La generación Z no sabe decir que no a las falsificaciones: lograr un precio más bajo y el idilio por la moda de lujo tienen mucho que ver

Uno de los almacenes con productos falsificados.
Uno de los almacenes con productos falsificados.

Amazon

  • La generación Z se entrega a la piratería y a sabiendas del doble fondo económico y medioambiental que esconde este negocio ilegal.
  • La mitad de los jóvenes europeos considera aceptable comprar falsificaciones si la variable que entra en juego es lograr un precio más económico del precio original. 

La generación Z se entrega a la piratería, aún sabiendo el doble fondo económico y medioambiental que esconde este negocio, así lo desgrana la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo) en su último informe. 

En un nuevo estudio sobre la percepción de la ciudadanía sobre la propiedad intelectual, la entidad revela que los europeos son cada vez más conscientes de las consecuencias que supone adquirir productos falsificados y acceder a contenidos pirateados.

Por qué TikTok es el campo de batalla en la guerra creativa entre Zara y Shein: de la normalización de las falsificaciones a la caída de las barreras informativas

Las cifras son claras: un 80% de los europeos considera que detrás de las falsificaciones hay organizaciones criminales y que su compra arruina a las empresas y destruye empleos.

Uno dato, este anterior, que el organismo considera cada vez más positiva y esperanzador pero que, sin embargo, va diluyéndose cuando entran 2 variables en juego: edad y precio.

Juventud y precio: la fórmula que da alas a las falsificaciones

El precio importa y el estudio lo pone de manifiesto afirmando que un precio más bajo respecto al producto original sería la razón más fuerte para no entregarse a la compra de falsificaciones. Se trata de un 43%

Y las consecuencias son obvias: 1 de cada 3 europeos (31%) considera aceptable comprar productos falsificados cuando el precio del original es elevado y la prueba es que el 13% de ellos admiten haber comprado algún producto falsificado de forma intencionada en el último año. 

Una oposición que va cayendo cuando se atiende a la generación Z: la mitad de los jóvenes de entre 15 y 24 años no ven el problema en estas compras si el precio entra en la variable.

Y las cifras dan paso a los hechos: la cifra de jóvenes que admiten ser compradores asciende al 26%. Se trata del doble de la media de la Unión Europea.

Por países, aparte de Bulgaria, es España donde más se concentra la compra intencionada, le sigue Luxemburgo (19 %) y Rumanía (18 %).

La moda: el punto débil pero no él único

En imagen, operación de la Guardia Civil contra una organización delictiva dedicada a la falsificación. Se intervino más de 60.000 prendas valoradas en 16 millones de euros.
En imagen, operación de la Guardia Civil contra una organización delictiva dedicada a la falsificación. Se intervino más de 60.000 prendas valoradas en 16 millones de euros.

Guardia Civil

Otro informe, en este caso de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ponía cifras a la problemática: el 56% de los artículos incautados en 2020 procedían del comercio online. 

El grueso —el 51%—  como era evidente eran productos de moda. El calzado copaba un 33,7% de las incautaciones y las prendas de vestir, un 17,3%. 

"El principal problema es que se trata de un mercado más porque hay una oferta y una demanda", explicaba, en un anterior reportaje, José Antonio Gil Celedonio, exdirector de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM).

Una problemática propiciada, en parte, por la naturaleza del propio sector y que, aunque no es nueva, sí vive su momento más álgido con la guerra creativa que enfrenta a Zara con el gigante Shein por la similitud de sus modelos y su visibilidad en plataformas como TikTok e Instagram.

El responsable en terreno nacional sobre propiedad industrial pone en el centro el componente social del problema: "Es evidente que el usuario que demanda falsificaciones siente menos peligro comprando una camiseta o un zapato que, por ejemplo, consumiendo un medicamento".

Y, precisamente, a una suerte de revulsivo podría ayudar algo tan esencial como la alcista preocupación por lo verde. El informe de Euipo revela que un 83% de los encuestados consideran que las falsificaciones son una amenaza para la salud, la seguridad y el medio ambiente.

En este sentido cree la sociedad que este tipo de compras respalda un comportamiento poco ético al tiempo que lo consideran una amenaza para la salud, la seguridad y el medio ambiente.

No a la piratería digital pero con una excepción: retransmisiones deportivas

La otra clave más positiva del estudio la recoge, a todas luces, la oposición más o menos firme a la piratería digital. Un contexto que hasta hace no mucho no se daba. 

De hecho, el 80 % afirma que prefiere utilizar fuentes legales para acceder a contenidos en línea si se dispone de una opción asequible.

Ahora, toda cara tiene su cruz. Una gran mayoría de las personas encuestadas (65 %) considera aceptable piratear cuando el contenido no está disponible en su suscripción y un 14% de ellos admite haber accedido a él a través de fuentes ilegales en los últimos 12 meses. 

Y como era de esperar, la proporción avanza hasta el 33% en el caso de la población más joven y a través de dispositivos o aplicaciones ¿El motivo? Retransmisiones deportivas.

La proporción de personas que acceden a contenidos pirateados también varía según el país, porque va desde el 9 % de Finlandia y Dinamarca, hasta un 22%, en el caso de Malta.

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