El lado oscuro de la vuelta a las oficinas: el trabajo presencial tiene un impacto negativo en la crisis climática

Catherine Boudreau
| Traducido por: 
La vuelta a la oficina viene acompañada de una vuelta a los desplazamientos en coche y la contaminación.

Arantza Pena Popo/Insider

  • Las empresas que alardean de sus objetivos climáticos están obligando a sus empleados a volver a la oficina, lo que agravará el calentamiento global.
  • Dada la importancia de la cuestión y el volumen de las promesas medioambientales hechas por muchas grandes empresas, el relativo silencio de las compañías en lo que se refiere a los desplazamientos de sus trabajadores es desconcertante.

Rachel odia los atascos. Saber que ese día va a pasar hasta hora y media en el coche mirando los faros traseros hace que le cueste más levantarse por las mañanas.

En los últimos años ha teletrabajado, pero en febrero consiguió un nuevo empleo en una ONG: el trabajo le exigía desplazarse hasta la oficina de Silver Spring (Maryland, Estados Unidos) al menos 2 días a la semana, lo que la obligaba a viajar entre 30 y 45 minutos tanto de ida como de vuelta. 

Rachel, que ha preferido hablar utilizando un pseudónimo para evitar represalias de su empresa, es uno de los millones de trabajadores que en los últimos meses han regresado a la oficina después de haber trabajado en casa. Como muchos de ellos, Rachel dice que no le ve sentido. No solo le molesta la pérdida de tiempo, sino también el impacto medioambiental de su nueva rutina.

"Me pongo furiosa cuando voy al trabajo y veo la carretera atascada por el tráfico", resume Rachel. "Es increíblemente perjudicial para el medio ambiente. Y las oficinas también generan muchos residuos, como vasos y utensilios de papel y plástico", afirma. 

La preocupación de Rachel por el medio ambiente ha sido ignorada por las empresas que han impuesto la vuelta a la oficina, al menos públicamente. Los CEO de Amazon, Google y JPMorgan Chase sostienen que la interacción en persona y las conversaciones espontáneas alrededor de la máquina de café mantienen a la gente más comprometida. Quienes se oponen al cambio han hecho hincapié en la capacidad de los trabajadores para ser más productivos cuando fijan su propio horario. Pero James Elfer, fundador de More Than Now, señala que las empresas no tienen en cuenta los efectos de estas decisiones para el planeta. 

"Es chocante que esto no forme parte de la conversación, sobre todo en empresas que dicen preocuparse por la sostenibilidad. Es una oportunidad perdida para explorar la colosal influencia de una empresa en nuestro comportamiento", indica Elfer, cuya empresa realiza experimentos de ciencia del comportamiento para mejorar los lugares de trabajo. 

El impacto de las políticas de vuelta al trabajo en la crisis climática es una cuestión importante, sobre todo teniendo en cuenta que los científicos predicen que 2023 será el año más caluroso jamás registrado. El transporte es responsable de cerca del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta, y los coches, camiones y autobuses aportan una cantidad desorbitada. Pero determinar si trabajar desde una oficina es peor para el planeta no es tan sencillo. Hay innumerables factores que pueden inclinar la balanza en sentido contrario, como el lugar donde vive la gente, la cantidad de energía que utiliza en casa, los alimentos que come, las cosas que compra y los viajes adicionales que hace. Estamos inmersos en un cambio radical en la forma de trabajar, y las empresas de la lista Fortune 500 emplean a casi 30 millones de personas en todo el mundo. Si no se encuentra un equilibrio entre el aumento de la productividad en la oficina y la protección del planeta, se corre el riesgo de agravar la crisis.

"Colectivamente, estas decisiones suponen que millones de empleados trabajen de formas profundamente diferentes. La falta de atención parece irresponsable", afirma Elfer.

Ilustración buen trabajo

Coste de los desplazamientos

En Estados Unidos, el sector del transporte es el que emite más gases de efecto invernadero de todas las industrias, y los vehículos de pasajeros son los principales responsables, ya que generarán el equivalente a 374 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono en 2021. Aunque todo ese tráfico no se debe únicamente a los desplazamientos al trabajo, aproximadamente tres cuartas partes de los 154 millones de estadounidenses que se desplazan al trabajo lo hacen en coche. De media, pasan casi una hora al día en la carretera, según datos del censo estadounidense de 2021. Las tendencias son similares en el Reino Unido, donde los coches y los taxis son responsables de la mitad de las emisiones del sector del transporte, y alrededor del 68% de las personas que se desplazan al trabajo lo hacen en coche durante un tiempo medio de viaje de una hora al día. 

