ChatGPT vs. test de Turing: ¿podrá la IA moderna ganar al juego de imitación?

IA y ser humano juegan al ajedrez

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  • Alan Turing, un brillante matemático británico, creó en 1950 lo que se conoce como el test de Turing, o juego de imitación.
  • Con la reciente proliferación de sistemas de inteligencia artificial, la prueba de Turing vuelve a estar de actualidad: ¿podrían superarla sistemas de IA como ChatGPT, Bard o GPT-4?

"¿Cómo puedo saber que no soy un robot?"

Parece una pregunta sencilla, inocente, quizá absurda. Pero vuelve a leerla y párate un momento a pensar: ¿quién puede estar detrás de esta frase? 

Se trata de una de las búsquedas que se han realizado en Google, por lo que no podría ser obra de una máquina; está formulada en primera persona del singular, pero no tendría sentido que fuese un humano.

En cualquier caso, la respuesta a la pregunta podría ser: el test de Turing, o el juego de imitación de Turing; que quizá te suene del título (original, en inglés: The Imitation Game) de Descifrando Enigma, película de 2014 protagonizada por Benedict Cumberbatch sobre este brillante matemático inglés.

Décadas después, ya en un nuevo siglo, la evolución y el auge de la inteligencia artificial, con ejemplos como ChatGPT y GPT-4, entre otros muchos, ha traído de nuevo a la actualidad la famosa prueba ideada por Alan Turing.

¿Qué es el test de Turing y cómo funciona?

El test de Turing, o juego de imitación, es una prueba creada en 1950 por Alan Turing, matemático e informático británico considerado uno de los padres de la ciencia de la computación. 

El famoso test de Turing se basa en la siguiente pregunta: ¿pueden pensar las máquinas? O, en su defecto, ¿pueden imitar de forma exitosa el pensamiento humano? "Si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces debe de ser inteligente", formuló el genio británico.

La premisa de la que parte y con la que se busca responderla es sencilla: la máquina pasa la prueba si, tras una conversación de 5 minutos con una persona (o varias), es capaz de convencerla de que también es un ser humano. Así, un juez humano se 'enfrenta' a 2 entidades: una es una persona, la otra es un ordenador o chatbot.

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La prueba se realiza a ciegas, por escrito y solo por medio de preguntas y respuestas, que pueden estar relacionadas, por ejemplo, con el conocimiento de la actualidad y del mundo, la memoria, el sentido común, el humor, la capacidad comunicativa y comprensión del lenguaje o la 'humanidad' de la entidad secreta: '¿cómo te llamas?', '¿cuándo naciste?', '¿has estado alguna vez en ...?', '¿qué planes tienes para el fin de semana?', etc.

A pesar de haber sido desarrollada a mediados del siglo XX, el test de Turing sigue vigente en la actualidad, cuando proliferan sistemas de inteligencia artificial cada vez más evolucionados, como ChatGPT, GPT-4, Bard (de Google) o la IA de Microsoft.

¿Quién ha superado el test de Turing?

A lo largo de los años, ha habido muchos casos en los que los jueces se han equivocado en su veredicto de si enfrente tenían a una persona o a una máquina, pero no está claro que ninguna máquina haya superado el test de Turing de forma completa y con el respaldo total de la comunidad científica e informática.

Además, puede cuestionarse si el hecho de que una máquina engañe a un humano significa necesariamente que es inteligente y que puede pensar, ya que hay más factores en juego, como la ignorancia, la mentira, la capacidad de entrevistar del juez, las condiciones particulares en cada prueba, los malentendidos...

"Curiosamente, muchos de los sistemas con éxito hasta la fecha podrían convencer a alguien de que está hablando con una persona. Y no lo harían con una conversación humana convincente, sino añadiendo errores ortográficos o gramaticales. Las habilidades necesarias para parecer humano y pasar la prueba no están necesariamente vinculadas con la 'inteligencia' y el 'pensamiento'", matizan desde Oxford y Google.

Un caso en el que se afirmó que una máquina había pasado la prueba de Turing sucedió en 2014, con Eugene Goostman, un bot desarrollado en Ucrania. 

Goostman consiguió engañar a un tercio de los 30 entrevistadores, pero los críticos recuerdan que no supo responder a preguntas como '¿cuántas patas tiene un camello?', que evitó otras y que las circunstancias rebajaban los estándares exigibles: sus desarrolladores planteaban que el ordenador imitaba ser un niño ucraniano de 13 años que no hablaba inglés a nivel nativo y vivía lo suficientemente lejos de la sociedad moderna como para ignorar varios temas del mundo, como la geografía o la cultura pop.

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Más recientemente, en 2022, ha surgido el caso de LaMDA (Modelo de lenguaje para aplicaciones de diálogo). 

Blake Lemoine, entonces ingenierio de Google, afirmó que el chatbot de inteligencia artificial había cobrado consciencia y tenía sentimientos, tras lo que fue despedido por la compañía. También planteó que podía tener alma y que habría superado con éxito el test de Turing, pero más tarde se demostró que no era así, informa MOF.

La siguiente cuestión que podría plantearse es si otras IA modernas —ChatGPT, ChatGPT-5, GPT-4, Bard, las siguientes que serán creadas...— podrán batir la prueba de Turing, su juego de imitación, pero por el momento no hay estudios oficiales que sostengan que lo han superado.

Demis Hassabis, consejero delegado de DeepMind, parece apostar por que sí se vaya a lograr en el futuro. "Los filósofos aún no han establecido una definición de conciencia, pero si nos referimos a la autoconciencia y a este tipo de cosas... Creo que existe la posibilidad de que algún día la IA lo sea", ha declarado recientemente. 

Esto significaría que la IA tiene emociones y sentimientos que imitan los de los humanos y que, quizá, podrían ganar al juego de Turing.

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