La revuelta de Prigozhin ha hecho saltar por los aires la fachada de invencibilidad de Putin

Jason Corcoran
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Yevgeny Prigozhin, izquierda, mostrando al presidente ruso, Vladímir Putin, su fábrica en las afueras de San Petersburgo, Rusia, el 20 de septiembre de 2010.
Yevgeny Prigozhin, izquierda, mostrando al presidente ruso, Vladímir Putin, su fábrica en las afueras de San Petersburgo, Rusia, el 20 de septiembre de 2010.

Sputnik, Kremlin Pool vía AP

  • Una breve y frustrada rebelión del jefe de los mercenarios rusos, Yevgeny Prigozhin, ha conmocionado a Rusia.
  • Ha representado la afrenta más significativa a los 23 años de mandato del presidente Vladímir Putin.
  • También ha alimentado la paranoia y ha puesto en el punto de mira a Aleksey Dyumin, ex guardaespaldas de Putin convertido en gobernador.

Vladímir Putin está en el punto de mira, o al menos eso es lo que parece a tenor de la sombra de rumores y paranoia que se ha apoderado de Rusia esta semana.     

Un breve y finalmente abortado intento de golpe de Estado por parte del jefe de los mercenarios rusos Yevgeny Prigozhin ha representado la afrenta más significativa a los 23 años de mandato del presidente Vladímir Putin. Ahora, las preguntas sobre qué pretendía Prigozhin, y quién pudo ayudarle, han hecho saltar en pedazos la fachada del invulnerable control de Putin sobre Rusia.

"Lo ocurrido agudizará la lucha interna en el entorno de Putin y en las élites rusas", afirma el politólogo Vladímir Fesenko. "Aumentará la sensación de paranoia del propio Putin de que puede ser derrocado en cualquier momento". 

La rebelión comenzó el viernes de la semana pasada por la noche, cuando las tropas de Wagner tomaron una instalación militar clave en la ciudad de Rostov del Don, en el sur de Rusia, tras cruzar la frontera desde el este de Ucrania. Prigozhin había exigido que el ministro de Defensa, Sergey Shoigu, y el general Valery Gerasimov comparecieran ante la justicia por un supuesto ataque aéreo contra sus mercenarios que el Ministerio de Defensa negó enérgicamente.

A continuación, los hombres de Prigozhin subieron a toda velocidad por la autopista principal M4 casi sin oposición hacia Moscú vía Voronezh, hasta que se anunció una tregua inesperada al llegar a Lipetsk, una provincia situada a sólo 200 kilómetros de la capital. 

En los días transcurridos desde entonces, miembros del círculo íntimo de Putin se han visto sometidos a vigilancia con informaciones no contrastadas de que se ha iniciado una purga a fondo dentro de las fuerzas de defensa rusas

Está el propio Prigozhin, un exconvicto que transformó un restaurante de San Petersburgo en un lucrativo negocio con el Kremlin como "chef de Putin", antes de dedicarse a dirigir Wagner, el brutal y eficaz grupo de mercenarios privados de Rusia. Cuando Putin se dirigió a la nación el pasado sábado, comparó la acción de Prigozhin con "una puñalada por la espalda".

Ahora se encuentra en Minsk, la capital de Bielorrusia; al parecer, se ha registrado en un modesto hotel de gran altura en el que las ventanas no se pueden abrir, en un aparente esfuerzo por evitar la muerte por defenestración, que parece haberse convertido en un motivo de muerte habitual entre figuras rusas que pierden la confianza del Kremlin

Luego está Aleksey Dyumin, gobernador de la región rusa de Tula, que fue guardaespaldas personal de Putin. Dyumin, de 50 años, ocupó el cargo de viceministro de Defensa de Rusia en 2015, y durante mucho tiempo ha sido señalado como sustituto de Shoigu, a quien Prigozhin ha increpado constantemente por los fallos del ejército en Ucrania. 

Dyumin fue el único gobernador en el camino de Prigozhin hacia Moscú que no declaró el estado de excepción. Además, Dyumin no se unió a muchos otros gobernadores regionales que se reunieron en torno al Kremlin el 24 de junio con expresiones públicas de apoyo al presidente y de condena a Prigozhin.

El presidente Vladímir Putin (i) y Aleksey Dyumin, gobernador de Tula y antiguo guardaespaldas personal de Putin, en Moscú en 2016.
El presidente Vladímir Putin (i) y Aleksey Dyumin, gobernador de Tula y antiguo guardaespaldas personal de Putin, en Moscú en 2016.

Mikhail Svetlov/Getty Images

Igor Girkin, el conocido ultranacionalista ruso que lideró a los separatistas prorrusos que intentaban arrebatar la región del Donbass del control de Kiev en 2014, ha hecho todo lo posible por alimentar los rumores sobre la lealtad de Dyumin a Putin. Sin aportar muchas pruebas ni detalles, dijo a sus 900.000 suscriptores en Telegram que Dyumin estaba "probablemente" atraído por la insurrección de Prigozhin, y "de alguna manera involucrado en la conspiración." 

