A estas alturas es normal que hayas oído hablar de One Piece. 

Si no es por el manga, que lleva publicándose durante 26 años seguidos, seguro que es por la serie de acción real que Netflix estrenó el pasado jueves. 

Es cierto que si nunca has empezado, el reto de ponerse al día es desafiante. Ya hay más de 1.000 capítulos del manga y más de 1.000 capítulos del anime de más de 20 minutos cada uno. Es un viaje que merece la pena, pero intimida, eso es evidente. 

La serie de One Piece de Netflix presenta la opción más sencilla. Adapta la primera saga del manga en tan solo 8 capítulos en donde podrás ver como Monkey D. Luffy da sus primeros pasos por el Grand Line y empieza a reclutar a su tripulación. 

Si eres nuevo en One Piece o crees que no es para ti, aquí tienes los motivos por los que debes dar un salto de fe. 

One Piece es muy larga, pero es increíblemente gratificante

One Piece, escrita e ilustrada por Eiichiro Oda, comenzó a serializarse el 22 de julio de 1997 en la revista Weekly Shōnen Jump. 

En los años transcurridos desde entonces, se ha recopilado en 106 volúmenes diferentes. Después de 26 años de publicación, One Piece aún no ha terminado y ya van más de 1.000 capítulos. 

La serie ha publicado más de 500 millones de ejemplares en todo el mundo, y es la serie de manga japonesa más vendida de todos los tiempos, y eso sin contar la adaptación al anime, que cuenta con más de 1.000 episodios, y 15 películas.

La serie sigue a Luffy y a su tripulación del Sombrero de Paja en su búsqueda del One Piece, un tesoro dejado atrás por el antiguo Rey de los Piratas, Gol D. Roger. La muerte de Roger desencadena una Edad de Oro de la Piratería, y la aspiración de Luffy es encontrar el tesoro y convertirse en el nuevo Rey de los Piratas.

El mundo de One Piece es fantástico. 

Hay gente, como Luffy, que ha comido Frutas del Diablo que les otorgan una amplia gama de poderes a cambio de hacer que no poder nadar. La Fruta Gomu Gomu de Luffy le permite estirar su cuerpo como si fuera de goma, una habilidad que Oda dijo que eligió porque era el "poder más tonto que se me ocurrió". 

A su vez, el propio Luffy es un personaje increíblemente bobalicón, lo que hace que los momentos en los que se pone mortalmente serio sean aún más gratificantes. Los poderes de Luffy son solo el principio de la sensibilidad profundamente tonta, pero a menudo muy sentida, de la historia. 

El mortífero espadachín Roronoa Zoro lucha con tres espadas (una en la boca), y a menudo se le encuentra durmiendo la siesta o perdido. 

El hábil cocinero Sanji solo lucha con los pies, para protegerse las manos (también es incapaz de hablar normalmente a una mujer). El médico de los Sombrero de Paja es un reno llamado Chopper, que comió accidentalmente la fruta Humano-Humano y puede transformarse entre una variedad de formas humanas y de reno.

Pero lo que hace que One Piece sea excepcional no es su longitud, que es una perspectiva desalentadora como fan potencial. 

Oda ha invertido mucho en el mundo de One Piece: lo que empieza como una historia sobre un tipo de goma cualquiera que quiere ser el rey de los piratas se convierte en una narración increíblemente rica y compleja. 

Los argumentos políticos, como las implicaciones de tener piratas sancionados por el gobierno o el borrado fascista de la historia, pasan a un primer plano a medida que Luffy se abre paso a puñetazos, estiramientos y sonrisas a través de combates cada vez mejores.

Y aunque One Piece se alarga, no pierde su identidad. Aunque las apuestas son cada vez más altas, conserva muchos de sus rasgos tontorrones y desenfadados, y se apoya en las identidades únicas de sus personajes, incluso ampliando el reparto.

One Piece de Netflix logra capturar el espíritu de la historia original

Tanto si ya eres fan de One Piece como si eres un posible recién llegado a la historia, la serie de acción real merece tu tiempo. Esto se debe principalmente a que se centra en la mejor cualidad de la historia de Oda: los personajes.

Iñaki Godoy interpreta a la perfección a Luffy en la adaptación de Netflix, capturando su actitud despreocupada, su capricho y su exuberante energía de una forma que (a veces literalmente) rebota por toda la pantalla. 

Los demás Sombreros de Paja completan un reparto central estelar, desde la irónica Nami de Emily Rudd, al increíblemente genial Zoro de Mackenyu, pasando por el alegre Usopp de Jacob Gibson y el encantador (y más apropiadamente coqueto) Sanji de Taz Skylar.

A pesar de adoptar un enfoque ligeramente más serio del material original, One Piece de Netflix mantiene gran parte de la tontería que define la serie: Luffy, fiel a su estilo, grita todos sus movimientos de lucha. 

Los antagonistas gatunos arañan y sisean con la máxima gravedad. Los caracoles teléfono, el principal método de comunicación en One Piece, están representados con un realismo realmente asombroso.

Aunque la serie condensa la Saga East Blue del manga e introduce algunos cambios, es una gran introducción a la franquicia en su conjunto. 

Los recién llegados no deberían asustarse por la inmensidad del universo de Oda, y si les gusta la serie, deberían considerar seriamente la posibilidad de leer el manga original o la serie de anime.

One Piece" es lo suficientemente buena como para romper la maldición de las adaptaciones de anime

También para los fans más veteranos, One Piece de Netflix debería suponer un suspiro de alivio. 

Aunque algunos de los cambios con respecto al manga pueden no ser del gusto de todos, es difícil negar que One Piece, en su mayor parte, es una adaptación condenadamente buena.

"Bastante buena" es, además, lo mejor que se ha hecho hasta ahora en una adaptación al anime occidental. Al igual que ocurre con la "maldición de los videojuegos", otros remakes de anime han tenido mala suerte. 

Ha habido excepciones, como la deliciosa película de 2006 de los Wachowski Speed Racer. Pero las adaptaciones de anime de Netflix han sido mal recibidas, como su película de 2017 Death Note, o su adaptación de la serie de anime Cowboy Bebop, que fue cancelada tras una sola temporada.

El éxito de One Piece se debe tanto al claro amor del reparto y el equipo por la serie como a la estrecha implicación de Oda en la adaptación. 

El autor declaró en una nota publicada por Netflix que sentía que la serie de acción real era la "última oportunidad de llevar One Piece a todo el mundo", y que quería estar profundamente involucrado.

Además, declaró a The New York Times antes del estreno de la serie que "actuó como un perro guardián" para asegurarse de que la adaptación estaba a la altura.

En última instancia, One Piece parece una prueba de concepto. Si se puede llevar a la pantalla una historia tan ampulosa, vívida y extraña, parece que hay un camino viable para que otros hagan lo mismo. Aun así, aunque sigan un guion similar, no tendrán el punto fuerte de esta serie: ser One Piece.