¿El último combate político de Joe Biden?

Joe Biden, presidente de Estados Unidos.
Joe Biden, presidente de Estados Unidos.

REUTERS/Jonathan Ernst

  • Biden tiene pocas posibilidades de aprobar proyectos legislativos ambiciosos teniendo en cuenta la situación del Congreso estadounidense, y se enfrenta además a unas elecciones difíciles en 2024.
  • Tras décadas de servicio en Washington, la mayor parte de ellas en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Israel y Ucrania definirán su legado.
  • Este último paquete, que financiaría a los dos aliados de Estados Unidos, podría ser con facilidad el último gran proyecto legislativo de su Administración.
Análisis Faldón

El jueves por la noche, el presidente estadounidense Joe Biden se dirigió a la nación en un inusual discurso en el Despacho Oval, tras haber regresado de lo que ha parecido un agotador viaje a Israel.

El discurso trató de ilustrar lo que está en juego en un par de conflictos lejanos para Estados Unidos, uno en Europa del Este entre Ucrania y Rusia y otro a orillas del Mediterráneo entre Israel y Hamás, argumentando que la intervención estadounidense mediante ayuda, armamento e inteligencia no sólo merece la pena, sino que es necesaria.

Para Biden, el proyecto de ley es importante. Si es capaz de conseguir los fondos del Congreso de Estados Unidos y ayudar a Israel y Ucrania en la medida que espera, parece muy probable que sea la última ley relevante que pueda aprobar en su primer mandato. Y como en la vida política no hay garantías, hay bastantes posibilidades de que sea lo último importante que haga en Washington, sin más.

En esta foto de archivo del 13 de julio de 1982, el secretario de Estado electo George Shultz, a la derecha, habla con miembros del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, incluyendo a Joe Biden (izquierda).
En esta foto de archivo del 13 de julio de 1982, el secretario de Estado electo George Shultz, a la derecha, habla con miembros del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, incluyendo a Joe Biden (izquierda).

AP Photo/Ira Schwarz

El legado de Biden ya estaba fuertemente vinculado a la política exterior

El presidente estadounidense recordó la frase de la difunta ex secretaria de Estado Madeline Albright, según la cual Estados Unidos es una "nación indispensable" y la paz es siempre alcanzable, pero sólo si los estadounidenses están dispuestos a invertir en ella. El presidente conocía bien el trabajo de Albright, ya que acababa de convertirse en miembro principal de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado en el momento en que el Senado confirmó su nombramiento como secretaria de Estado. 

No son nuevas visiones del presidente. Se dirá lo que se quiera, pero incluso sus oponentes deberían reconocer de buen grado que su trayectoria es, cuando menos, larga.

Después de cinco décadas en Washington, gran parte de ellas como miembro o líder de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que Biden simpatice con los aliados y trate de darles armas no es ninguna sorpresa, dada su larga y prácticamente intachable reputación en el ala liberal internacionalista del partido. 

Más allá del argumento de que hay que oponerse a las maquinaciones geopolíticas del presidente ruso Vladímir Putin, como todo buen político que se presenta a las elecciones del año que viene, Biden introdujo un argumento económico, señalando que gran parte del armamento que se enviaría a Israel y Ucrania procede de los arsenales existentes, arsenales que se reabastecerían gracias a la mano de obra de los trabajadores de fábricas de lugares como Arizona.

El que fuera presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, rodeado de periodistas.
El que fuera presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, rodeado de periodistas.

J. Scott Applewhite/AP

Este proyecto de ley no será fácil

Ahora tiene mucho trabajo por delante. Parte del partido republicano no quiere dar ayudas a Ucrania. Algunos sectores del partido demócrata dudan en dar un cheque en blanco a Israel. El Congreso estadounidense ahora mismo es un caos.

El Senado ha presentado varios problemas: el despecho de un único miembro, que ha frenado prácticamente todos los ascensos en el ejército, la exigua mayoría de su partido, una mayoría a veces difícil de gestionar, y el hecho de que el presidente de la Comisión de Política Exterior del Senado, Bob Menéndez, esté imputado por un escándalo de soborno y tenga que renunciar a su puesto hasta que se aclare lo sucedido. 

Joe Biden, presidente de Estados Unidos

La Cámara de Representantes es un caos. Los republicanos destituyeron a su presidente, el aspirante con más posibilidades renunció cuando se hizo evidente que carecía de los votos necesarios, el candidato que podría aplacar al ala insurgente del Partido Republicano que destituyó al presidente original no parece tener un camino viable hacia el cargo ante la oposición de los moderados del Partido Republicano, y la persona que aparentemente dirige la Cámara se encuentra en un limbo legal y no sabemos realmente qué puede hacer, desde el punto de vista constitucional. 

A favor de Biden está la circunstancia de que, en términos generales, la mayoría de la gente de ambas cámaras del Congreso probablemente apoye un paquete de ayuda a Israel y Ucrania, y no es demasiado claro que los opositores sean capaces de hundirlo en su totalidad. 

Dicho esto, estamos hablando del Congreso de Estados Unidos, así que nada es fácil.

El presidente Joe Biden, en el centro, firma la Ley de Reducción de la Inflación en el Comedor de Estado de la Casa Blanca el 16 de agosto de 2022.
El presidente Joe Biden, en el centro, firma la Ley de Reducción de la Inflación en el Comedor de Estado de la Casa Blanca el 16 de agosto de 2022.

AP Photo/Susan Walsh

Siendo realistas, puede que no haya otra ley firmada por Biden en el futuro

La cuestión es que puede que esto sea todo para Biden. 

Aunque el presidente tiene varios argumentos que dar al electorado sobre el estado de la economía, el fin de la pandemia, unas cifras de empleo bastante notables y lo que es cada vez más probable que sea un oponente conocido y profundamente polarizador, no nos equivoquemos, puede perder.

Las consecuencias de una posible candidatura de un tercer partido, las posibilidades de que la economía cambie, el precio de la gasolina el año que viene: es perfectamente posible que éste sea el primer y último mandato de Biden, incluso dejando de lado cualquier problema inesperado de salud o las primarias. 

Joe Biden, presidente de Estados Unidos

REUTERS/Kevin Lamarque

Este es el legado

El primer mandato de Biden ha tenido varios éxitos: legislativamente, el proyecto bipartito sobre infraestructuras y la Ley de Reducción de la Inflación, entre ellos, por no mencionar las anteriores tandas de fondos para Ucrania. La Administración Biden ya ha sentado las bases de un legado de política interior convincente.

Pero no es probable que este Congreso le dé a Biden más victorias nacionales. Si hay alguna coalición entre los dos partidos dentro del Congreso estadounidense, es muy posible que sea precisamente por la política sobre Israel y Ucrania. Es muy probable que ésta sea la última gran pieza que Biden pueda conseguir que se apruebe antes de que empiecen las elecciones, y podría pasar de todo.

Si pierde, no se puede concebir que vuelva a intentarlo en 2028: esta será su última batalla, y aunque es muy posible que salga elegido, el complicado mapa del Senado este año hace que la posibilidad de que tenga una legislatura complaciente por delante sea un verdadero interrogante. Durante el Gobierno de Obama, el presidente se vio prácticamente impedido de realizar esfuerzos legislativos ambiciosos en su segundo mandato debido a la intransigencia del Partido Republicano. En realidad, el Partido Republicano se ha vuelto cada vez más reticente a cualquier pacto.

Todo esto quiere decir que éste podría ser el último gran esfuerzo legislativo de la Administración Biden-Harris. Veremos si puede hacerlo valer.

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