Christopher Nolan explica por qué Oppenheimer es la persona más importante del mundo, habla de las escenas de sexo de su película y opina sobre 'Barbie'

Las películas de Christopher Nolan son siempre ambiciosas. De Memento a Origen, pasando por Dunkerque, todas han ampliado los límites de la narrativa al tiempo que ofrecían imágenes asombrosas e inolvidables. 

Aunque ni siquiera Nolan pudo resistirse a probar el género de superhéroes cuando resucitó la franquicia de Batman con la trilogía El caballero oscuro, su carrera posterior le ha convertido en un director destacado por algo cada vez más raro en el panorama actual de Hollywood, adicto a la propiedad intelectual: crear superproducciones.

En su última película, Oppenheimer, sobre la historia del padre de la bomba atómica, J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy), Nolan vuelve a desafiarse a sí mismo, aportando sus característicos juegos y trucos mentales a algo más cercano a un biopic. También es la primera vez que incluye escenas de sexo en una de sus películas, y son explosivas. Todo ello da lugar a una epopeya llena de tensión y suspense, cualidades clásicas de Nolan, pero impregnadas de novedad. Es Oppenheimer (y Nolan) como nunca antes lo habías visto.

Business Insider ha hablado con Nolan sobre por qué decidió contar la historia de Oppenheimer, qué piensa del fenómeno "Barbenheimer" y por qué el final de Origen le sigue encantando.

La última vez que hablamos fue por el estreno de Dunkerque, y entonces dijiste que te encantaba crear "narrativa a una escala agresivamente humana". Eso mismo es lo que me ha transmitido Oppenheimer. Pero también me ha dado la impresión de que en esta película has tomado decisiones diferentes a las demás y que sorprenderán al público. ¿Era tu intención sorprender al público con esta historia?

Bueno, creo que se puede considerar como algo disruptivo. La verdad es que nunca me había encontrado con una historia tan dramática como la de J. Robert Oppenheimer y su participación en el Proyecto Manhattan y todo lo que ocurrió después. Realmente es una realidad que supera a la ficción. Creo que tiene más suspense y es más imprevisible que cualquier cosa que pueda imaginar.

Me entusiasmaba la idea de meter al público en su cabeza y guiarle a través de la historia desde su punto de vista. Y que la audiencia llegara a comprender al hombre en lugar de juzgarlo, pero al mismo tiempo, tuviese una buena experiencia. Su vida es un viaje realmente salvaje.

Supongo que la mejor forma de describirlo es como lo más parecido a un biopic que has hecho nunca. ¿Qué aprendiste haciendo una película histórica de guerra como Dunkerque, que quizás te preparó para contar la vida de una persona real?

La diferencia con Dunkerque es que me enfrentaba a una serie de acontecimientos reales que conocía y sobre los que había investigado, e intentaba averiguar cuál era la forma de entrar en la historia. En ese caso, decidí utilizar personajes ficticios para ilustrar la verdad histórica de las situaciones. Con Oppenheimer, el enfoque ha sido muy diferente. En realidad se trataba de ver al hombre mismo, la historia que vivió, las situaciones paradójicas, los dilemas éticos a los que se enfrentó y las decisiones que tomó, y decir: vale, ¿cómo puedo hacerlo accesible al público? ¿Cómo puedo hacerles partícipes del drama, de la emoción de su vida?

Y así, es la perspectiva de un individuo que te guía a través de este cambio increíblemente importante que se está produciendo en el mundo. Tal vez el cambio más importante que ha ocurrido en el planeta. Y él estaba justo en el centro.

¿Encontraste limitaciones a la hora de contar una historia sobre personas y hechos reales frente a hacer un trabajo de ficción?

Creo que, cuando se trata de hechos reales, se encuentran todo tipo de restricciones en la construcción, el equilibrio y la tensión del drama, pero no es el caso de la historia de Oppenheimer. Voy a poner un pequeño ejemplo: está el incidente en el que trató de envenenar a su tutor en Cambridge, ese tutor más tarde se convierte en una de las primeras personas en escribir y cuestionar la narrativa oficial de la razón detrás de lanzar la bomba atómica. Ahora, como guionista, eso parecería demasiado fantasioso. Nunca escribirías eso. Pero esa es la verdad. La historia de Oppenheimer está llena de situaciones y relaciones extraordinariamente dramáticas.

Realmente, era una cuestión de qué dejar fuera, porque las cosas que he dejado fuera de la historia de Oppenheimer alimentarán otras películas. Es una vida extraordinaria. Creé la historia a partir de Prometeo americano, que tiene más de 700 páginas. Está muy bien contada. Así que tuve que seleccionar mucho e intentar llegar a la esencia de lo que me entusiasmaba de su historia.

La mayor revelación para mí en esta película es que Oppenheimer era un donjuán. Eso te abrió la puerta a hacer algo que nunca habías hecho en tus películas: escenas de sexo. ¿Por qué esa elección para esta película?

