El trabajo híbrido está cambiando el mundo laboral, y cada vez más gente está dispuesta a recorrer largas distancias para ir a la oficina

Aki Ito
| Traducido por: 
Gracias al trabajo híbrido, algunos estadounidenses se desplazan 7,5 horas al trabajo, solo ida.
Gracias al trabajo híbrido, algunos estadounidenses se desplazan 7,5 horas al trabajo, solo ida.

Arantza Pena Popo

  • La pandemia y la llegada del trabajo híbrido han cambiado por completo el panorama geográfico del trabajador, que ahora está mucho más dispuesto a recorrer largas distancias.
  • Si antes la cercanía al lugar del trabajo era determinante para elegir dónde vivir, ahora se sacrifica el tiempo para lograr el estilo de vida deseado.

En Estados Unidos, el trayecto medio al trabajo dura 26 minutos. El de Lee Robinson es 17 veces superior.

Para ir a la oficina, Robinson se levanta a las 5 de la mañana, conduce hasta el aeropuerto más cercano a su casa en Des Moines, Iowa, pasa el control de seguridad, coge un vuelo a Denver, Colorado, a las 6 de la mañana, embarca en un segundo vuelo a San Francisco, California, y coge un Uber hasta el distrito financiero de la ciudad, donde trabaja como directivo en la empresa tecnológica Vercel. De puerta a puerta, el viaje dura 7 horas y media, en un buen día.

Por supuesto, Robinson no se desplaza 5 días a la semana. Tiene que ir a la sede de Vercel una o 2 veces al mes, sobre todo para asistir a reuniones. Se aloja de una a 3 noches en un Hilton cercano a la oficina y luego regresa a su ciudad natal, para estar cerca de su familia y amigos.

"Si hace 3 o 5 años me hubieran dicho que era posible tener un puesto ejecutivo en una startup tecnológica privada desde Iowa, me habría emocionado mucho. Cuando estudié ingeniería de software, pensé que la única opción era trasladarme a San Francisco", comenta Robinson, de 30 años. 

Desplazamientos como este habrían sido impensables antes de la pandemia, cuando el horario solía ser 100% presencial. No obstante, la llegada del teletrabajo ha permitido a miles de trabajadores trasladarse a pequeñas ciudades. Ahora, gracias a la flexibilidad de muchos empleos híbridos, cada vez más profesionales se replantean la distancia máxima que están dispuestos a recorrer para ir a la oficina. 

Algunos hacen largos trayectos en coche desde la periferia. Otros utilizan tren, autobús o ferry. Y unos pocos pertenecientes a la élite (muchos de ellos directivos de tecnología como Robinson) utilizan avión y hotel.

En España, muchos trabajadores de grandes ciudades como Madrid o Barcelona ven el teletrabajo como un incentivo, y lo aprovechan para encontrar una vivienda alejada de las zonas céntricas, donde, además, los precios están desorbitados.

Todos estos "súperviajeros" (en inglés super commuters), como se ha bautizado a aquellos que tardan al menos 3 horas en ir y volver del trabajo, están cambiando el paradigma. Ciudades como Cleveland y Siracusa, que durante mucho tiempo han albergado las sedes de grandes empresas, perderán presencia en favor de otras que cubran mejor las nuevas necesidades de trabajadores y empresas.

"Si las empresas y su personal de ventas y dirección quieren estar donde haya más interacción, será en las grandes ciudades como Nueva York. Las sedes regionales están desapareciendo", afirma Mitchell Moss, profesor de política urbana y planificación de la Universidad de Nueva York. 

Moss no se atribuye el mérito de inventar el término commuter, pero él y su coautor Carson Qing fueron los primeros en estudiar el fenómeno hace una década, en un artículo que publicaron en 2012. Por aquel entonces, los desplazamientos largos al trabajo estaban empezando a aparecer en el panorama profesional. 

Las parejas con 2 sueldos tenían dificultades para encontrar trabajo en la misma ciudad, Internet permitía conectarse desde casa y los alquileres de ciudades como Nueva York y Los Ángeles eran demasiado altos. De repente, los desplazamientos largos en favor de vivir en zonas más tranquilas y baratas, era una opción a considerar. "El siglo XXI se está convirtiendo en el siglo del "superviajero", concluyen Moss y Qing.

 

Los desplazamientos largos suponen la diferencia entre vivir en un piso pequeño o en una casa en el campo

En 1990, según la Oficina del Censo, aproximadamente el 1,5% de los estadounidenses tenía un viaje de 90 minutos o más. En 2019, esa cifra había aumentado al 3,1%. Y aunque no hay una estimación fiable de cuántos trabajadores recorren largas distancias hoy, Moss dice que el trabajo híbrido ha sobrealimentado este fenómeno. 

Entre los que trabajaban desde casa durante la pandemia, el 46% tiene ahora un trabajo híbrido, frente al 34% que lo hace totalmente presencial y el 20% que lo hace siempre a distancia. Esto significa que aquellos que se mudaron a zonas tranquilas en pandemia, o que aceptaron trabajos en empresas que no están cerca de sus casas, ahora tienen la opción de quedarse donde están.