En España, el transporte representa el 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero y casi el 40% de las emisiones de los sectores difusos, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Y, también en nuestro país, dos de cada diez trabajadores tardan más de una hora en llegar a la oficina, aunque existen diferencias muy importantes según el territorio. Por otro lado, un reciente estudio revelaba que los españoles que teletrabajan ganan 63 minutos al día.

Así que es lógico que la reducción de los desplazamientos ayude a mantener el aire más limpio. Ty Colman, cofundador y director de ingresos de Optera, una consultora que ayuda a las empresas a cuantificar sus emisiones de carbono, afirma que, en general, una empresa totalmente remota y sin oficinas tiene el menor impacto por empleado y año, con menos de una tonelada métrica de dióxido de carbono equivalente. Eso incluye el aumento de la energía utilizada para alimentar los ordenadores, mantener las luces encendidas y una temperatura agradable en casa. Los empleados con una política de trabajo híbrido en la que se les permite trabajar a distancia tres días a la semana emiten alrededor de 1,4 toneladas métricas al año, cifra que aumenta a 1,7 toneladas métricas con una política de trabajo completamente presencial. El método de la empresa se basa en el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero, la norma más utilizada por organizaciones, ciudades y países para hacer un seguimiento de sus emisiones. 

La empresa ajustó una amplia gama de variables para ver cómo afectaban los distintos comportamientos a la cantidad de emisiones por empleado, según Colman, y el horario totalmente presencial siempre produjo las emisiones más altas, a menos que una gran mayoría de personas se desplazara en transporte público, en cuyo caso un horario híbrido podría tener un mayor impacto ambiental. 

La Agencia Internacional de la Energía descubrió en 2020 que, en el caso de las personas que se desplazan más de 6 km al día en coche, sus emisiones disminuirían si trabajaran desde casa. En total, si las personas que pueden teletrabajar lo hicieran solo un día a la semana, se reducirían 24 millones de toneladas métricas de emisiones al año, el equivalente a lo que produce cada año el área metropolitana de Londres. Según la AIE, esta cifra representa un "descenso notable", pero es pequeña en el contexto de la cantidad de emisiones que deben reducirse para alcanzar los objetivos climáticos mundiales.

Me enfada mucho ir al trabajo y ver la carretera atascada de tráfico. Es increíblemente perjudicial para el medio ambiente

El inicio de la pandemia en 2020 brindó una oportunidad real para investigar qué ocurre cuando millones de personas dejan de desplazarse al trabajo y trabajan desde casa. Ralf Martin, profesor asociado del Imperial College Business School de Londres, hizo precisamente eso. Su equipo recopiló datos de contadores de una muestra representativa de 1.164 hogares británicos y encuestó a 452 de ellos sobre cómo cambiaron sus pautas diarias durante julio y agosto de 2020. La mayoría de los encuestados declararon que se desplazaban menos de 30 km y lo hacían en coche. De media, trabajaban desde casa 3 días a la semana y se desplazaban 2, ya que algunos eran trabajadores esenciales y tenían que acudir. Aunque la gente se quedaba en casa cargando el portátil y atendiendo videollamadas, las emisiones totales de los hogares se redujeron un 33%: el consumo de electricidad aumentó un 6%, mientras que el de gas disminuyó un 9,5%. 

Ese aumento de la electricidad no generó un pico de emisiones tan grande como se esperaba, según Martin, por 2 razones: en primer lugar, la demanda estaba más repartida a lo largo del día. Antes de la pandemia, las emisiones domésticas se concentraban a primera hora de la mañana y por la noche, lo que obligaba a poner en marcha centrales de petróleo y gas más ineficientes para satisfacer los picos de demanda.

"Durante estos picos de mañana y tarde es cuando la generación de energía es más sucia. La elevada demanda hace que se enciendan algunas de las centrales más marginales y sucias, por lo que aumenta la intensidad de carbono de la red eléctrica", indica Martin.

