Así reentrenó su cerebro un profesor de Harvard con TDAH para mejorar su productividad

Dr. Jeffery Karp
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Jeff Karp ha tenido desde niño TDAH no diagnosticado y se ha enseñado a sí mismo trucos para concentrarse en el trabajo.
Jeff Karp ha tenido desde niño TDAH no diagnosticado y se ha enseñado a sí mismo trucos para concentrarse en el trabajo.lijing/Getty Images
  • Jeffery Karp ha crecido con un TDAH no diagnosticado, con dificultades para concentrarse y responder a las preguntas en clase.
  • Utilizando dos tácticas para reeducar su cerebro, Karp ha ganado confianza en sí mismo y ha seguido una carrera académica. 

Como profesor de la Facultad de Medicina de Harvard y del MIT, soy muy afortunado: tengo la oportunidad de aprender y colaborar con algunas de las mentes más innovadoras del mundo de la medicina, la ciencia y la tecnología. Pero no se "suponía" que yo iba a llegar a estar donde estoy. Nadie lo habría pronosticado.

Crecer con TDAH no diagnosticado

Cuando era niño y estaba en la escuela primaria en una zona rural de Canadá, tenía la capacidad de atención de una mosca y lo pasaba mal intentando seguir el ritmo. La lectura, la escritura, las discusiones en clase y las instrucciones de los profesores… no le encontraba sentido a nada.

No era solo que me distrajera y que mi cerebro no procesara las cosas de forma convencional; mi mente se sentía completamente abierta a existir en el mundo, en una constante fusión mental con el universo. Me costó mucho esfuerzo concentrarme para que las cosas entraran, se quedaran y permanecieran.

Y yo era un niño nervioso. No podía relajarme y ser yo mismo, ni tampoco sentirme bien con el sambenito de "el niño rarito" porque me sentía peor que eso: un alienígena, una anomalía humana. Me di cuenta muy pronto de que había muchas cosas que "se suponía" que debía hacer, pero ninguna de ellas me resultaba natural ni me parecía lógica.

Más preocupante aún era que muchas de esas cosas no me parecían lo correcto; me parecían activamente incorrectas. Cuando un profesor me hacía una pregunta, ya fuera en un examen o en clase, solía encontrarla confusa y a menudo sin respuesta. La respuesta "correcta" me parecía una de tantas posibles. Así que la mayor parte de mis años escolares fueron un ejercicio constante de intentar averiguar, interpretar y encajar las expectativas de los demás.

Era un rompecabezas para mis profesores, un inadaptado en el sentido académico convencional y un completo marginado socialmente. Hoy en día, gracias a que la sociedad comprende mucho mejor el TDAH, que fue parte de lo que finalmente me diagnosticaron, existen enfoques basados en pruebas para desarrollar habilidades de autorregulación diseñadas para niños (y adultos). Pero en aquella época y en aquel lugar, la única opción era improvisar.

Las babosas de mar fueron esenciales para ayudarme a reeducar mi cerebro

Con los años, poco a poco fui ganando motivación y me volví más perseverante. No lo sabía entonces, pero mi evolución como estudiante reflejaba los dos conceptos fundamentales de cómo cambian y crecen las neuronas —cómo aprenden— que el neurocientífico Eric Kandel llegaría a identificar como la base que tienen en común las babosas de mar y los humanos para el aprendizaje y la memoria: la habituación y la sensibilización en respuesta a la exposición repetida a estímulos.

Habituación significa que reaccionamos menos a los estímulos, como ocurre con el ruido del tráfico al otro lado de la ventana. Sensibilización significa que nuestra reacción es más fuerte, como ocurre cuando, por ejemplo, un sonido o un olor o incluso el pensamiento de algo se convierte en un desencadenante.

Viviendo mi propio experimento, aprendí a hacer uso de ambos.

Descubrí algunas formas básicas de trabajar con mi cerebro para habituarme a algunos estímulos (cosas corrientes que me distraían) y sensibilizarme (agudizar mi atención) a otros para poder enrollar mi mente errante y redirigir la mensajería sináptica con intención. En un momento dado, en la habitación donde estudiaba, había una máquina de pinball a mi lado y una televisión detrás de mí. Aprendí a ignorar ambas cosas y utilicé el pinball como recompensa por terminar los deberes.

Con el tiempo, llegué a ser muy consciente de cómo secuestrar intencionadamente los procesos de mi cerebro para ser menos reactivo o estar más centrado, conforme fuese necesario.

El resultado: pude centrarme en lo que me parecía más útil y, a continuación, ir más allá y maximizar el impacto a medida que me llegaban oportunidades. Fui probando y perfeccionando hasta que aprendí a utilizar estas poderosas herramientas para alcanzar el estado de mayor conciencia y compromiso profundo que yo llamo el "encendido".

persona concentrada

¿Qué es el enfoque "encendido"?

