Corrían los años 60 cuando el polémico escritor Fernando Sánchez Dragó tituló así uno de sus viajes a Japón: “los marcianos están entre nosotros”. No le faltaban razones para pensarlo. Hoy, más de medio siglo después, visitar el país asiático puede seguir siendo una experiencia de fuertes contrastes. 

Por mucho que el mundo cada vez esté más globalizado, y que el turismo se afiance a marchas forzadas incluso en los rincones más escondidos del planeta, hay costumbres típicamente niponas que chocan radicalmente con la forma de vivir y de ser que la gente tiene en España. 

Yo mismo he podido comprobarlo al visitar el país del sol naciente durante tres semanas. Por mucho que los japoneses tiendan a ser amable y educados, especialmente con los extranjeros, hay algunos puntos que conviene que sepas si tienes intención de ir en un futuro próximo.

En este artículo te cuento algunas de las costumbres japonesas que más me han llamado la atención, y que probablemente debas conocer. Algunas de ellas, bastante prácticas para disfrutar el día a día en lugares como Tokio, Osaka o Kioto. 

Ojo a la comida 

Al contrario de lo que muchas veces sucede en España, Japón es un país en el que comer es bastante barato. De hecho, por falta de tiempo y de espacio en los hogares, son muchas las personas que comen fuera por costumbre. Beber, en cambio, no resulta tan económico. Nos referimos a bebidas alcohólicas como la cerveza o el vino. 

Curiosamente, a veces tomar algo (sin tampoco pasarse) puede salirte más caro que comer un menú en cualquier restaurante típico. 

Los japoneses, extremadamente educados por lo general, también lo son a la hora de comer. Si vas a un restaurante, procura mantener silencio en la medida de lo posible, sin montar escándalos, y utilizar los palillos correctamente: ¡nada de pinchar la comida! 

La discreción, una característica japonesa

Japón es un país de fuertes contrastes, y eso mismo puedes apreciarlo en sus propios ciudadanos. Por un lado, es normal que estos vistan con ropa extravagante, sobre todo entre los más jóvenes. Algunas “pintas” de los japoneses serían prácticamente impensables aquí. Pero por otro, hay que tener en cuenta que la gente allí va “a su bola”. 

Los japoneses son muy solícitos con los extranjeros, por ejemplo en el caso de necesitar consultar un destino, pero no está bien visto que te quedes mirando a la gente o que te dirijas a ellos como si nada, por muy excéntrica que te parezca su apariencia. 

Confianza y seguridad

Si vas a Japón, seguramente te cueste creer lo confiados que son los japoneses en su día a día. Para empezar, da igual la hora del día o de la noche que sea, sin duda te encontrarás con hombres y mujeres durmiendo en todas partes: el metro, los parques, los bancos. No son borrachos, sino que es costumbre aprovechar cualquier instante para descansar. 

También es normal que la gente deje sus bolsas cuando entra en una tienda y las recoja al salir, o que las mujeres dejen completamente abiertos sus bolsos en todas partes. En mi caso, olvidé el móvil en la barra de un local. Cuando me di cuenta y regresé, pasadas dos horas, estaba exactamente en el mismo sitio. 

Un país con humos atípicos

Dependiendo de si eres fumador o no, algunas características de Japón serán de tu agrado, o todo lo contrario. Pero no está de más conocerlas. 

Por ejemplo, nadie fuma por la calle en grandes ciudades como Tokio, Osaka o Kioto. Solamente en lugares habilitados para ello. Es fácil reconocerlos, porque hay un cenicero y suele poner "smoking area". Los demás, ni se te ocurra, o aparecerá un japonés en bici de la nada y te multará con 2.000 yenes. 

Esto no se debe a una cruzada contra el tabaco, sino a la limpieza de las calles. Lo llamativo del asunto es que, al contrario de lo que sucede en España, en muchos interiores como bares o restaurantes sí se puede fumar. Y aún así es el país con la mayor esperanza de vida del mundo. El mundo al revés. 

La locura de las estaciones

Nada más bajar en el aeropuerto de Japón, te darás cuenta de que allí todo está tremendamente poblado. Algo que llega a sus extremos en lugares como la estación de Shinjuku, uno de los principales barrios de Tokio. Para que te hagas una idea, mi hotel estaba situado allí, y rara vez era capaz de conseguir usar la misma salida al volver a él, de tantas como hay. 

Orientarse no es del todo sencillo, pero por suerte todo está señalizado también en inglés. Por mucho que, y estoy también debes saberlo, no todos los japoneses hablen inglés, más bien al contrario. 

En cualquier caso, se trata de un viaje realmente recomendable. Por mucho que en ocasiones sí dé la sensación de estar en otro mundo. Pero al fin y al cabo, uno viaja para experimentar cosas diferentes.