El caos de OpenAI ha acelerado la carrera armamentística para dominar la IA y al mismo tiempo ha abierto la puerta a la competencia

Monica Melton
| Traducido por: 
OpenAI ChatGPT

Beata Zawrzel/NurPhoto vía Getty

  • El caos en OpenAI se ha calmado con la reincorporación de Sam Altman como CEO y el inicio de una investigación sobre lo sucedido.
  • Los acontecimientos en torno a la inexplicable destitución han sembrado la inquietud y han generado nuevos interrogantes en el sector.
  • Los expertos en IA analizan la seguridad, la responsabilidad y los posibles nuevos participantes que competirán por el dominio.

El dramón del inesperado despido de Sam Altman y su posterior reincorporación a OpenAI en solo 5 días parece haber llegado a su fin. Tras su estela, sigue habiendo un sinfín de preguntas e inquietudes sobre la seguridad y la ética de la inteligencia artificial.

El ritmo al que OpenAI ha desarrollado su tecnología a la espera de una operación de venta de acciones que podría valorarla en 90.000 millones de dólares ha sido objeto de polémica entre los líderes tecnológicos y los competidores, nerviosos por la posible concentración de poder.

A medida que se asienta la tormenta vivida en OpenAI, el caos puesto en marcha por su consejo de administración puede acelerar una carrera armamentística entre competidores que pugnan por alcanzar la inteligencia artificial general. La saga de Altman también presenta una inquietante ironía sobre la misión de sus dirigentes.

"Una gran ironía de esta situación es que hay un puñado de personas que están tratando de desarrollar esta tecnología que afectará a todo el futuro de la humanidad, y parte de ese desarrollo es garantizar que sea segura, lo que significa anticiparse a riesgos potencialmente catastróficos", explica Émile Torres, filósofo e investigador de IA, a Business Insider.

Lo que no mató a OpenAI puede haberla hecho más fuerte. Un golpe casi unánime dentro de la empresa en respuesta a la destitución de Altman y la eliminación de su consejo de administración ha hecho que Altman y los que están a su lado sean aún más poderosos. Los expertos en ética de la IA han expresado su preocupación por el poder de la tecnología de IA controlada por las manos de unos pocos.

"La creciente concentración de capital, computación y datos es un problema", afirma a BI Emily M. Bender, profesora de lingüística de la Universidad de Washington. "No porque uno de ellos vaya a alcanzar la masa crítica y se convierta en AGI, sino más bien porque estamos cayendo en esta narrativa de que la capacidad de recopilar datos a discreción tiene que permitirse porque es un ingrediente necesario para esta llamada inteligencia artificial".

Sam Altman.

Con Microsoft como gigante a su lado, OpenAI puede ejercer ese poder de forma que refuerce o degrade la confianza.

"Microsoft siempre ha temido quedarse al margen de las grandes olas tecnológicas, como demuestra el caso de las búsquedas y Google", explica a BI Ali Alkhatib, investigador y especialista en ética de la IA. "Ahora que tienen a Sam y a OpenAI, tienen a la gente que necesitan para adelantarse a esta burbuja floreciente".

La remodelación tan notoria de OpenAI puede haber sembrado suficientes dudas en las mentes de los clientes, los inversores y la comunidad que construye e influye en la IA como para que eviten apostar el futuro de la tecnología a una sola entidad.

"Creíamos tanto en OpenAI que, si ocurría algo, toda la comunidad de IA se vendría abajo, pero no es cierto", explica a BI Giada Pistilli, principal especialista en ética de Hugging Face. "Quizá sea la oportunidad para que otras empresas de código abierto tomen la iniciativa, así que podría verse como una oportunidad".

La noticia aparentemente demoledora de OpenAI puede, en cambio, haber abierto una puerta al ingenio y a que surjan otros protagonistas.

"Para ser sincera, no veo un cambio con respecto a lo ocurrido", afirma Pistilli. "Cada vez veo a más gente siendo creativa".

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