Los beneficios de incorporar la vida ancestral para una salud plena: estos son los cambios que debes hacer en tu dieta y rutina

vida sana, ejercicio
  • La vida de nuestros ancestros la llevamos en los genes y nuestro cuerpo está adaptado a ello, con lo que habría que retomarlos para una salud plena.
  • Aquí entra en juego la hormesis, un concepto clave en la vida ancestral que se refiere a la exposición a pequeñas dosis de estrés.
  • Tienes las claves para retomar en parte esa vida y lograr así una mayor salud y longevidad, aunando alimentación sana, ejercicio y estresores. 

Entre todas las rutinas y modos para llevar una vida sana y vivir más años, muchos de los factores, sobre todo alimentarios, tienen mucho o todo qué ver con la vida ancestral. 

¿Qué es eso exactamente? Pues se refiere a cómo vivían nuestros ancestros: lo que comían, lo que hacían... Puede parecer contradictorio, ya que aparentemente ellos vivían menos, pero verás como este dato es muy relativo.

Por tanto, en un mundo donde la comodidad y la tecnología dominan cada aspecto de nuestras vidas, es fundamental reflexionar sobre cómo los principios de la vida ancestral pueden contribuir a una salud plena. Te gustará saber cómo reintegrar aspectos de la vida ancestral en tu día a día.

Reencontrándonos con las raíces ancestrales

Nuestros antepasados vivían en un entorno donde la supervivencia dependía de su capacidad para adaptarse y superar desafíos físicos y mentales constantes. Se cubrían con pieles, buscaban refugio en cavernas y utilizaban el fuego como herramienta esencial para la vida. 

Este estilo de vida, marcado por la lucha y el esfuerzo, forjó cuerpos y mentes resilientes. Eran fuertes y más sanos de lo que crees. 

Como ha pasado a lo largo de la historia, la esperanza de vida es una media, y antes era muy baja por la altísima tasa da mortalidad al nacer, así como de conflictos, guerras y la falta de higiene. Pero las personas que tenían dinero y se cuidaban vivían 70 u 80 años sin ningún problema, salvo que contrajeran alguna enfermedad que por entonces era incurable o desconocida, aparte de no contar con antibióticos o anestesias. 

El impacto del entorno en el bienestar

En la actualidad, la facilidad de acceso a alimentos y comodidades ha alterado el equilibrio natural de nuestro cuerpo. La comida industrial y el sedentarismo han reemplazado los desafíos físicos, llevando a un aumento en enfermedades crónicas y problemas de salud mental

Es crucial reconocer cómo este cambio en el estilo de vida afecta nuestra salud y buscar maneras de reintegrar prácticas ancestrales para recuperar el equilibrio.

Un ejemplo: en restos de personas de diferentes poblaciones de hace milenios, frente a otras de hace siglos, en una hay dentaduras perfectas y en otras muy deterioradas, cuando tenderías a pensar que en general, por la falta de medios y conocimientos dentales, casi toda la población ancestral la tendría maltrecha o perdida, o bien que el de hace siglos la tendría mejor que el de la época prehistórica. 

Sin embargo, la explicación a tanta diferencia era la dieta: en las poblaciones ancestrales, cuya dieta era carnívora, sobre todo, disfrutaban de unos dientes fuertes y sanos, no había llegado la agricultura; en cambio, en sociedades agrícolas, donde ya se consumía sobre todo cereales o azúcares, sufrían de fuertes deterioros dentales desde pronta edad, al no existir prevención y menos aún tratamientos. 

En este sentido, también la necesidad se volvía virtud cuando aún no había agricultura ni comercio. Se dependía de lo que se cazaba, día a día, y eso hacía imposible el sedentarismo, en un continuo ejercicio caminando largas distancia, corriendo, cargando peso, arrastrando, tirando... 

Nuestros genes y cuerpo están adaptados a eso. Por eso se incide mucho en ejercicios lo más naturales posible, pero al menos entrenar fuerza. Lo ideal es comenzar con la calistenia, para ponerse al nivel de los ancestros, con un control de tu cuerpo y equilibrio. Luego llega el cargar, tirar, empujar... Entrenar la fuerza. 

