Se acabó el turismo desenfrenado

Kelsey Vlamis
| Traducido por: 
Turismo de masas
  • Focos turísticos como Venecia, Ámsterdam y Roma se están rebelando contra el exceso de visitantes.
  • Los expertos de la industria turística afirman que es solo el comienzo de los planes para gestionar el turismo de masas.
  • Controlar el número de visitantes es esencial para preservar los lugares históricos y las zonas naturales.
Análisis Faldón

Imagínatelo: después de fantasear durante años y planificar durante meses, por fin llegas al destino con el que siempre has soñado. Pero no es como te lo habías imaginado.

Te pasas tres horas en un atasco para poder entrar al Parque Nacional de Yosemite en Estados Unidos. Los puentes del Canal de Venecia están atestados de turistas que se hacen la misma foto. Lo mismo sucede en la Sagrada Familia. Apenas puedes ver el famoso géiser de Yellowstone entre las filas de gente que intenta conseguir una buena perspectiva. Y, bajo la Torre Eiffel de París, hay que esquivar grupos de turistas y puestos de souvenirs baratos.

Peor aún que el efecto desmitificador que pueden tener las grandes aglomeraciones en los lugares más bellos del mundo es el impacto que pueden tener en las personas que viven allí: desde cosas más pequeñas, como la imposibilidad de entrar en los restaurantes locales, hasta impactos muy grandes, como que les echen de sus casas por los altos precios o que no puedan permitirse vivir en los lugares donde realmente trabajan.

Con el turismo recuperándose rápidamente de la pandemia, países y ciudades de todo el mundo están redoblando sus esfuerzos para combatir el turismo excesivo. Venecia anunció que empezará a cobrar a los visitantes que no pernocten en la ciudad cinco euros por visitar el centro. El Ayuntamiento de Ámsterdam votó este año la prohibición de que los cruceros atraquen en el centro de la ciudad. Y Grecia está limitando el número de visitantes a la Acrópolis de Atenas a 20.000 personas al día, con límites adicionales por horas.

Aunque algunas de estas medidas son controvertidas y pueden hacer más incómodo el viaje para los turistas, los expertos del sector afirman que no solo son necesarias, sino que probablemente sean solo el principio.

Varias góndolas pasan lentamente bajo el Puente de los Suspiros, cerca de la Plaza de San Marcos, debido al exceso de tráfico, el 2 de agosto de 2023 en Venecia, Italia.
Varias góndolas pasan lentamente bajo el Puente de los Suspiros, cerca de la Plaza de San Marcos, debido al exceso de tráfico, el 2 de agosto de 2023 en Venecia, Italia.Stefano Mazzola/Getty Images

"A fin de cuentas, hay unos 8.000 millones de personas en el planeta. En los próximos 20 o 30 años, habrá otros mil millones de personas. Muchas de esas personas viajarán. ¿Dónde irán? Pues a los mismos sitios que todo el mundo", explica a Business Insider Alan Fyall, catedrático de marketing turístico de la Rosen College of Hospitality Management de la Universidad de Florida Central, que estudia el turismo sostenible.

"Hay mucha gente con dinero y tiempo suficientes para viajar, así que no va a ser más fácil".

Pareja llegando a una vivienda de uso turístico.

El principal problema es que todo el mundo quiere ir al mismo sitio, al mismo tiempo

El turismo mundial no ha dejado de crecer desde los años 50, una tendencia que no parece que vaya a frenarse. "La gente tiene ahora más acceso a los destinos que antes", comenta a Business Insider Andria Godfrey, profesora de hostelería y turismo de la Universidad del Sur de California, y añade que hay más rutas aéreas que nunca. "Destinos que antes eran más remotos ahora tienen diferentes formas de que la gente pueda viajar a ellos".

Los viajes internacionales son ahora más accesibles. Godfrey señala que, en algunos casos, para los estadounidenses cruzar el Atlántico no es significativamente más caro que volar a destinos dentro de Estados Unidos. 

Cada vez más estadounidenses dan prioridad a su gasto en viajes, mientras que antes ese dinero se destinaba a bienes de consumo. Incluso cuando hay incertidumbre económica y la gente se centra en ahorrar dinero, viajar es una de las últimas cosas a las que están dispuestos a renunciar.

