Las empresas extranjeras se acostumbran a la inestabilidad política en España: 9 de cada 10 prevé mantener o aumentar inversión, facturación y plantilla en el país en 2020

• El registro de inversiones de Industria confirma que en 2018 la inversión extranjera directa en España alcanzó su máximo histórico, con 55.000 millones de euros.
• De cara al futuro, 9 de cada 10 empresas extranjeras prevé mantener o aumentar su inversión, su facturación y su plantilla en España en 2020 pese al clima de inestabilidad política en el país.
• Así lo afirma la última edición del Barómetro del clima de negocios en España desde el punto de vista del inversor extranjero que han publicado este miércoles el ICEX, Multinacionales por Marca España y el IESE.
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Las empresas extranjeras parecen haberse acostumbrado a la fragmentación política, los conflictos territoriales y las dificultades para formar un gobierno estable. Como muestra de que España mantiene su atractivo de cara a los inversores extranjeros, basta un dato: en 2018 la inversión extranjera directa alcanzó su máximo histórico, situándose en 55.000 millones de euros.

Además, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, España se convirtió el año pasado en el octavo país del mundo que ha recibido un mayor nivel de inversión extranjera, con más 14.000 empresas foráneas implantadas en el país que dan empleo a 1,4 millones de personas.

Además, la gran mayoría de empresas extranjeras asentadas en España se muestra optimista o, al menos, igual de optimista que el año pasado. Así lo afirma el último estudio del Instituto de Comercio Exterior (ICEX), Multinacionales por la Marca España y el IESE, en el que se recogen los datos de 2018 y se traza una perspectiva favorable de cara al futuro.

De este modo, la duodécima edición del Barómetro del clima de negocios en España desde el punto de vista del inversor extranjero,realizado a partir de entrevistas a directivos de 580 empresas foráneas, concluye que 9 de cada 10 compañías extranjeras prevé mantener o aumentar su inversión, su facturación y su plantilla en España en 2020.

En concreto, el 91% de empresas foráneas prevé concluir este ejercicio manteniendo o elevando su inversión en España y un 92% lo hará en 2020. Del mismo modo, el 90% de ellas estima que su plantilla crecerá o al menos no se reducirá en 2019, un porcentaje que aumenta en un punto porcentual de cara al año próximo.

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Estas perspectivas positivas se apoyan en parte en una previsión bastante halagüeña de su propio rendimiento, dado que el porcentaje de compañías que auguran resultados iguales o mejores en facturación es de un 85% en 2019 y de un 93% en 2020, en contraste con el 79% que manifestaba la misma opinión en la edición del año anterior.

Como muestra el gráfico anterior, las empresas italianas, belgas u holandesas son las que prevén aumentar más su inversión, mientras que el barómetro ha detectado un mayor escepticismo entre las alemanas y británicas. En lo que respecta al empleo, hay mayor optimismo entre empresas estadounidenses y británicas, mientras que las del Benelux se muestran más cautas que la media.

Por otra parte, las empresas extranjeras mantienen estable su valoración del país en su conjunto, con una nota media de 3 sobre 5. Tampoco cambian las facetas mejor valoradas por estas compañías, que han vuelto a destacar el capital humano, el tamaño del mercado español, su volumen de infraestructuras, su mercado laboral y la calidad de vida de la que se disfruta en el país.

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Además, el Barómetro destaca que coinciden las áreas mejor valoradas por los inversores extranjeros con aquellas que consideran más importantes, especialmente en lo que respecta a infraestructuras y calidad de vida. No obstante, han vuelto a hacer hincapié en las mismas debilidades que en ediciones anteriores, especialmente en el terreno de financiación, costes y fiscalidad.

Sin embargo, el gráfico anterior señala que las empresas extranjeras también reclaman que se tomen medidas para mejorar ciertos aspectos. En concreto, señalan a la falta de flexibilidad de los horarios laborales, a los altos costes energéticos y a la carga burocrática, además del nivel de idiomas o la asunción de responsabilidades y objetivos.