Europa no tiene prisa, pero sí alguna idea de cómo tendrá que regular los metaversos en los que quieren meterte las grandes tecnológicas

Ilustración sobre el metaverso

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  • En el primer pleno europeo del año han salido adelante dos informes sobre los desafíos de los metaversos para la Unión Europea.
  • Sus defensores han sido dos españoles del PSOE y del PP que comparten que se han sentado las bases para una regulación específica para cuando sea necesaria.

El trabajo en las instituciones comunitarias a menudo es discreto, pero también incesante. La Comisión Europea creó en 2020 la Coalición Industrial para la Realidad Virtual y Aumentada, un año antes de que Facebook se convirtiera en Meta y prometiera la llegada del famoso metaverso para dentro de unos cuantos años.

En febrero del año pasado, la Comisión inició un nuevo análisis de la mano de 150 ciudadanos europeos para extraer, tras discusiones que se prolongaron hasta abril, una serie de ideas y recomendaciones de cara a la una hipotética regulación de esos metaversos.

Todo ello se transformó en una estrategia "para los mundos virtuales", el nombre con el que las instituciones europeas conocen este fenómeno tecnológico. Se trata de un listado centrado en cuatro puntos: la formación de los ciudadanos, el apoyo al ecosistema industrial 4.0, la apuesta por lo virtual desde lo público y la necesidad de estándares abiertos para estos nuevos espacios.

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En todo ese camino ha habido traspiés, como por ejemplo una polémica a finales de 2022 después de que se invirtieran cerca de 400.000 euros en una fiesta en el metaverso a la que acudieron unas cinco personas —cifra que Bruselas elevó a 300 en su réplica—.

Pero lo que está fuera de toda duda es que un futuro en el que los mundos virtuales sean más persistentes y comunes es algo que las instituciones comunitarias tienen en cuenta. La Comisión publicó su estrategia para los mundos virtuales a mediados del año pasado, y ha sido el Parlamento Europeo el encargado ahora de desarrollar algunas ideas del Ejecutivo comunitario.

¿Cómo? Mediante la aprobación hace días en pleno de dos informes de iniciativa propia que además han contado con un marcado acento español: en uno de ellos, uno de los coproponentes es el diputado español socialdemócrata Ibán García del Blanco. El otro informe lo presentó otro eurodiputado, también español, del PP: Pablo Arias.

El objetivo: que en la web 4.0 la Unión Europea no solo sea relevante, "que sea vanguardia"

Ibán García del Blanco, eurodiputado del PSOE, durante una sesión plenaria de la Eurocámara.
Ibán García del Blanco, eurodiputado del PSOE, durante una sesión plenaria de la Eurocámara.

Parlamento Europeo/Michel Christen

Dos informes que nacen para urgir a la Comisión Europea a sentar las bases de una regulación que, por ahora, no es inminente. Con estos dos informes, la Eurocámara pide a Bruselas que "adecúe la legislación vigente" de cara a todo lo que está por venir. Sobre todo, porque consideran que Europa no puede permitirse seguir llegando tarde a transformaciones culturales como esta.

"Actualmente, los mundos virtuales están siendo desarrollados por unas pocas compañías de fuera de la Unión Europea", advertía la Eurocámara tras la aprobación de sendos informes. "Los eurodiputados entienden que la Unión debe adoptar un rol vanguardista en el desarrollo de estos mundos virtuales".

¿Para qué? "Para desarrollar mundos virtuales que respeten y promuevan los valores fundamentales de la Unión Europea, incluyendo la lucha contra los discursos de odio, la protección de los menores y la prevención de fraudes así como los más altos estándares en protección de consumidores".

Y todo esto es algo en el que dos eurodiputados españoles, del PSOE y del PP, sí son capaces de ponerse de acuerdo... aunque hayan presentado dos informes paralelos. Uno, el de Ibán García, desde la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Eurocámara. El otro, con la rúbrica de Pablo Arias, desde la Comisión de Mercado Interior.

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Las conclusiones a la que ambos textos llegan son similares.

Por ejemplo, la iniciativa que presentó la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo y defendió el socialista Ibán García del Blanco en el pleno europeo de enero detectó varios desafíos. Pero el parlamentario, en una entrevista con Business Insider España, fue claro: "El problema no es si tenemos o no regulación, sino si seremos capaces de competir en este mercado".

En los mismos términos hizo una reflexión el eurodiputado popular. "Europa perdió su capacidad competitiva en el ámbito digital, en la web 3.0 que es donde estamos ahora no hemos sido relevantes. Lo que queremos es que en la web 4.0, la de los mundos virtuales, la del internet de las cosas, de la inteligencia artificial no solo seamos relevantes, sino que seamos vanguardia".

Pero para llegar a conseguirlo todavía queda senda por caminar. Por ejemplo, ninguno de los dos textos entiende la necesidad de generar legislación a corto plazo. Se asume que los metaversos o mundos virtuales tardarán en llegar varios años. "Es una tecnología que está empezando, ya existen algunos mundos virtuales, pero no está en velocidad de crucero", concedía Arias.