Turistas abarrotan la zona cercana al Puente de Rialto el 02 de agosto de 2023 en Venecia, Italia.
Turistas abarrotan la zona cercana al Puente de Rialto el 02 de agosto de 2023 en Venecia, Italia.Stefano Mazzola/Getty Images)

"Esto es algo que probablemente no va a desaparecer", asegura sobre el aumento de la demanda de viajes. "Vamos a ver cómo más destinos tienen que lidiar con el volumen, el momento de viajar, los tipos de viajeros y el comportamiento de los viajeros".

Y no se trata únicamente de que viaje más gente: también visitan distintos tipos de lugares. En Estados Unidos, según Godfrey, se ha producido un enorme aumento de los viajes de ocio de exterior, sobre todo después de la pandemia. También viajan más estadounidenses que nunca a Europa, que lleva años haciendo frente al turismo desmedido. Al igual que ocurre con las pequeñas ciudades históricas europeas, que no se construyeron para acoger a millones de personas, la infraestructura de los parques nacionales tampoco está preparada para acoger a demasiados visitantes.

El problema no es necesariamente el volumen de turistas en un lugar determinado, sino el hecho de que vengan todos a la vez, y exactamente a los mismos lugares.

"Instagram está agravando el problema", afirma Fyall, que explica que las redes sociales son parte de la razón por la que tanta gente quiere ir exactamente al mismo sitio cuando visita un destino. "Todo el mundo quiere conseguir esa foto".

Si los destinos consiguieran simplemente distribuir a los turistas —tanto en lo que respecta a los lugares físicos que visitan como a la época del año en que vienen—, se podría llegar muy lejos en la solución de los problemas causados por el turismo masivo.

Una fila de coches avanza lentamente hacia la entrada Tioga Pass Highway 120 del Parque Nacional de Yosemite, el 5 de agosto de 2023.
Una fila de coches avanza lentamente hacia la entrada Tioga Pass Highway 120 del Parque Nacional de Yosemite, el 5 de agosto de 2023.George Rose/Getty Images

"Si no controlas las cifras en un momento determinado, arruinarás tanto el recurso que no habrá nada que ir a ver", afirma Fyall. " Esa es la realidad".

Los límites de visitantes, las tasas o multas y los topes al desarrollo son cada vez más comunes

Amir Eylon, presidente y consejero delegado de Longwoods International, una consultora de estudios de mercado especializada en el sector del turismo de viajes, explica a Business Insider que hay 5 formas principales en que los destinos abordan el problema del turismo de masas.

Las dos primeras son los topes de visitantes, como el que Grecia ha implantado en la Acrópolis, y los sistemas de reserva, como en varios parques nacionales de Estados Unidos, como Zion, Glacier y Rocky Mountain. Los topes y las reservas también son habituales en atracciones más específicas, como museos populares como el Louvre.

La tercera tendencia es que los destinos establezcan impuestos y tasas, como Venecia, o incluso multas. En Roma, por ejemplo, las autoridades se comprometieron a cobrar a los turistas a los que se sorprenda pintarrajeando el Coliseo, lo que conlleva multas de 15.000 euros o incluso penas de cárcel.

Cientos de turistas se concentran en un mirador para contemplar la erupción del géiser Old Faithful el 14 de julio de 2021 en el Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming.
Cientos de turistas se concentran en un mirador para contemplar la erupción del géiser Old Faithful el 14 de julio de 2021 en el Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming.Natalie Behring/Getty Images

Y aunque las tasas y los impuestos no basten por sí solos para reducir el número de turistas —¿acaso 5 euros van a disuadir al viajero medio de visitar Venecia?—, sí pueden proporcionar a esa localidad más recursos para mejorar las infraestructuras o invertir en viviendas comunitarias permanentes.

"La gente va donde quiere ir", afirma Eylon. "Si se trata de una experiencia de calidad con un destino aspiracional, la gente va a pagar".