El segundo factor es un poco más extraño: como la gente no iba a la oficina ni pasaba tiempo con sus compañeros, probablemente se preocupaba menos por la higiene. "También es posible que la gente no se duchara tanto. Eso supone menos energía para calentar el agua", señala Martin. 

Aunque el estudio solo abarcó la primera parte de la pandemia, ilustra los efectos positivos del teletrabajo en la crisis climática. Pero desde que no estamos confinados, las emisiones mundiales han repuntado hasta niveles superiores a los de antes de la pandemia porque la gente vuelve a conducir y a volar, según la AIE. El problema añadido es que muchas personas aprovecharon la pandemia para mudarse a las afueras. Esto puede suponer desplazamientos más caros, ya que los empresarios exigen que la gente vuelva a estar en la oficina, lo que aboga por una mayor flexibilidad para trabajar desde casa.

"La conclusión es que el efecto inmediato fue un gran ahorro de emisiones. Pero lo que parece estar surgiendo es el peligro de que las emisiones del transporte aumenten a medida que la gente se aleja más de su lugar de trabajo y recurre al trabajo híbrido", apunta Martin.

Wall Street.

Mantener las luces encendidas

A pesar de la naturaleza intuitiva del argumento, la mayoría de los expertos afirman que enviar a todo el mundo a casa no es ninguna solución milagrosa para combatir la crisis climática. Según el informe de la AIE, si una persona se desplaza menos de 6 km al trabajo o utiliza el transporte público, el teletrabajo podría aumentar sus emisiones debido a la energía adicional que se consume en casa. Además, hay otros comportamientos que también influyen en este cálculo, como la época del año. Durante el invierno, el consumo de energía tiende a ser mayor porque la gente enciende la calefacción, aunque en algunas zonas en realidad es mayor en verano porque el aire acondicionado se utiliza mucho. ¿Se desperdicia más comida o se encienden innecesariamente los aparatos electrónicos? ¿Se hacen más recados? ¿Se hacen más viajes de fin de semana?

En 2021, More Than Now esbozó una hoja de ruta para que las empresas pudieran determinar la combinación óptima de desplazamientos al trabajo. La investigación inicial de la empresa descubrió que el impacto neto en la sostenibilidad de los empleados dependía de los desplazamientos, la energía y los dispositivos digitales que utilizan, la gestión de residuos y la infraestructura local.

"El trabajo a distancia influía mucho en cada uno de estos aspectos y tenía pros y contras en lo que respecta a nuestra huella ambiental. No había una respuesta clara a si el trabajo desde casa era mejor o peor para el medioambiente en términos generales", afirma Elfer. 

Adaptar el comportamiento de las personas para garantizar que el trabajo desde casa reduzca realmente las emisiones puede ser difícil, sobre todo sin datos sólidos de los empleados sobre cómo emplean su tiempo. Incluso sin esta información, algunas instituciones, como la American University de Washington, animan a sus empleados a ser más sostenibles desde casa. Megan Litke, directora de sostenibilidad de American University, afirma que su oficina realiza todos los años una encuesta entre el profesorado y el personal para conocer sus hábitos de desplazamiento. Sin embargo, no han encontrado la forma de medir con precisión lo que la gente hace en casa.

"Hemos adoptado el planteamiento de que no necesitamos una cifra concreta para empezar a tomar medidas al respecto. Proporcionamos a la gente una lista de acciones que pueden hacer, desglosadas por tareas de la mañana, la pausa para comer y el tramo de la tarde", explica Litke.

Por ejemplo, la guía recomienda  sugiere evitar las tazas de café de plástico y evitar la carne y los lácteos en las comidas para reducir la huella de carbono, y ofrece consejos para reciclar, compostar y comprar productos de limpieza ecológicos. También se incluyen técnicas de ahorro de energía, como colocar los escritorios cerca de una ventana para aprovechar la luz del día y programar los dispositivos electrónicos para que entren en modo de reposo después de un determinado periodo de tiempo.

"Es importante reconocer que trabajar desde casa no es una solución medioambiental perfecta. Tenemos que pensar en ello de forma holística", afirma Litke.

