Elon Musk podría convertir la libertad de expresión en un negocio en X (Twitter)

Hasan Chowdhury
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Elon Musk, dueño de Twitter (ahora X).
Elon Musk, dueño de Twitter (ahora X).

ALAIN JOCARD/AFP via Getty Images

  • La red social de Elon Musk, X (antes Twitter), es una plataforma que depende íntegramente de la libertad de expresión para poder funcionar.
  • Sin embargo, esa misma libertad de expresión podría acabar transformándose en un negocio de pago, lo que dificultaría todavía más la lucha contra la desinformación en la red social.

Puede parecer chocante que un "absolutista de la libertad de expresión" como Elon Musk, dueño de X, tenga la intención de cobrar una tasa a todas aquellas personas que quieran compartir sus opiniones en Internet. Al fin y al cabo, la "libertad" de expresión deja de ser tal si te cobran una cuota por ejercerla.

Aun así, la segunda persona más rica del planeta podría tener un gran plan para X, un plan que implicaría eliminar el concepto de gratuidad que va asociado a la libertad de expresión. La nueva idea de Musk no podría haber llegado en peor momento.

X ha comenzado a probar esta semana una nueva función —llamada "Not A Bot"— para los usuarios de Nueva Zelanda y Filipinas que se registren por primera vez. Esta nueva función consiste en pagar un euro de forma anual y, según ha indicado la compañía, forma parte de su esfuerzo para luchar contra el spam y la desinformación.

Los últimos siete días también han sido algunos de los peores para la reputación de X desde que Musk se hizo cargo de la empresa que en ese momento se conocía como Twitter, puesto que el conflicto entre Israel y Hamás ha provocado la propagación de ingentes cantidades de desinformación, bulos e inexactitudes en la plataforma.

Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interno.

El CEO de Tesla lleva tiempo coqueteando con la idea de implantar un muro de pago en X. Su razonamiento para llevarlo a cabo siempre ha girado en torno a la idea de que un muro de pago podría contribuir a eliminar los bots de spam que difunden fake news en la red social.

Puede que esto tenga algo de sentido. Por ejemplo, un muro de pago podría haber impedido que apareciese una cuenta falsa haciéndose pasar por periodista de Al Jazeera y difundiese información sin fundamento sobre la guerra en la Franja de Gaza.

Sin embargo, al empezar a cobrar a los usuarios por acceder a X, Musk entra en terreno pantanoso, puesto que una plataforma que hoy en día es fundamental para documentar y comentar la actualidad a través de la libertad de expresión en tiempo real corre el riesgo de convertirse en un negocio de pago.

Si no tienes claro por qué esto podría llegar a ser catastrófico, piensa por un momento en la gravedad —y los intereses que se esconden detrás— de la guerra informativa que se ha apoderado de X desde el inicio de los ataques de Hamás contra Israel el pasado 7 de octubre.

La culpa no recae únicamente en los bots por la difusión de desinformación, imágenes falsas y manipulación de los acontecimientos sobre el conflicto. Los usuarios que ejercen su versión de la libertad de expresión también han sido declarados culpables.

Una publicación que ha circulado estos días por la red social incluía un vídeo descrito como imágenes de Hamás disparando cohetes desde Gaza hacia Israel. En cambio, Reuters desmintió esa información e informó de que en 2020 ya circularon esas mismas imágenes, pero haciendo referencia a la guerra de Siria.

 

Para contrarrestar este tipo de contenido, usuarios como Shayan Sardarizadeh, periodista especializado en combatir la desinformación, han tenido que acceder a X de forma libre y sin restricciones. Los usuarios activos que etiquetan las publicaciones con una nota de la comunidad también requieren de esa misma libertad de acceso.

El acceso sin restricciones claramente ofrece un medio vital para ejercer la libertad de expresión, que contrarresta el discurso dirigido a sembrar la discordia, difundir la indignación y añadir caos a una situación ya de por sí caótica.

Condicionar ese acceso con un muro de pago podría hacer mucho daño, especialmente si acaba suponiendo que las afirmaciones no contrastadas quedan impunes.

Merece la pena señalar que, aunque Musk esté experimentando con la tasa de un euro al año en Nueva Zelanda y Filipinas, no se sabe a ciencia cierta si X acabará extendiendo o no esta política a otros territorios.

Aun así, el absolutismo que dice abanderar el multimillonario en materia de libertad de expresión podría quedar en entredicho si una cuota anual impide que las voces de la razón participen en su plataforma.

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