España podría pisar la Luna y Marte por primera vez durante esta década, gracias a los nuevos astronautas españoles de la ESA

Aunque Sevilla consiguió la sede de la recientemente fundada Agencia Espacial Española (AEE), León también está de celebración, ya que la Agencia Espacial Europea (ESA) nombró hace poco a 2 personas de la región como los nuevos astronautas de la agencia.

Pablo Álvarez, ingeniero de 34 años, y Sara García, biotecnóloga de 33 años, pasan a formar parte ahora del selecto grupo de astronautas españoles en la ESA. El primero fue Pedro Duque, exministro de Ciencia en España.

A pesar del escaso número de astronautas que España ha aportado a la ESA históricamente y a la ausencia de agencia propia hasta hace muy poco, España es el cuarto país que más aportaciones hace a la agencia europea. Más aún, la industria aeroespacial vive buenos momentos.

Según los datos de Tedae, que engloba el sector aeroespacial, de defensa y seguridad en España, en 2021 el conjunto 11.600 millones de euros, un 2% más que en 2020. No obstante, del total 979 millones corresponden concretamente al espacio. 

En este sentido, la contribución española a la ESA se queda en un 5,5% del conjunto de 17.000 millones de euros aportados por los países miembros. Más aún, Diana Morant, ministra de ciencia e innovación, aprobó un aumento del 20% de la inversión para 2023.

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Pablo y Sara son los 2 ejemplos más evidentes de que aquella España que protagonizó Pedro Duque en la década de los 90 ha cambiado. 

Con poco más de 30 años, ambos astronautas realizarán un entrenamiento exhaustivo, un viaje a la Estación Espacial Internacional (EEI) y, con altísima probabilidad, un viaje a la Luna o Marte. Con ello, podría ser la primera vez que España pisa alguno de los 2 objetos estelares, un hito histórico.

Aunque el primer destino será la EEI, España podría pisar por primera vez la Luna y Marte

Marte es uno de los destinos espaciales más ansiados por todas las agencias del mundo. La ESA cuenta con el programa ExoMars, que se paralizó a principios de este año por la guerra en Ucrania y la frágil relación con Rusia, pero que se ha reactivado en noviembre.

El objetivo de la misión es la búsqueda de indicios de vida en Marte y contará con el rover europeo Rosalind Franklin para tal labor. Pablo trabajó en la misión entre 2017 y 2020 como arquitecto técnico y, ahora, podría volver a ella de forma muy diferente.

Aunque antes tendrá que pasar 2 años entrenando desde el próximo 1 de abril, con lo cual el primer vuelo no sería antes de 2026, como él mismo explica.

"La primera misión es empezar el entrenamiento, ya que de alguna forma todavía estamos en pañales", reconoce el joven astronauta español. 

Así, el primer destino sería la EEI, aunque Pablo cree que el siguiente paso en la exploración espacial va más allá de la órbita de la Tierra, donde se encuentra la EEI. 

"La órbita baja terrestre la tenemos más que explorada, tenemos la EEI, pero es hora de tener una estación espacial de verdad, que orbite al menos otro cuerpo celeste", añade.

En este sentido, los nuevos astronautas podrían pisar tanto la Luna como Marte. En el primer caso, la NASA cuenta con la misión Artemis que, como Pablo recuerda, cuenta con 3 asientos para la ESA. Con lo cual al menos 3 astronautas europeos podrán pisar el satélite. Para él, "sería un sueño".

No obstante, las misiones a Marte suenan aún algo más alejadas por diversas dificultades: la tecnología actual, los peligros del espacio y la carga emocional y psicológica que pueden tener en los astronautas a medio y largo plazo.

"Marte es todavía más complicado porque técnicamente falta toda la tecnología que vamos a desarrollar en la Luna, mucho conocimiento sobre cómo van a reaccionar nuestros cuerpos a la radiación y, además, cómo lo haremos las personas ante una misión tan larga", asegura.

Así, él cree que los viajes a Marte aún son una "utopía" tal y como están evolucionando las cosas. Para ejemplificar la complejidad de dichos viajes planetarios, hay que destacar que un viaje al planeta rojo, con la actual tecnología y en buenas condiciones, duraría aproximadamente 420 días terrestres.

A pesar de ello, Pablo es optimista y apela a la curiosidad que mueve a los seres humanos, la misma que ha llevado a la ciencia a lograr hazañas nunca antes imaginadas.

"Al final todos los humanos lo tenemos en nuestro cerebro: explorar un poquito, salir de donde estamos y cambiar los límites actuales de la ciencia y la tecnología", concluye.