Ignorando la realidad

Mientras científicos y expertos intentan encontrar la combinación perfecta de presencialidad y teletrabajo para ayudar al planeta, los CEO parecen menos preocupados. Muchas empresas (incluso las que dicen dedicarse a ayudar al planeta) no parecen interesadas en encontrar soluciones, según Efler. More Than Now publicó su hoja de ruta en 2021 con la esperanza de que las empresas quisieran asociarse para estudiar las ventajas y desventajas, pero en los 2 años transcurridos desde que su organización empezó a estudiar la cuestión, el mundo corporativo se ha quedado casi mudo.

Colman, de Operta, señala que las empresas están estudiando discretamente "qué emisiones habrá en relación con diversas políticas laborales". Puede que el tema no ocupe un lugar central en el debate porque los desplazamientos de los empleados pueden representar una pequeña parte de las emisiones totales de una empresa, afirma Colman, pero Optera, que cuenta entre sus clientes con Target, Dell y Williams-Sonoma, ha hecho números para docenas de compañías. 

Dada la importancia de la cuestión y el volumen de las promesas medioambientales hechas por muchas grandes empresas, el relativo silencio en lo que se refiere a los desplazamientos es desconcertante.

Business Insider ha preguntado a Amazon, Apple, Google y JPMorgan Chase (todas ellas con ambiciosos objetivos climáticos) si han tenido en cuenta las posibles contrapartidas medioambientales a la hora de elaborar sus mandatos de retorno a la oficina. Todos han declinado hablar o directamente no han respondido

En sus últimos informes de sostenibilidad, Amazon, Apple y Google tienen en cuenta los desplazamientos de los empleados en su huella de carbono global. JPMorgan no lo hace. Google afirma que los desplazamientos al trabajo y el teletrabajo representan el 2% de las emisiones totales generadas por la empresa. Amazon afirma que contabiliza las emisiones de los servicios de transporte proporcionados por la empresa y de determinados medios de transporte subvencionados, pero no desglosa el total específico. Apple declaró que los desplazamientos de los empleados y los viajes de negocios representan el 0,5% de sus emisiones, que compensa comprando créditos de carbono de proyectos que protegen y restauran la naturaleza.

 Aunque estas cifras parezcan pequeñas, suman, y optimizar la forma en que los empleados se desplazan al trabajo podría ser una victoria fácil para las empresas que aparentemente se preocupan por el futuro del planeta.

Schneider Electric, que fabrica hardware y software para gestionar la energía en los edificios, se centra en hacer que sus propias oficinas sean lo más sostenibles posible y en ofrecer a los empleados flexibilidad para trabajar desde casa. Tony Johnson, director de centros de operaciones y estrategia del lugar de trabajo, explica que estos esfuerzos comenzaron en 2015. Desde entonces, Schneider Electric ha reducido sus oficinas de 300 a unas 200 en Norteamérica. 

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"Reconocimos que no todo el mundo quiere o necesita estar en la oficina todos los días de la semana. Al mismo tiempo, es difícil establecer relaciones que impulsen la innovación de forma virtual", afirman desde la empresa. 

Schneider pide a sus 35.000 empleados en Norteamérica que estén en la oficina al menos 2 días a la semana y está buscando vehículos eléctricos para aquellos que conducen regularmente para reunirse con los clientes. El informe de sostenibilidad 2022 de la empresa muestra que las emisiones de sus propias oficinas y centros de fabricación en todo el mundo están disminuyendo, mientras que las emisiones de los desplazamientos de los empleados aumentaron. Ambas categorías representan una pequeña parte de la huella de carbono global de Schneider Electric.    

"Es un problema complicado y vamos aprendiendo sobre la marcha. Hace varios años, nadie hablaba de cómo sus proveedores afectaban al planeta. Ahora, intentamos asegurarnos de que nuestro proveedor de muebles recicla o renueva", afirma Johnson.

Para Rachel, lo ideal sería encontrar otro trabajo totalmente a distancia. Ya ha negociado con su actual jefe estar en la oficina 2 días a la semana (en lugar de 5) y no cree que vayan a ceder más. Eso ha hecho que Rachel piense en los efectos secundarios de desplazarse al trabajo: el impacto medioambiental, el peso en su salud mental e incluso el desgaste de los coches y las carreteras. Por todas estas razones, ha decidido que ir a la oficina no merece la pena. 

"Creo que vamos porque a nuestro CEO le gusta tener gente con quien hablar. No creo que nuestra presencia genere ideas sorprendentes o redes de contactos. A mi jefe simplemente le gusta un entorno de trabajo más tradicional", opina.

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