducción de la llamada huella que deja este componente químico. En esta línea, el uso de los mercados financieros como mecanismo para luchar contra el cambio climático resulta “fundamental” para el avance. 

Los regímenes de comercio de derechos de emisión han ido en aumento en todo el mundo, lo que demuestra que este tipo de iniciativas “pueden aplicarse con éxito”, analiza el experto de Schroders.

Pese a que los precios vinculados a las emisiones de CO2 en estos sistemas tendrían que aumentar en todo el mundo para incentivar el cambio de combustible a la escala requerida, gran parte del trabajo de base “se ha hecho ya”, comenta Luciano Diana, director de inversión temática ambiental de Pictet AM y gestor de Pictet Global Environmental Opportunities. 

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Las oportunidades desde el punto de vista de la inversión

Se espera que la clase media mundial aumente de 3.800 millones a más de 5.600 millones de personas para 2030, lo que requiere más recursos globales hasta el punto de que los consiguientes cambios ecológicos adversos “pueden ser de los principales riesgos para la expansión económica”, tal como estima la gestora Pictet AM.

Y es que este gran evento impacta también en el mundo de la inversión. Empresas e inversores deben prestar también atención al impacto en la biodiversidad o al uso del agua, ampliando el “alcance de la auditoría ambiental en toda la cadena de valor, desde la extracción de materias primas hasta los procesos de fabricación, distribución y transporte, uso de productos, desechado y reciclado”, resalta Diana. 

A pesar de la presentación formal para solicitar la retirada del Acuerdo de París por parte de la actual Administración estadounidense, la preocupación pública y la concienciación sobre el cambio climático han ido en aumento, lo que ha dado lugar a políticas climáticas más ambiciosas en varios estados de Estados Unidos.

A medida que los países empiecen a informar sistemáticamente sobre las emisiones en relación a los objetivos establecidos, y los mecanismos de comercio de derechos de emisión basados en el mercado se vuelvan más frecuentes, “nos estaremos acercando a otro hito en la transición hacia una economía sin emisiones de carbono”, opina Hassler. 

Precio del carbono.

Esto favorecerá a las empresas cuyos productos y servicios ayudan a “mitigar el cambio climático” y a “adaptarse a él”. De esta manera, considera que existen razones por las que los inversores en cambio climático “pueden continuar siendo optimistas”.

Las compañías que buscan resolver los correspondientes desafíos ambientales mediante la innovación, la tecnología y el uso inteligente de recursos naturales pueden “crecer en este entorno cambiante gracias a modelos de negocio que, a largo plazo, serán los más demandados”, asevera Diana. Una manera de lograrlo, asegura, es a través de “un enfoque más científico mediante modelos como el de los límites planetarios”, concluye. 

Todo lo que debes saber sobre la Cumbre del Clima 2019: COP25 en Madrid

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