Estuve 4 horas corriendo por mi vida en el festival Nova de Israel hasta que un hombre en una furgoneta me rescató: nunca volví a saber de él después de que regresara a por más gente

Hannah Getahun
| Traducido por: 
Jóvenes abandonando el Festival de Música Nova en Gaza donde se produjo el atentado de Hamás.

Natalie Sanandaji

  • Natalie Sanandaji es una de las supervivientes del ataque terrorista de Hamás al festival de música Tribe of Nova el pasado 7 de octubre.
  • Ella y sus amigos pasaron 4 horas corriendo por el desierto antes de que los rescatara un hombre en furgoneta de la ciudad más cercana. 
  • La joven de 28 años asegura que si llega a estar minutos después en los baños del festival la habrían matado.

Este artículo se basa en una entrevista con Natalie Sanandaji, de 28 años, residente en Nueva York y "judía estadounidense nacida de padres israelíes e iraníes". El texto que sigue ha sido editado por razones de extensión y claridad.

El motivo del viaje de Natalie Sanandaji a Israel fue para acudir a la boda de un amigo, pero aprovechó la visita para asistir al festival de música Tribe of Nova el 7 de octubre, cuando un atentado terrorista de Hamás causó la muerte de al menos 260 personas entre asistentes y trabajadores del concierto.

Desde el principio de mi viaje supe que iba a ser una locura. 

Llegué al recinto con otros 3 amigos sobre la una de la madrugada. Estuvimos allí bailando unas 2 horas y, sobre las 3 decidimos hacer un descanso y sentarnos en el camping del festival para echarnos una siesta y despertarnos para la actuación del amanecer.

Una de las chicas de nuestro campamento nos despertó diciendo que estaban disparando cohetes en nuestra dirección y los estaban interceptando en el aire. Nos pusimos en modo alerta.

Creo que una persona normal no reaccionaría como lo hicimos los asistentes al festival. Se palpaba cierta tranquilidad en medio de los estallidos aéreos. La chicha me tranquilizó diciéndome que probablemente solo serían unos cuantos cohetes y que era una situación normal en la zona.

Pero los cohetes seguían cayendo. Empezamos a darnos cuenta de que no era una situación normal. En ese momento la seguridad del festival había apagado la música y pidió a todo el mundo que se fuese directamente a sus vehículos. Recogimos nuestras cosas y fuimos a nuestro coche. En ese momento, pensamos que solo eran cohetes y que lo más peligroso que podía pasarnos era que algunos restos de los cohetes que estaban siendo interceptados por la Cúpula de Hierro cayeran sobre nosotros.

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Todo el mundo intentó salir al mismo tiempo, así que pensamos que tardaríamos unas horas más en llegar a casa debido al tráfico. Por eso, les pregunté a mis amigos si les parecía bien que volviera al camping para ir al baño. No me pusieron problema. Hace un par de días vi un vídeo en el que los terroristas se acercaban a esos mismos baños y disparaban contra las cabinas para intentar matar a cualquiera que pudiera estar dentro. Si hubiera estado allí momentos después, esa podría haber sido yo.

Después de llegar de nuevo a nuestro coche, la seguridad del festival pidió a todo el mundo que condujera en una sola dirección por el camino de tierra, ya que no se podía conducir por la mayor parte del descampado. Pero todo el mundo intentaba salir al mismo tiempo por el mismo lado. 

Cuando arrancamos el coche, la seguridad del festival cambió de opinión y empezó a pedir a todo el mundo que diera la vuelta y fuera en otra dirección. En ese momento empezamos a tomarnos en serio la situación pensando que algo más estaba pasando y no nos estábamos dando cuenta. Quiero resaltar el hecho de que el equipo de seguridad hizo todo lo posible por sacar a todo el mundo sano y salvo y muchos de ellos murieron en el proceso.

Empezamos a ir en la otra dirección, pero el caos ya había comenzado. De repente, los agentes de seguridad ordenaron a todo el mundo que se detuviera a un lado de la carretera, saliera del coche y echara a correr. Y durante un segundo, nos quedamos sentados sin entender por qué pedían algo así cuando, de primeras, la forma más rápida de salir de ahí era en coche. 

Fue entonces cuando escuchamos los primeros disparos y nos dimos cuenta de que no eran solo cohetes: los terroristas habían venido a pie, estaban armados y venían a por nosotros. En ese momento abrimos las puertas del coche y empezamos a correr para salvar nuestras vidas. Nadie sabía en qué dirección correr. Al cabo de un rato nos dimos cuenta de que venían por todos lados. 

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Una de las cosas más aterradoras fue correr en una dirección determinada, pensando que nos estábamos dirigiendo a un lugar seguro y de repente, ver a otro grupo de personas corriendo hacia ti huyendo también del mismo terror porque les estaban disparando. Era una situación en la que cada decisión era de vida o muerte y no tenías ni idea de cuál era la correcta. 

En un momento dado, mientras corríamos, pasamos junto a una zanja. Había varios chicos escondidos en ella y nos dijeron que bajáramos a escondernos también. Estábamos a punto de hacerlo hasta que uno de mis amigos dijo: "Si nos escondemos en esta zanja y nos encuentran, nos van a disparar". Así que decidimos seguir corriendo. Más tarde nos enteramos de que habían matado a los que se habían quedado allí.

Al final, nos encontramos con un agente de policía. No tenía mucho con lo que protegernos, pero caminó a nuestro lado intentando guiarnos hacia un lugar seguro. Ni siquiera pudo pedir refuerzos porque la comisaría local había sido tomada.

Corrimos durante unas 4 horas. En un momento dado nos paramos debajo de un árbol para que nos diese la sombra porque habíamos estado bajo el sol todo el tiempo y no teníamos agua. No habíamos escuchado ningún disparo durante uno o dos minutos, así que decidimos que era un buen momento para sentarnos y recuperar el aliento. 

De repente, una furgoneta blanca vino en nuestra dirección. Nuestro primer pensamiento fue que era un grupo de terroristas que venía a matarnos. Quisimos levantarnos y echar a correr, pero nos dimos cuenta de que no teníamos adónde huir.

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Resultó ser un hombre de la ciudad hacia la que corríamos, la ciudad de Patish. Había arriesgado su propia vida para recoger a los asistentes al festival y ponerlos a salvo en su pueblo. Ni siquiera sé su nombre. Nos subimos a su camioneta y nos llevó a Patish, y en cuanto nos dejó, dio media vuelta y volvió para salvar a más gente.

No le conté a mi madre que había ido a ese festival hasta que volví sana y salva a casa de una amiga. La reacción de todos fue que Dios me estaba cuidando y que había tenido mucha suerte.

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