Lo que sí considera García del Blanco es que hasta llegar a ese futuro será necesario que la Unión Europea trabaje "de forma cooperativa": "Algunos Estados miembros siguen establecidos en ese esquema de apuesta nacional, pero Francia o Alemania no van a ser capaces de ser más que pequeños agentes en el mercado internacional".

Por qué "mundos virtuales" y no metaversos

Mientras que, efectivamente, el informe de Pablo Arias (PP) se centra en el impacto que tendrán los mundos virtuales en el mercado único europeo, el de García del Blanco (PSOE) y su comité parlamentario se detiene en desafíos que hoy son difíciles de imaginar.

"En la práctica, que vamos a tener un mundo virtual que va a generar una realidad prácticamente paralela a la que tenemos en este momento", enfatiza el socialista. "Los mundos virtuales tienen particularidades como el funcionamiento mediante avatares o la deslocalización completa de las personas que interactúan en el mundo virtual".

"Son todos nuevos retos, por ejemplo con la personalización de avatares: los avatares son supuestamente representaciones de tu persona, pero las personas pueden hacer cosas en el mundo virtual que no pueden hacer en el físico". Lo que llevará a un nuevo tratamiento jurídico, y también, por qué no decirlo, a posibles impactos psicológicos.

Pablo Arias, eurodiputado del PP, interviene desde su escaño.
Pablo Arias, eurodiputado del PP, interviene desde su escaño.

Parlamento Europeo/Eric Vidal

Con estos dos textos, la Eurocámara está ampliando la postura de las instituciones comunitarias ante una tecnología que podría despegar en los próximos años. Y de hecho, el que no se hable de metaversos sino de mundos virtuales es una decisión más que consciente, explica Pablo Arias. 

Cuando llegue el momento —cuando haya "más capacidad tecnológica, más capacidad de tránsito de datos dentro de las infraestructuras de telecomunicaciones"— proliferarán estos mundos virtuales y "no todos tendrán la necesidad u obligatoriedad de llamarse metaversos". "Sobre todo, porque hay una empresa de EEUU que ha copado el término".

Es decir, si los informes de la Eurocámara y las comunicaciones previas de la Comisión Europea hubiesen empleado el término metaverso —que no inventó realmente Meta— parecería que serían legislaciones que buscan regular "casi exclusivamente a Meta, y no es la forma", aduce Arias, quien también indica que por ahora no se busca una definición para estos mundos virtuales.

Es demasiado pronto para ello.

"Se han puesto las bases para que cuando haya que legislar estemos preparados"

También es pronto para pensar en reglamentos o directivas específicas sobre estos mundos virtuales, aunque la irrupción de este fenómeno sí podría desembocar en la revisión de algunas normas, explica García del Blanco. 

"Por ejemplo, en cuanto a criterios de foro en derecho internacional privado habrá que aclarar algunas cuestiones. Sobre la personalidad jurídica de los avatares, también. Y seguramente se tendrá que actualizar algunas cuestiones relacionadas con los derechos de autor".

Pero, más allá de cuándo será necesario desarrollar una regulación específica para estos mundos virtuales o metaversos, Arias pone el énfasis en que "por primera vez Comisión y Parlamento han puesto las bases para que cuando haya que legislar estemos preparados para hacerlo".

Siempre que Bruselas ha sacado adelante un texto relacionado con regulación tecnológica, como el Reglamento General de Protección de Datos, el Reglamento de Mercados Digitales, el Reglamento de Servicios Digitales o el Reglamento de la IA se ha escuchado el desafío que supone esta regulación a la innovación en el Viejo Continente.

Ni García del Blanco ni Arias compran ese relato. "Todo lo contrario, es bueno que exista certidumbre jurídica en todos los ámbitos", explica el primero. "Si hablamos del metaverso, hablamos de un sector usado fundamentalmente por millones de personas que son menores de edad y necesitan de un tipo de protección específica. Parece de lógica que la prevención será necesaria".

Mientras que el segundo: "No va en contra de la innovación, todo lo contrario, pero sí va en favor de mantener los principios y valores de la UE dentro de una transformación digital que lo que hará, entre otras cosas, será seguir transformando nuestro modelo de vida. Queremos adelantarnos a lo que sabemos que va a pasar. Ese es el objeto de nuestro informe".

"En Europa, el 50% de prácticamente todas las interacciones que se producen ya en el metaverso se producen en una única plataforma de una única compañía, y hablamos de un sector que tiene previsiones de crecer anualmente entre un 20% y un 30%", recuerda García del Blanco.

"Nos decían que los servicios digitales eran gratuitos y no lo eran, porque pagábamos con nuestra privacidad. Hemos visto que nuestras pymes han tenido que digitalizarse a través de los gigantes de internet. Han impuesto una forma de hacer las cosas en su beneficio y no en beneficio de los ciudadanos. Son herramientas útiles, pero tienen un coste alto", complementa Arias.

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