¿Amenaza u oportunidad? Choque de visiones entre guionistas y productores de Hollywood sobre el papel de la IA en el proceso creativo

Manifestantes del Sindicato de Guionistas de EEUU protestan contra la IA.
Manifestantes del Sindicato de Guionistas de EEUU protestan contra la IA.

Reuters

  • La huelga declarada por el Sindicato de Guionistas de EEUU ha evidenciado la fractura que existe entre los creadores y los productores en la cuestión de la inteligencia artificial.
  • Entendida por unos como una amenaza para su carrera y por otros como una esperanza de reducción de costes, el debate anticipa una lucha sin cuartel que va más allá de la propia tecnología.

Los guionistas de Hollywood están en huelga desde el pasado 2 de mayo. La decisión se producía después de semanas de tensas negociaciones entre el WGA, el sindicato de guionistas, y la AMTP, la Asociación de Productores de Cine y Televisión, es decir, la patronal. Las peticiones de los guionistas tienen una máxima clara: corregir la precarización de sus condiciones de trabajo, en gran medida derivada de los cambios introducidos por el nuevo escenario audiovisual (con el streaming en el punto de mira). 

Entre ellas se incluyen, por ejemplo, una mejor compensación económica en el caso de proyectos de plataformas, el incremento de los royalties percibidos, una duración mínima para los contratos y mejoras en las condiciones de acceso al seguro médico y a los planes de pensiones. También solicitan un marco regulatorio para el uso de la inteligencia artificial generativa en las salas de guionistas, propuesta que fue rechazada por los productores en favor de reuniones anuales en las que se discutan los avances en este ámbito. Lo que para unos parece ser una amenaza otros lo ven como una oportunidad. Y no parece que desde posiciones tan diferentes sea posible llegar a un entendimiento

Peticiones de la WGA y contraoferta de la AMPTA.
Peticiones de la WGA y contraoferta de la AMPTA.

La amenaza de la IA

Hollywood parece haberse emocionado con una tecnología que ya permite, entre otras cosas, borrar los signos del paso del tiempo en la cara de los actores, cambiar expresiones faciales, reemplazar lo que un actor dice, hacer que personas fallecidas vuelvan a la vida en la pantalla e, incluso, inventar conversaciones que nunca tuvieron lugar con voces generadas artificialmente, pero imposibles de distinguir de la original. 

Los ingenieros de software están aterrorizados ante la posibilidad de ser sustituidos por la IA

Chatbots y deepfakes son solo el principio. “Imagina que pudieses pedirle a una IA un final diferente para Juego de Tronos, o que te pusiese a ti como un protagonista” planteaba recientemente durante una intervención en SXSW Greg Brockman, presidente y cofundador del grupo de investigación tras el célebre chat GPT. 

La posición de los guionistas 

En los primeros meses de las negociaciones, la WGA no estaba completamente en contra del uso de la IA, siempre y cuando no afectase a sus compensaciones. Se asumía sin problemas que un guionista, por ejemplo, emplease ChatGPT en el desarrollo de su trabajo siempre que ello no afectase a su reconocimiento en los créditos ni minase el valor económico de su trabajo. 

La IA era bienvenida siempre y cuando se entendiese como un elemento instrumental y accesorio de una labor humana, imprescindible para el desarrollo de todo proyecto artístico.  La confianza en su posición de superioridad se basaba en la pobreza del resultado. Cualquiera puede entrar en ChatGPT y pedirle que desarrolle una historia para un hipotético volumen IV de Guardianes de la Galaxia en la que salga Superman. Pero el resultado, al menos con la actual tecnología, jamás estará a la altura de una idea humana en la que un estudio de Hollywood esté dispuesto a invertir 200 millones. O al menos eso creían.

La velocidad a la que la IA se está introduciendo en todos los sectores de actividad y la mejora en sus capacidades ahora amenaza con provocar una nueva disrupción en la industria. Los guionistas consideran que es necesario regular su uso en el marco de los trabajos incluidos dentro de su convenio antes de que sea demasiado tarde. 

Exigen que la IA no pueda escribir o reescribir material literario (expresión referida a todo lo que el guionista puede producir, ya sean historias, tratamientos, guiones completos, diálogos, sketches etc.). También solicitan que no se pueda usar como fuente sobre la que basar un guion y que sus trabajos no puedan ser empleados para entrenar a la tecnología y que aprenda a escribir algo que recuerde al estilo de un creador en particular.  

La posición de los productores

Para los productores hay demasiadas oportunidades sobre la mesa como para adoptar compromisos que limiten las posibilidades futuras. Según datos difundidos por Los Angeles Times, los fondos de inversión han cerrado acuerdos en proyectos relacionados con la IA por un valor superior a 7.000 millones en lo que llevamos de 2023.

Las perspectivas, sin duda, son prometedoras, por eso no ha extrañado que la asociación de productores no haya aceptado un marco regulatorio, ni siquiera de mínimos. De esta manera se protegen creando una zona gris que les permitirá suficiente margen de maniobra para aprovechar todo el potencial de la IA a medida que se vayan desarrollando nuevas funcionalidades. ¿Quién, en su sano juicio, renunciaría a una herramienta que puede permitir producir más, más rápido, de igual forma y a menor coste? 

Son muchas las voces que han expuesto los peligros inherentes a la enorme velocidad a la que, como sociedad, estamos adoptando la IA sin comprender las consecuencias de dejar campar a sus anchas la tecnología y sin reflexionar sobre cómo deberían operar estos sistemas. El desencuentro entre guionistas y productores ha sido el primero en evidenciar la colisión de visiones con respecto al uso de la IA en el proceso creativo. 

Los guionistas se muestran cautos y quieren que el papel de la inteligencia artificial sea meramente instrumental y quede al servicio de las directrices humanas (por ejemplo, para investigar o sacar ideas), mientras que los productores han adoptado un rol más visionario en la negociación. Parecen estar convencidos de que limitarla les obligará a renunciar a nuevos usos antes de que estos sean una realidad. 

La huelga se produce en un momento de gran incertidumbre sobre el futuro del sector, con una crisis económica que no parece dar tregua y los despidos a la orden del día. Es legítimo pensar que el uso de las potencialidades generativas de la IA podría convertirse en un tiro en el pie de quien se gana la vida contando historias. Como afirmaba el guionista Adam Conover, el riesgo no está tanto en el hecho de que la IA pueda reemplazarles. “No lo hará. Pero la fantasía de la tecnología se empleará como excusa para devaluarnos, para pagarnos menos”.   

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.