Por qué las plataformas de 'streaming' han convertido el relanzamiento televisivo de franquicias literarias explotadas con éxito en cines en piedra angular de su estrategia

Robert Pattinson y Daniel Radcliffe en sus papeles de Cedric Diggory y Harry Potter en 'Harry Potter y el cáliz de fuego'.
Robert Pattinson y Daniel Radcliffe en sus papeles de Cedric Diggory y Harry Potter en 'Harry Potter y el cáliz de fuego'.

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  • Tras cosechar un notable éxito en el cine, sagas literarias como Crepúsculo y Harry Potter se preparan para hacer su estreno en plataformas en forma de serie.
  • Los productores buscan explotar franquicias ya conocidas bajo un formato más largo que les permite ser más fieles a los libros, pero se arriesgan a decepcionar a un público exigente.

Lionsgate trabaja en el relanzamiento de la saga Crepúsculo como serie de televisión, según informaciones publicadas por The Hollywood Reporter. El proyecto está en una fase muy temprana de desarrollo y todavía no tiene hogar oficial, pero de entrada ya ha despertado un gran interés. 

No es la única franquicia literaria que, tras un recorrido exitoso en cines, tendrá una segunda vida audiovisual como ficción televisiva. Durante el evento de presentación de Max, Warner Bros Discovery anunció la adaptación a serie de Harry Potter, la exitosa saga literaria de J.K. Rowling. Los planes para el proyecto son muy ambiciosos. Se desplegará a lo largo de 10 años y se dedicará una temporada a cada uno de los siete libros que la integran. 

Las franquicias han sido una parte fundamental en la rentabilidad de las compañías tradicionales. No sorprende a nadie que el streaming quiera aprovechar algo de ese potencial comercial en beneficio propio. 

Quien tiene una franquicia tiene un tesoro

El negocio multimillonario que generó la saga Crepúsculo, escrita por Stephenie Meyer, es indiscutible. El fenómeno comenzó con las novelas, traducidas a 37 idiomas y de las que se han vendido más de 160 millones en todo el mundo. Las películas, por su parte, consiguieron una recaudación mundial de 3.400 millones de dólares. 

El fandom, impulsado por jóvenes lectores y espectadores, ayudó a popularizar el fenómeno de los vampiros en la cultura popular y catapultó a Kristen Stewart y Robert Pattinson al estrellato. Es, sin lugar a duda, una de las joyas de la corona del catálogo de Lionsgate. 

La saga cinematográfica de Harry Potter, por su parte, es uno de los tesoros más valiosos de Warner Bros Discovery. La adaptación cinematográfica de las novelas, que han vendido más de 500 millones de copias y han sido traducidas a más de 80 idiomas, superó los 7.000 millones de dólares de recaudación en todo el mundo (sin contar con la saga spin off de Animales fantásticos). 

El fenómeno literario y cinematográfico basado en la historia del popular mago alumbró un negocio multimillonario basado en la explotación de la propiedad intelectual que incluye, entre otros elementos, parques temáticos, merchandising, videojuegos y hasta experiencias inmersivas. 

Miércoles

¿Qué ganan?

Lionsgate y Warner saben perfectamente en qué jardín se meten. Por muy elevados que vayan a ser los costes de producción, ambos proyectos tienen todo el sentido del mundo por las ventajas que ofrece, precisamente, el formato serie de televisión. 

La primera ventaja es que los libros suelen contener historias complejas que pueden ser difíciles de plasmar en una película de 2 horas y media. Una serie, en cambio, permite profundizar más en los personajes y desarrollar mejor sus motivaciones. 

También brindan más tiempo para explotar las subtramas de los libros, que con frecuencia tienen que ser sacrificadas en las películas. Todo ello hace que, al menos potencialmente, la historia sea más completa y atractiva para el espectador. 

Apostar por una franquicia literaria de éxito que ya sacó músculo en los cines, además, confiere la seguridad de una audiencia de partida que se puede dar por garantizada, la de los libros y la primera adaptación, y un público ya familiarizado con los personajes y la trama. Esta garantía da mayor seguridad a proyectos particularmente costosos, aunque también puede convertirse en un arma de doble filo al generar burbujas de expectativa que finalmente el proyecto no sea capaz de satisfacer. 

 

Es evidente que una decisión con estas implicaciones económicas no se puede ceñir a esa audiencia preexistente. El valor de estas adaptaciones, de hecho, reside en su capacidad para introducir la historia a una nueva generación de espectadores. 

Con una ventaja adicional: podrán retroalimentarse de los productos que ya están en el mercado, sobre todo los libros y las películas. El contacto constante con la propiedad intelectual en distintos lenguajes y soportes es particularmente ventajoso durante los hiatos de temporada. Permite mantener al fan fidelizado y que el interés en el proyecto no se desinfle, algo fundamental para el retorno económico del proyecto. 

Los objetivos de Lionsgate y Warner Bros Discovery parecen claros: revalorizar la propiedad intelectual. Si la serie de televisión resultante convence, el fandom se ampliará y generará más negocio con la nueva generación de protagonistas, lo que aumentará el valor general de la franquicia y la blindará de cara a su explotación en otros formatos y soportes. 

La gran pregunta es si el streaming tendrá el mismo músculo que las salas de cine y la literatura para impulsar un nuevo fenómeno cultural como el que alimentaron vampiros y magos hace casi 2 décadas. 

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