Pero al final Prigozhin sólo llegó hasta Lipetsk, ciudad fronteriza con la región de Tula de Dyumin, antes de que se llegara a un acuerdo que supuso que el jefe de Wagner abandonara Rusia para exiliarse en Bielorrusia. Y muchos creen ahora que Dyumin desempeñó un papel clave para convencer a Prigozhin de que renunciara.

En Telegram se ha especulado con la posibilidad de que Dyumin, y no el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, negociara la tregua con Prigozhin. El propio servicio de prensa de Dyumin negó su implicación, según Interfax, mientras que el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, no ha querido hacer comentarios. 

El nuevo enfrentamiento entre Rusia y Occidente no será una batalla entre espías, pero pondrá en peligro el actual equilibrio de poder y aumentará la amenaza de una guerra nuclear.

Como antiguo guardaespaldas de Putin, Dyumin nunca ha recibido una bala por Putin, pero una vez afirmó que se había enfrentado a un oso delante de las puertas acristaladas del presidente mientras su jefe dormía.  

"Nos miramos a los ojos, él retrocedió un poco", dijo Dyumin al periódico Kommersant en 2016.  "Abrí la puerta y descargué todo el cartucho de mi pistola bajo sus piernas. Sentí lástima por el oso".

Al parecer, el oso huyó, mientras que Putin elogió más tarde a Dyumin por haber perdonado la vida al animal.

Dyumin también ha asumido el papel de portero del equipo de hockey sobre hielo de leyendas de Putin, que suele jugar partidos de exhibición en San Petersburgo con motivo del cumpleaños del presidente.  Un columnista deportivo ha bromeado diciendo que su principal trabajo consiste en "dejar que entren los goles" con elegancia para que Putin pueda ser visto en televisión introduciendo el disco en la portería. 

Fuentes bien informadas en Moscú afirman que su jefe valora mucho la lealtad y fiabilidad de Dyumin. Estos mismos rasgos hicieron que Putin se ganara la simpatía del expresidente ruso Boris Yeltsin antes de ser designado sucesor en 2000. 

Lo que no era tan comúnmente conocido era la relación entre Prigozhin y Dyumin, cuya región de Tula ha estado en el centro del complejo militar-industrial del país desde la época zarista. Tula, situada a unos 200 kilómetros al sur de Moscú, ha sido productora de todo tipo de material, desde espadas hasta fusiles de asalto Kalashnikov y misiles antitanque, pasando también por mosquetes.

Prigozhin se ha deshecho en elogios hacia Dyumin por su astuto liderazgo durante la anexión rusa de Crimea en 2014 y su papel en la coordinación de la evacuación del exlíder ucraniano Viktor Yanukoyvch. El medio de investigación ruso Insider (que no está relacionado con esta empresa) ha informado de que Prigozhin y Dyumin comparten negocios.

Sangre en el agua

Los radicales ultranacionalistas rusos, que han criticado duramente la gestión de Putin de los casi 17 meses de guerra en Ucrania y han pedido una mayor escalada, perciben que hay sangre en el agua. 

"El tiempo de los problemas ha comenzado", dijo Girkin en una reunión en Moscú el domingo con cientos de figuras a favor de la guerra conocida como el Club de los Patriotas Enfadados. "Si el presidente no está dispuesto a asumir la responsabilidad de la guerra, tiene que transferir legalmente sus poderes". 

Otros partidarios de la guerra, que siguen siendo aliados de Putin, se mostraron claramente decepcionados por la liberación de Prigozhin. 

"Estoy firmemente convencido de que, en tiempos de guerra, hay que fusilar a los traidores", declaró el domingo Andrei Gurulyov, un conocido diputado belicista, al canal de televisión ruso First Channel. "Independientemente de los cuentos de hadas que te cuenten, la única salida para Prigozhin es una bala en la cabeza". 

Los acontecimientos del fin de semana han puesto de manifiesto el clamoroso fracaso de los servicios militares, de seguridad y de inteligencia rusos —así como del Estado— a la hora de hacer frente a la clara amenaza que representa un grupo armado que se precipita hacia Moscú.

El presidente ruso, Vladímir Putin (d), y el gobernador de Tula, Aleksey Dyumin, visitan la antigua casa del escritor ruso Lev Tolstói en 2016.
El presidente ruso, Vladímir Putin (d), y el gobernador de Tula, Aleksey Dyumin, visitan la antigua casa del escritor ruso Lev Tolstói en 2016.

Mikhail Svetlov/Getty Images

La evidente desorganización del Kremlin y su incapacidad para hacer frente con eficacia a Prigozhin puede animar a otros aspirantes y sirve como un duro recordatorio de que Rusia no es invencible en su guerra con Ucrania. 