Bueno, cuando se analiza la vida de Oppenheimer y su historia, ese aspecto de su vida, el de su sexualidad, su trato con las mujeres y el encanto que desprendía, es una parte esencial. Su intensa relación con Jean Tatlock, interpretada por Florence Pugh, es una de las cosas más importantes de su vida. Pero no menos importante es el hecho de que Jean Tatlock era muy explícitamente comunista y su obsesión por ella tuvo, por tanto, enormes consecuencias en su vida posterior y en su destino final. Así que me pareció muy importante entender su relación, ver realmente dentro de ella y entender lo que la hacía funcionar sin ser tímido al respecto, sino tratar de ser íntimo, tratar de estar allí con él y comprender plenamente la relación que era tan importante para él. 

Durante la escritura de esas escenas, el rodaje y el montaje, ¿alguna vez te preocupó si el público aceptaría que rodaras escenas de sexo?

Creo que cada vez que uno se enfrenta al reto de trabajar en ámbitos en los que no ha trabajado antes, debe estar debidamente nervioso, ser cuidadoso, planificar y prepararse. Y tuve mucha suerte de trabajar con un par de actores que están en lo más alto de su carrera. Llevó 20 años trabajando con Cillian y es uno de los grandes. Y tenemos una gran facilidad de comunicación. Y luego está Florence Pugh, que es alguien con quien tenía ganas de trabajar. Me reuní con ella e inmediatamente sentí una conexión creativa. Sentí que era alguien que podía dar vida a Jean Tatlock y hacer que el público entendiera la importancia de esta figura en la vida de Oppenheimer. Y ha sido fantástico trabajar con ella. Eso ayudó enormemente, tener 2 grandes profesionales respetuosos, pero a la vez con mucho talento, espontaneidad y verdad emocional, que es todo lo que se puede pedir como director, y me facilita mucho el trabajo. 

Déjame preguntarte sobre Barbie. Bueno, antes que nada, ¿has visto Barbie?

No. 

Te cuento mi teoría sobre el fenómeno de "Barbenheimer": se reduce puramente a un acto de mezquindad por parte de Warner Bros, el estudio de Barbie, por el hecho de que te fueras de allí de la forma en la que lo hiciste. ¿Crees que la razón por la que Barbie jamás cambió su fecha de estreno y estas 2 películas tienen que luchar en taquilla en el mismo fin de semana es porque Warner Bros. quiere vengarse?

[Risas] Bien, debes saber que no voy a responder a esa pregunta, solo decir que los que nos preocupamos por la experiencia en las salas de cine llevamos tiempo anhelando que el mercado esté lleno de películas distintas que la gente quiera ir a ver. Ahora mismo, está pasando, y a los que nos preocupa el cine estamos encantados con la situación.

Tus finales son memorables. ¿Tienes algún final concreto de alguna de sus películas que te guste especialmente?

Para ser sincero, es difícil destacar uno porque los finales son muy, muy importantes para mí. No me comprometo plenamente con una película a menos que sepa adónde va y cómo voy a terminarla. 

Desde luego, desde el punto de vista del público, Origen fue un final único. Si me colaba en la parte de atrás de la sala cuando la estaban proyectando y llegábamos al final, se oía un tremendo grito ahogado, gemidos, frustraciones... era una mezcla increíble y yo me sentía como si tuviera que salir de allí antes de que alguien se diera cuenta de que estaba [risas]. Así que ha sido un final extraordinario para el público a lo largo de los años. Pero destacar uno más allá de eso es como preguntar cuál de las películas es mi favorita y, desde luego, no estoy capacitado para decirlo.

¿Estás diciendo que supiste cuál sería el final de Origen antes que el resto de la película?

Decirlo así no es del todo exacto, pero lo cierto es que cuando planifico un proyecto, cuando empiezo a escribir, me paso meses escribiendo notas y dándole vueltas al asunto antes de estar realmente preparado para empezar a escribir el guion, y siempre he pensado que, en el caso de las películas, es muy importante conocer el destino final antes de comprometerte de verdad con el proyecto.

Para mí, como guionista y director, el compromiso es trabajar duro en el primer borrador del guion y dedicarle todos los meses de trabajo que requiere. Puedo seguir cierto camino, puedo tener un concepto o cierto conjunto de ideas, pero hasta que no sé hacia dónde va, no siento que pueda comprometerme plenamente con ese proyecto y hacerlo avanzar.

No quiero que hagas un spoiler sobre el final de Oppenheimer, pero has dicho que parece una película de terror, y eso es lo que he sentido al verla. ¿Por qué has optado por esta vía para cerrar la película?

No sé si puedo hablar del final. No por hacer un spoiler, sino porque no sé si estoy preparado para hablar de eso.

El final fue una de las primeras cosas que definieron cómo iba a escribir el guion y todo en la película se basa en eso. He dejado constancia de que considero a Oppenheimer la persona más importante que ha existido, y ese final pretende reflejarlo. Es una persona cuyas acciones cambiaron el mundo irrevocablemente. Nos guste o no, vivimos en su mundo y siempre lo haremos. Y el final está diseñado para reflejar eso y dejárselo claro a la gente.