Lo llamo "encendido" por dos razones. En primer lugar, "encendido" describe muy bien la sensación que produce un destello de inspiración: como si se encendiera una luz brillante en la oscuridad. O como si una chispa encendiera tu pensamiento. Cuando has tenido una idea original, te has quedado boquiabierto o simplemente te has emocionado, has sentido esa chispa. En segundo lugar, "encendidos" es como se refieren a estos momentos los científicos que los estudian. En el cerebro (y también en el intestino), los estados de excitación activan las neuronas. En el cerebro, esto desencadena un aumento del flujo sanguíneo cerebral que los neurocientíficos pueden ver cuando utilizan imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf).

La sangre oxigenada ilumina una zona gris del cerebro con puntos de actividad de color amarillo anaranjado. La ciencia está demostrando que esta activación neuronal se asocia no solo con determinadas actividades cognitivas o emociones, como el miedo y la ira, sino también con el amor, el asombro, la felicidad, la diversión y los "estados pico" o de flujo.

En el modo "encendido", nos comprometemos al máximo nivel de nuestras capacidades. No solo desarrollamos los músculos mentales necesarios para mantener la concentración, sino que también adquirimos la confianza y la destreza necesarias para sacar partido de la nueva información que recibimos sobre la marcha.

Somos más propensos a utilizar nuestras habilidades de pensamiento crítico, lo que puede evitar que aceptemos ciegamente lo que nos dicen o nos hacen creer, especialmente cuando nuestra intuición nos dice lo contrario. Nos resulta más fácil conectar con la gente, estamos más atentos a las posibilidades que nos rodean y somos más capaces de aprovecharlas. En una corriente de energía siempre renovada, aprendemos, crecemos, creamos e iteramos constantemente. Aumentamos nuestra capacidad mientras hacemos mejor nuestro trabajo.

A medida que perfeccionaba las estrategias que me permitían activar mi cerebro de esta forma a voluntad, identifiqué una docena que eran sencillas de utilizar y que nunca fallaban a la hora de abrir mi pensamiento justo de la forma que necesitaba, fuera cual fuera.

Tanto si se trataba de dirigir mi atención como de interrumpirla, de afinar mi enfoque o de ampliarlo, de hacer algo estimulante o de aquietar mi mente, estas Herramientas de Encendido de la Vida (Life Ignition Tools, LIT) funcionaron para mí, y también para los demás cuando las compartí con ellos.

Practicar hábitos que me permitan acceder al trabajo en profundidad ha sido esencial para mi éxito

Una vez que aprendí a trabajar con mi cerebro neuroatípico, vorazmente curioso pero caótico, descubrí infinitas oportunidades para cuestionar, crear e innovar como bioingeniero y emprendedor a escala mundial y ayudar a otros a hacer lo mismo. Estas herramientas LIT me llevaron de ser un niño confuso y frustrado, marginado en una clase de educación especial en una zona rural de Canadá, a convertirme en un bioingeniero e innovador médico miembro de la Academia Nacional de Inventores, la Real Sociedad de Química, el Colegio de Miembros del Instituto Americano de Ingeniería Médica y Biológica, la Sociedad de Ingeniería Biomédica y la Academia Canadiense de Ingeniería.

Como profesor, he formado a más de 200 personas, muchas de las cuales son ahora catedráticos en instituciones de todo el mundo e innovadores en la industria; he publicado 130 artículos revisados por pares con más de 30.000 citas; y he obtenido más de un centenar de patentes nacionales e internacionales emitidas o en trámite. Las herramientas también me ayudaron a cofundar 12 empresas con productos en el mercado o en fase de desarrollo.

Por último, han contribuido decisivamente a crear un entorno productivo, solidario y dinámico en mi laboratorio, que recientemente ha pasado de ser el Laboratorio Karp al Centro de Innovación Médica Acelerada.

Disponer de herramientas específicas ayudó a un chico con dificultades como yo

La LIT funcionó para este chico que parecía no prometer nada y para el joven que permaneció frustrado y desanimado durante muchos años. Aunque todavía lucho cada día de varias maneras, estoy agradecido de poder decir que estas herramientas LIT me permitieron cumplir y superar con creces esas desalentadoras expectativas iniciales.

Si queremos grandes avances en ciencia y medicina, si queremos innovaciones exitosas y disruptivas en todos los frentes para apoyar comunidades más sanas, y si queremos eliminar el ruido y centrarnos en lo más importante, debemos aprender a utilizar todas las herramientas del libro de jugadas de la naturaleza, nuestro arsenal evolutivo. Debemos sacudir nuestra forma de pensar, no solo de vez en cuando, sino a diario.

En la práctica, las herramientas LIT nos permiten tomar cualquier cosa para la que estemos predispuestos —incluyendo comportamientos y hábitos indeseables o inútiles— y, con intención, canalizar la energía que contienen para crear un resultado positivo. Es más fácil de lo que crees, porque cuanto más lo hagas, mayor será la recompensa, el impulso y tu impacto positivo.

Nunca se es demasiado mayor para recargar el cerebro de esta forma, y definitivamente nadie es demasiado joven. De hecho, las herramientas LIT pueden ser salvavidas para los niños, como lo fueron para mí.

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