Por qué deberían importarte Sam Altman, Microsoft y el lío que se ha montado con el CEO de OpenAI

Madeline Berg
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Sam Altman se vio obligado a dimitir como CEO de OpenAI el pasado viernes, poniendo en marcha un fin de semana de infarto para la desarrolladora de ChatGPT.
Sam Altman se vio obligado a dimitir como CEO de OpenAI el pasado viernes, poniendo en marcha un fin de semana de infarto para la desarrolladora de ChatGPT.

Jack Guez/AFP vía Getty

  • El viernes pasado, Sam Altman se vio obligado a abandonar su puesto como CEO de OpenAI, en un movimiento que inició un fin de semana de caos en el que se han visto implicados Altman, Microsoft y la empresa que está detrás de ChatGPT.
  • Aquí puedes ver por qué debería importarte todo esto, aunque no formes parte del mundo de la tecnología.

El pasado viernes por la tarde (en horario estadounidense, la madrugada del sábado en España), el mundo de la tecnología se estremeció con la noticia del cese de Sam Altman como director ejecutivo de OpenAI, la compañía de inteligencia artificial que está detrás de herramientas como ChatGPT o DALL·E.

A lo largo del fin de semana, conforme han ido llegando más noticias, han sonado decenas teléfonos, se han enviado cientos de mensajes y se han publicado miles de tuits. Greg Brockman, presidente de OpenAI, dimitió para solidarizarse con Altman; la empresa intentó recuperar al bueno de Sam; y Microsoft ha acabado anunciando que ha contratado tanto a Altman como a Brockman.

En este momento, casi todos los empleados de la desarrolladora de ChatGPT han firmado una carta en la que afirman que dimitrán si no se restituye a Altman y Brockman. Algunos medios de comunicación han informado de que la estrategia para reincorporar a Altman podría estar funcionando.

Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué debería importarte tanto el caos que se está produciendo en una compañía de la que quizá no habías oído hablar hasta hace un año? ¿Por qué es tan importante que OpenAI y Microsoft lo resuelvan?

Más allá del miedo a que OpenAI desarrolle una tecnología existencialmente peligrosa para el ser humano, los acontecimientos de este fin de semana han sido mucho más que un lío empresarial: el destino de ChatGPT, el chatbot de IA que utilizan más de 100 millones de personas en su día a día en el trabajo, la escuela o el hogar, está en juego.

Basta con echar un vistazo a las acciones de Microsoft en los últimos días o a la reciente publicación de Altman en X (la antigua Twitter), para darse cuenta de lo importantes que son ChatGPT y las demás herramientas de inteligencia artificial de OpenAI para Satya Nadella, CEO de Microsoft, y para toda una serie de personas.

"Tanto la máxima prioridad de Satya como la mía sigue siendo garantizar que OpenAI continúe prosperando", ha señalado Altman a través de su cuenta de X. "Nos comprometemos a ofrecer una continuidad total de las operaciones a nuestros socios y clientes. La asociación OpenAI/Microsoft hace que esto sea muy factible".

Sam Altman, antiguo CEO de OpenAI (izquierda), hablando con Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft, sobre su colaboración en el DevDay de OpenAI.

Para entender esto un poco mejor basta con mirar atrás: desde 2019, Microsoft y OpenAI, que se fundó como na organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación en IA, han trabajado juntas. Microsoft invirtió 1.000 millones de dólares ese año, extendió otro cheque en 2021 y este año subió la apuesta hasta los 10.000 millones.

Pero el acuerdo entre las dos compañías ha ido más allá del dinero. 

OpenAI depende de la infraestructura en la nube de Microsoft y de los centros de datos Azure para ejecutar sus grandes modelos lingüísticos —LLM, por sus siglas en inglés— que utilizan herramientas como ChatGPT o DALL·E. La startup probablemente gasta la mayor parte del dinero que obtuvo de Microsoft en servicios en la nube de su principal benefactor, en una especie de trato circular.

Sin los superordenadores de Microsoft, OpenAI es básicamente una embarcación muy bien hecha y tecnológicamente avanzada, pero que no tiene remos. Aunque la firma de Redmond esté trabajando para desarrollar su propio modelo de inteligencia artificial, todavía no dispone de uno. Sin el modelo de OpenAI, el gigante tecnológico tiene unos remos enormes, pero no tiene barco.

Ambas empresas trabajan en una simbiosis. Si casi todos los miembros de OpenAI abandonan el barco y se marchan a Microsoft, ¿qué se llevarán? Probablemente no podrían coger ChatGPT ni el LLM que le hace funcionar. Eso podría obligar a Altman, Brockman y quienquiera que se una a Microsoft a desarrollar sus propios modelos de IA desde cero, lo que les llevaría varios meses y un montón de dinero.

En ese caso, ¿seguiría apoyando Microsoft a OpenAI con toda esa costosa infraestructura en la nube? Si no, ¿dónde conseguiría OpenAI los microchips, los servidores, las redes y los centros de datos para ofrecer ChatGPT y sus otros servicios a la gente?

 

Incluso si no utilizas el chatbot de inteligencia artificial de OpenAI como ayudante para tus deberes de clase o como asistente personal, las repercusiones de este escenario podrían ser importantes.

Hay cientos de startups de IA que, con la bendición de OpenAI, se han fundado en torno a ChatGPT. En España, compañías como Infojobs o TravelPerk han integrado su software empresarial de inteligencia artificial en sus negocios.

Sea como sea que se resuelva este caos, el episodio ha perjudicado gravemente a OpenAI y ha puesto un signo de interrogación sobre el futuro de sus productos y servicios increíblemente populares.

Si todo esto sigue torciéndose, prepárate para conocer Claude, Google Bard y otras propuestas rivales de inteligencia artificial.

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