"Las élites pueden haber exhalado un suspiro de alivio, pero permanecen en un estado de shock silencioso", dice Tatiana Stanovaya, investigadora senior en el Carnegie Russia Eurasia Center.  "Muchos están lidiando con lo frágil que ha demostrado ser toda la 'construcción'".

Alexandra Prokopenko, una antigua alta funcionaria del Banco Central que huyó de su puesto tras la invasión rusa de Ucrania, afirma que Prigozhin nunca perteneció a ninguna de las élites del Kremlin y que sus recursos se basaban por completo en su relación personal con Putin.

"Por lo tanto, quedará una pregunta importante sobre lo que ocurrió entre bastidores: ¿cómo pudo la preparación del levantamiento de Wagner escapar al conocimiento de los servicios especiales?", se pregunta Prokopenko, que ahora trabaja en Berlín como académica no residente en el Carnegie Russia Eurasia Center. 

Aunque los servicios de inteligencia rusos pueden haberse quedado de brazos cruzados, el Washington Post ha publicado que las agencias estadounidenses se enteraron a mediados de junio de que Wagner planeaba una rebelión. Además, el New York Times informó de que el general Sergei Surovikin tenía conocimiento previo y podría haber ayudado a Prigozhin. 

Citando fuentes cercanas al Ministerio de Defensa, el Moscow Times y otros medios de comunicación informaron de que Surovikin ha sido detenido en lo que podría ser el comienzo de una purga. Surovikin, que dirigió las fuerzas rusas en Ucrania durante tres meses hasta enero de 2023, había sido ampliamente elogiado por Prigozhin como "una figura legendaria" y "nacido para servir a su patria". 

Viktor Zolotov, actual jefe de la Guardia Nacional, acusó el martes a los países occidentales de connivencia con el belicista. Zolotov, que supuestamente presentó a Prigozhin a Putin en la década de 1990, es el que más ganaría con la caída del jefe de Wagner, aunque no ha explicado por qué no actuó ante las filtraciones.

Los diagramas que muestran un complejo de túneles bajo el palacio de Putin en el Mar Negro son una prueba de cuánto tiempo lleva el líder ruso obsesionado con la posibilidad de un conflicto con Occidente.

 El futuro de Wagner y Prigozhin es claramente incierto

El lunes, la fragilidad de la tregua quedó patente cuando las agencias de noticias estatales, citando a sus fuentes, revelaron que Prigozhin seguía siendo investigado por orquestar el motín.  

El Kremlin también confiscó dinero en efectivo y lingotes de oro por valor de 4.000 millones de rublos (47 millones de dólares) pertenecientes a Prigozhin, lo que supone un grave obstáculo para los recursos financieros de Wagner.

Sin embargo, la agencia de noticias oficial rusa Tass informó el lunes de que Wagner había vuelto a abrir sus oficinas de reclutamiento en las ciudades siberianas de Novosibirsk.

Las pancartas de reclutamiento, retiradas durante el golpe de Estado, volvieron a colocarse en medio de otras informaciones que indicaban que la "fábrica de trolls" de Prigozhin en San Petersburgo estaba de nuevo en funcionamiento.

Como parte del acuerdo, las tropas Wagner deben incorporarse al ejército regular, disolverse o unirse a Prigozhin en el exilio en la vecina Bielorrusia.

El medio de comunicación ruso Verstka afirmó que ya se ha construido un campamento base de 8.000 hombres para las tropas de Wagner en la ciudad bielorrusa de Osipovichi, una información que el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, desmintió en una maratoniana rueda de prensa. 

Prigozhin, que reapareció en Minsk el martes, no se amilana e insiste en que el motín fue un mero acto de autodefensa. 

El 11 de junio, Shoigu había emitido una orden dirigida específicamente a desmantelar Wagner, ordenando a todos los grupos paramilitares que firmaran contratos con el Ministerio antes de esa fecha límite. El cumplimiento de esta orden habría eliminado de hecho la autonomía de Wagner. 

Según Prigozhin, sólo entre el 1% y el 2% de los 25.000 efectivos de Wagner, que se calcula que operan en África y Siria, se han unido al ejército regular.

"El objetivo de la marcha era impedir la destrucción de Wagner y hacer justicia con aquellas personas que, con su actuación poco profesional, han cometido un gran número de errores durante la Operación Militar Especial", declaró. 

La rebelión ha dejado a los kremlinólogos rompiéndose la cabeza intentando averiguar cómo el líder de los mercenarios Wagner orquestó la mayor amenaza de la historia contra el poder de Putin. 

"La gran pregunta es quién le respaldó y quién le ayudó frente a una fuerza tan poderosa", explica Chris Weafer, fundador y director ejecutivo de Macro-Advisory. "No hubiera podido hacerlo solo y sin un respaldo muy poderoso".

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