La inflación toca techo pero sube más de lo esperado en agosto por el precio de los alimentos: un 10,5%, y la subyacente dispara las alarmas

Gente comprando en el supermercado a pesar de la inflación.

REUTERS/Andrew Kelly

Un mes más, la inflación vuelve a golpear el bolsillo de los hogares españoles, y sigue haciéndolo a doble dígito, con una virulencia inusitada desde 1984. Sin embargo, no es el peor dato hasta ahora registrado. Parece que la inflación empieza a tocar techo.

El precio de la gasolina y los cereales empiezan a dar tregua a la inflación, que podría haber tocado techo en agosto. Sin embargo, la luz y los alimentos mantienen la tensión de precios.

La cesta de la compra se encareció un 10,5% interanual en agosto, una décima más de lo que se esperaba, según los datos publicados hoy por el INE. El avance del IPC apuntaba a una subida del 10,4%, pero finalmente ha sido mayor.

En julio, los precios llegaron a subir un 10,8%, 3 décimas más que ahora, alcanzando el dato más alto desde la crisis del petróleo de los años 80.

La diferencia de precios entre julio y agosto tiene que ver con el precio de la gasolina, que empieza a destensarse. La inflación, por tanto, podría empezar a tocar techo, aliviada por el abaratamiento de algunas materias primas.

Según el INE, la moderación de la inflación se debe, principalmente, a la bajada de los precios de los carburantes. De hecho, el grupo de transporte moderó más de 4,5 puntos su tasa interanual, hasta el 11,5%, debido al abaratamiento de las gasolinas y lubricantes.

Por contra, en agosto subieron los precios de la electricidad y de los alimentos. Estos últimos registraron en agosto una subida interanual del 13,8%, 3 décimas más que en julio y el dato más alto desde el comienzo de la serie, en enero de 1994. Destaca, especialmente, el encarecimiento de la carne, el pan y los cereales y la leche, el queso y los huevos.

Pero el dato que enciende las alarmas es la inflación subyacente, la tasa que indica que la inflación podría haberse incrustado en la economía. La tasa subyacente continúa su ascenso imparable, y el precio del gas sigue dando guerra, lo que anticipa un invierno complicado.

A pesar de que la tasa general se modera, la inflación subyacente se ha disparado en agosto hasta el 6,4%, 5 décimas más que en julio. En enero, la inflación subyacente era del 2,4%, y estaba a niveles de 2012. En abril, escaló al 4,4% y, ahora, alcanza un 6,4%, el nivel más alto desde 1993. 

Qué es la inflación subyacente y por qué es un peligro que se incruste en la economía

La inflación subyacente mide cuánto se han encarecido de media los productos sin tener en cuenta la energía y los alimentos no elaborados. Es como sacar estos 2 elementos de la cesta de la compra para calcular cuánto más nos cuesta consumir cada mes.

Que la inflación subyacente aumente significa que, desde hace ya varios meses, toda esa tormenta de costes energéticos y de materiales que sufrían las empresas se ha estado trasladando a precios finales de los productos que fabricaban.

Según el INE, el dato de agosto se debe, principalmente, a la bajada de los precios de los carburantes y, en menor medida, de los combustibles líquidos.

Por contra, en agosto subieron los precios de la electricidad (que se encuentran en máximos desde la entrada en vigor de la excepción ibérica), de los alimentos, de la restauración y de los paquetes turísticos, entre otros.

En las últimas semanas, materias primas como la gasolina o los cereales, que habían prendido fuego a la economía, han empezado a destensar la cuerda de precios. Estos productos llegaron a tocar máximos tras la invasión rusa de Ucrania. Ahora, por ejemplo, el barril de Brent cotiza alrededor de un 29% por debajo de máximos. 

Pero el proceso se antoja lento; la gasolina sigue por encima de lo que cotizaba antes de la guerra, y el trigo todavía se vende casi al mismo precio que al inicio del conflicto. Además, el precio del gas sigue sin dar tregua en Europa, alcanzando máximos y anticipando un invierno en llamas.

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España suma ya medio año con la economía ardiendo y la inflación más alta desde los años 80. Esa es la postal con la que cierra agosto.

Marzo fue el primer mes en notar el impacto de la guerra en Ucrania en precios. Si la inflación ya estaba en niveles descontrolados (en enero la subida fue del 6,1% y del 7,6% en febrero), el conflicto bélico todavía ha echado más leña al fuego: en marzo la inflación escaló al 9,8%, la mayor subida vista desde 1985.

Con el dato de agosto, ya va más de medio año de inflación desbocada. Y por el momento no parece que estén surtiendo efecto las medidas de alivio anunciadas por el Gobierno.

Según el Gobierno, la subida de precios está siendo mucho mayor, pero se ve mitigada por algunas de las medidas anunciadas en su plan de choque para aliviar el impacto de la inflación en el bolsillo de hogares y empresas.

De cara a los próximos meses, cabe esperar una moderación de la inflación, motivada por el abaratamiento de las materias primas, y también por un efecto estadístico: como la inflación empezó a dispararse a partir de agosto de 2021, la comparativa respecto al año pasado hará que la tasa sea más moderada, ya que se compara con un dato que ya es alto. 

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