La hormesis: enfrentando desafíos para fortalecernos

Pero no solo en cuanto a cultivar el cuerpo, sino el ponerle también antes el resto de tesituras de los ancestros: frío, calor, exposición al sol, contacto de los pies con el suelo... 

Aquí entra en juego la hormesis, un concepto clave en la vida ancestral. Se refiere a la exposición a pequeñas dosis de estrés, como temperaturas extremas o ejercicio físico intenso, que pueden fortalecer nuestro cuerpo y mente. Al reintroducir estos desafíos controlados, podemos aumentar nuestra resiliencia y mejorar nuestra salud.

La dosis idónea es la clave. No se trata de aterirse de frío o nadar pon lago helado cuan Wim Hof, sino de exponerte poco a poco a dosis de frío y calor puntuales. Basta con ir bajando la temperatura de tu ducha hasta lograr darte una ducha fría o bien acudir a una sauna, con todos los beneficios que además tiene para tu organismo. 

Los beneficios de la exposición controlada al estrés

La exposición regular a temperaturas frías, como duchas frías o baños de hielo, puede mejorar la circulación y fortalecer el sistema inmunológico. 

Del mismo modo, el ejercicio físico, especialmente aquel que imita actividades ancestrales como correr, escalar o levantar pesos, puede mejorar nuestra fuerza, resistencia y salud cardiovascular.

La alimentación ancestral: volver a lo básico

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La dieta de nuestros ancestros, como se apuntaba, estaba compuesta principalmente de alimentos naturales, sin procesar. Integrar aspectos de esta dieta en nuestra alimentación moderna puede tener beneficios significativos para tu salud.

Comer como nuestros antepasados

Incluir más alimentos enteros, como frutas, verduras, carnes magras y pescados, y reducir el consumo de alimentos procesados y azúcares refinados puede ayudar a prevenir enfermedades crónicas y mejorar nuestra salud general. 

Además, practicar el ayuno intermitente puede imitar los patrones de alimentación irregulares de nuestros ancestros, promoviendo la salud metabólica y la longevidad.

La conexión con la naturaleza y el entorno físico

Finalmente, es fundamental reconocer la importancia de la conexión con la naturaleza. Nuestros ancestros pasaban la mayor parte de su tiempo al aire libre, lo que tenía un impacto positivo en su salud mental y física.

Pasar tiempo en la naturaleza puede reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y aumentar la creatividad. Actividades como caminatas en la naturaleza, jardinería o simplemente pasar tiempo al sol tiene efectos positivos en nuestra salud mental y física. Te tiene que dar el sol, al menos unos minutos, sin gafas protectoras, y verás el cambio. 

Las claves de la vida ancestral

No es tan complicado reencontrarte con tu yo ancestral en medio de tantas tentaciones alimentarias, tecnología y comodidades. Basta con dedicarte a ti un tiempo al día para realizar movimientos de baja intensidad, como caminar, que si es al aire libre de paso lograrás ese baño de sol, y si además lo haces descalzo, mejor que mejor, o te das un baño de bosque, caminando entre la naturaleza. 

En las comidas, rehuir de los procesados y comer comida real, natural y fresca: verduras, frutas, carnes, pescados, frutos secos... Es fácil, todo lo que no esté empaquetado, etiquetado o elaborado. 

Por último, el contacto social, pero con los ritmos circadianos, nada de quedar a las 10 de la noche y acabar a las tantas. Tu cuerpo está programado para levantarse al alba y acostarse cuando cae el sol

En las sociedades modernas es complicado, pero al menos procura irte a dormir a una hora que no exceda de las 11 de la noche. Lo de madrugar, laboralmente seguro que lo tienes fácil. Si madrugas mucho, razón de más para irte a dormir a las 9 o 10 de la noche y dormir las 8 horas necesarias. 

Por último, estas rutinas de hormesis, para volver a esos estresores tan beneficiosos: ducha fría, sauna, ayunos intermitentes, ejercicio intenso y donación de sangre. 

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