Un trabajo a distancia puede parecer una molestia, pero ten en cuenta las matemáticas. Supongamos que, cuando ibas a la oficina todos los días, el trayecto duraba una hora, lo que suponía un total de 10 horas de viaje a la semana. Y supongamos que hoy te piden ir a la oficina los martes, miércoles y jueves. Al desplazarte 2 días menos cada semana, puedes vivir 40 minutos más lejos de la oficina que antes, si consideras emplear el mismo tiempo en desplazarte. Ese radio adicional te ofrece muchas más opciones. En muchos casos, supone la diferencia entre vivir en un piso pequeño o en una casa en el campo.

Precisamente, la prioridad que valoran los que están dispuestos a recorrer largas distancias al trabajo, es el estilo de vida. Prefieren estar más lejos en algún lugar que les permita hacer aquellos que les apetece, como esquiar, hacer excursiones por el campo, etc.

El sector tecnológico, más favorable al trabajo híbrido, es el que más "súperviajeros" tiene. Si el viaje de Lee Robinson de Iowa a San Francisco te parece extremo, no te imaginas cómo es el de Ivana Istochka. Trabaja como directiva en una empresa tecnológica llamada Amity, que la obliga a estar fuera de su oficina de Milán durante una semana al mes. 

Eso le permite vivir donde quiera el resto del tiempo. Hace poco alquiló un apartamento en Lisboa para ver si le gustaba lo suficiente como para vivir allí permanentemente. Le gusta el clima soleado de la ciudad y la oferta de deportes acuáticos. Solo tiene que desplazarse 5 horas para ir a la oficina.

Algunos 'súperviajeros' cogen un avión para ir a su oficina en la gran ciudad y así poder disfrutar de un estilo de vida más idílico en casa.
Algunos 'súperviajeros' cogen un avión para ir a su oficina en la gran ciudad y así poder disfrutar de un estilo de vida más idílico en casa.

Rick Bowmer/AP

Para Istochka, tener un trabajo híbrido ofrece lo mejor de 2 mundos: la flexibilidad de elegir dónde vivir y la posibilidad de entablar relaciones estrechas con sus compañeros de trabajo. "Me encanta ir a la oficina. No creo que pudiéramos tomar decisiones acertadas y rápidas y colaborar con tanta eficacia si no tuviéramos tiempo cara a cara", afirma.

Aunque muchos trabajadores eligen vivir en entornos idílicos, los más ricos suelen optar por quedarse en los centros de Manhattan y Silicon Valley. "Quieren estar cerca unos de otros. Necesitan estar cerca unos de otros, porque los cotilleos son una parte muy importante de su vida", señala Moss.

Aun así, cree que no a todas las grandes ciudades les irá igual de bien en la era de los súper desplazamientos. Algunas tienen ventaja para atraer talento, gracias a un único factor: el acceso al transporte. Pensemos en la diferencia entre el metro de Nueva York y el tráfico de Los Ángeles. "En Nueva York, puedes tener 6 reuniones entre el mediodía y las 5. En Los Ángeles solo puedes tener 3", comenta Moss. Para él, que es neoyorquino, Nueva York es mejor opción que Los Ángeles.

Los que más lejos se desplazan, al parecer, son ejecutivos, quizá porque su presencia en la oficina es lo bastante importante como para que su empresa esté dispuesta a pagar la factura, o quizá porque ganan lo suficiente como para poder permitirse todos los vuelos en avión, los viajes en taxi y los billetes de tren. (En su estudio previo a la pandemia, la Oficina del Censo determinó que los trabajadores que más lejos se desplazaban ganaban sueldos más altos).

Pero no todos ellos aspiran a un puesto directivo. En agosto, recién salida de la universidad, Lindsay Callihan empezó a desplazarse a su primer trabajo en una agencia de publicidad de Manhattan desde la casa de sus padres en Cary (Carolina del Norte). 

Su jefe le exigía que fuera a la oficina solo 2 o 3 días cada 2 semanas. Callihan hacía el viaje de ida y vuelta 2 veces al mes, pagando ella misma todos los vuelos, Ubers y billetes de metro. Todo ese viaje le costaba menos que pagarse su propia casa en Nueva York, y ahorraba dinero alojándose en el apartamento de su hermana en la ciudad y viviendo gratis con sus padres en Carolina del Norte.

Para Callihan, que siempre había soñado con vivir en la gran ciudad, los grandes desplazamientos eran un medio para conseguirlo. Este mes, por fin ha encontrado casa en Nueva York con una compañera de piso. Pero los rigores de ir y venir en avión a la ciudad no le han quitado las ganas de desplazarse. 

Dice que quizá vuelva a hacerlo algún día, cuando sea un poco mayor y esté lista para regresar a su ciudad natal y establecerse. Su ejemplo es un indicio de cómo esta tendencia puede transformar el lugar de trabajo en los próximos años: para los que lo prueben, puede convertirse en una forma de vida.

"Es algo que me plantearía volver a hacer. Lo he pensado mucho. Me encanta Carolina del Norte, y creo que sin duda volveré allí", afirma la joven.

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