Otro enfoque que no implica limitar o cobrar directamente a los turistas son los topes de desarrollo, que Eylon afirma que son cada vez más comunes, especialmente en destinos más pequeños o ciudades turísticas que atraen a muchos más visitantes de los que están preparados para gestionar. En 2019, Asheville, Carolina del Norte, estableció una prohibición de un año sobre cualquier nuevo desarrollo hotelero para que los líderes de la ciudad pudieran evaluar la situación y desarrollar políticas para nuevas propuestas hoteleras. La prohibición se levantó más de un año después, con nuevas políticas que exigen que los proyectos hoteleros cumplan ciertas normas o contribuyan a un fondo de vivienda permanente.

Por último, está la forma en que los destinos se comercializan. Durante mucho tiempo, los organismos de promoción turística se dedicaron principalmente a animar a los visitantes a venir, pero ahora algunos están adoptando un enfoque diferente. Ámsterdam, por ejemplo, lanzó este año una campaña dirigida a los turistas que solo quieren venir a la ciudad de fiesta. ¿El mensaje? No vengas.

Otros lugares se han centrado en animar a los turistas a comportarse mejor, como la colaboración de Colorado con Leave No Trace, cuyo objetivo es promover el turismo responsable.

Varias personas se alejan de la Torre Eiffel en París el 16 de agosto de 2023.
Varias personas se alejan de la Torre Eiffel en París el 16 de agosto de 2023.Miguel Medina/AFP/Getty Images

Tanto Países Bajos como Colorado se han centrado también en promocionar lugares más allá de sus principales atracciones —Ámsterdam y Denver— para animar a los turistas a explorar otras zonas.

"No existe una solución única para todos los casos", afirma Eylon, y añade que lo que funciona en una localidad no tiene por qué funcionar en otra.

El turismo es bueno hasta que deja de serlo

Uno de los mayores obstáculos para abordar el turismo masivo es el hecho de que, en muchos sentidos, el turismo es bueno para las comunidades. Además de los beneficios económicos, las cosas que hacen que un lugar sea un buen destino turístico son a menudo las mismas que hacen que sea un buen lugar para trabajar y vivir: variedad de restaurantes, buenas infraestructuras, grandes museos y otras atracciones.

Las encuestas realizadas por la empresa de Eylon han revelado que la mayoría de los estadounidenses creen que los aspectos positivos del turismo superan a los negativos. Aun así, suele haber un límite, y las distintas partes interesadas tendrán opiniones diferentes sobre cuántos visitantes son demasiados. Según Eylon, cada vez es más común e importante que los organismos de turismo no solo midan los beneficios económicos del turismo, sino también la opinión de los residentes sobre los índices de turismo.

Multitud de turistas frente al Partenón, en la Acrópolis de Atenas (Grecia).
Multitud de turistas frente al Partenón, en la Acrópolis de Atenas (Grecia).Nicolas Economou/NurPhoto/Getty Images

Anna Abelson, profesora adjunta del Centro de Hospitalidad Jonathan M. Tisch de la Universidad de Nueva York, afirma que hay indicios claros de que el turismo excesivo se ha convertido en un problema: demasiado ruido, altos niveles de contaminación y tanta gente en una zona que a los locales les resulta difícil disfrutar de su vida cotidiana.

Los residentes de estos lugares suelen manifestar su descontento. En Barcelona, por ejemplo, ha habido protestas masivas contra el turismo, y muchos residentes han abandonado los barrios en los que llevaban mucho tiempo viviendo.

"Se iban porque algunos barrios habían perdido autenticidad. Ya no eran realmente para los vecinos. La mayoría eran tiendas de recuerdos", explica Abelson.

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El reto al que se enfrentan ahora los destinos turísticos es encontrar el equilibrio entre promover el turismo para obtener sus beneficios, siendo realistas sobre dónde trazar la línea y escuchando a los residentes locales sobre cómo les está afectando.

Aunque las medidas de gestión turística pueden suponer un inconveniente para los viajeros o exigirles que planifiquen más sus viajes con antelación, son la única forma de preservar los lugares más preciados del mundo.

"Queremos que todas las generaciones vengan a visitar Venecia", asegura Abelson. "Pero no sé en qué estado van a encontrar Venecia cuando vayan".

"No hacer nada en este momento no es una opción".

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