La inflación subyacente en enero marca máximos desde 2012, pero refleja por qué la escalada de precios no se ha incrustado en la economía

Una mujer en el supermercado.

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Se suponía que iba a ser un fenómeno transitorio, pero la inflación lleva ya medio año en los niveles más altos de los últimos 30 años, y eso está agujereando el bolsillo de los consumidores.

Sólo en enero, la subida de la inflación fue del 6,1%, según los últimos datos publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística, que revisan al alza en una décima el dato que avanzó para enero.

En los últimos cinco meses, la vida se ha encarecido un 5,5%. En septiembre el aumento alcanzó el 4%, en octubre un 5,4%, en noviembre llegó al 5,5% y en diciembre se disparó al 6,5%. El alza de enero, por tanto, supone una ligera moderación del 0,5% respecto a diciembre, pero sigue estando un 6% por encima de enero de 2021. 

Se trata de un encarecimiento del coste de vida que no se veía desde principios de los años 90. Pero, ¿es tan alarmante como parece? Si se observa la inflación subyacente, resulta que no, o al menos por ahora.

La inflación subyacente, que excluye del cálculo los alimentos no elaborados y los productos energéticos, aumentó en enero tres décimas, hasta el 2,4%. 

Que la inflación subyacente sea menos de la mitad que la inflación total significa que las subidas no se han contagiado a otros bienes. Son unos pocos productos de la cesta de la compra los que presionan precios: los alimentos y la energía, y eso tiene que ver con el alza de las materias primas y del petróleo (y la enorme dependencia energética que tiene España de otros países).

Sin embargo, conviene mantener la lupa puesta en este indicador, porque la inflación subyacente de enero es la tasa más elevada desde octubre de 2012.

El ejemplo alarmante es lo que está ocurriendo en Estados Unidos. Allí la inflación se disparó en enero al 7,5%. No se veía una subida de precios igual desde febrero de 1982. El problema es que la subyacente se situó en el 6%, sólo un punto y medio por debajo del dato general, y es también la mayor subida desde agosto de 1982. 

La escasa diferencia entre uno y otro dato alarma, porque si la inflación no se modera ni siquiera excluyendo los productos que más suben, significa que el descontrol de precios ya podría haber contagiado a otros segmentos de la economía. 

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La gasolina le toma el relevo al precio de la luz

Si el precio de la luz, en máximos históricos, era responsable de la escalada de los últimos meses, ahora parece que es la gasolina la que le toma el relevo. El precio de los carburantes se encareció en enero un 24,6% interanual.

Esto significa que, al menos por el momento, la inflación podría durar más de lo esperado, como ha reconocido el propio Banco Central Europeo.

Qué es la inflación subyacente y por qué es importante

Por el momento, la inflación no se ha contagiado a otros bienes. Son unos pocos productos de la cesta de la compra los que presionan precios: los alimentos y la energía, y eso tiene que ver con el alza de las materias primas y del petróleo (y la enorme dependencia energética que tiene España de otros países).

Esto se debe a la alta volatilidad de los alimentos y energía, cuyo precio se ve afectado fácilmente por condiciones externas (si hay heladas o sequías, o por los acuerdos entre países de la OPEP). 

Prueba de ello, si quitáramos de la cesta de la compra estos productos, la subida de precios se quedaría muy por debajo, apenas en el 2,4% interanual.

Esto es lo que se llama la inflación subyacente, que excluye productos con precios volátiles, y que esté lejos de la inflación general es una buena noticia: significa que las subidas de precio no han contagiado a otros sectores (todavía).

Aunque los analistas y hasta el BCE descartan una inflación estructural, lo cierto es que la escalada de precios no ha parado desde principios de año, agravándose después de verano por los problemas de desabastecimiento, la crisis de microchips o el alza del petróleo.

Es más, de enquistarse las subidas de precios en la economía, podrían poner en jaque la recuperación española.

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