Así acceden empresas y Gobiernos a tus datos y a tu intimidad (ninguna manera es enviando una alerta por emergencias)

Vigilancia y privacidad

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  • El envío de una alerta de emergencia a los móviles por las lluvias que se pronosticaron por la DANA en España ha generado un insólito debate sobre la privacidad.
  • En realidad, Gobiernos y empresas tienen métodos mucho más sencillos y evidentes para rastrear toda la información que acumulas en tu vida offline y online.
Análisis Faldón

Hace unos días millones de móviles recibieron un aviso de emergencias en la Comunidad de Madrid. Una notificación con un estruendoso pitido alertaba a la población de la posibilidad de lluvias torrenciales. La DANA que ha asolado el país se ha saldado con 3 muertos —confirmados en el momento en el que se escriben estas líneas—.

Pero también ha desatado un insólito debate sobre la privacidad ante la idea de que los Gobiernos lancen comunicaciones de esta índole a los dispositivos personales de los ciudadanos.

El aviso se lanzó gracias a ES-Alert, el Sistema Nacional de Alerta Pública que se exige a los países miembros de la Unión Europea atendiendo el Código Europeo de Comunicaciones Electrónicas. En España, la última ley de telecomunicaciones, en vigor desde mediados de 2022, ya contempla esta realidad.

La norma apunta en su artículo 75 que los operadores móviles "deberán transmitir las alertas públicas en caso de grandes catástrofes o emergencias inminentes o en curso a los usuarios finales afectados".

España no ha sido el primer país en probar un sistema de alertas públicas de este estilo. Desde hace años varios países del planeta se afanan en buscar el sistema idóneo. En 2018, Hawái envió a sus ciudadanos un mensaje al móvil de sus ciudadanos alertando de un ataque con misiles. "Busque refugio. Esto no es un simulacro". El mensaje que advertía del error llegó 40 minutos más tarde.

También en otros países europeos se han suscitado críticas políticas, en este caso por no haber enviado una alerta masiva como la que se lanzó desde Madrid el pasado fin de semana. En 2021, las inundaciones asolaron Alemania. Las críticas de la oposición a la entonces canciller, Angela Merkel, se centraron en la falta de prevención y alerta de los ciudadanos alemanes.

Las consecuencias de la DANA en Madrid.

En España, esta vez, las críticas se han centrado en las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología. La AEMET ha defendido el rigor con el que desempeña su labor y la propia Comunidad de Madrid pedirá la declaración de zona catastrófica en varios municipios. 

La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, también ha apostillado que con la alerta no se lesionó la privacidad de nadie. "Nadie ha usado datos personales de ningún teléfono".

La Unión Europea, no en balde, tiene una de las legislaciones más ambiciosas del mundo en el ámbito de la protección de datos. Sin embargo, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) poco tenía que decir aquí, dado que para el envío de las alarmas no se ejercía ningún tratamiento de datos personales. La alarma fue masiva e indiscriminada.

Eso no quiere decir que tanto Gobiernos como sobre todo empresas privadas no posean hoy día una ingente cantidad de la información personal que generas día a día en la red. No solo eso, gracias a todos esos datos que acumulas con tu actividad en línea o que compartes de manera genuina es posible perfilarte como usuario.

En otras palabras: si miras a tu alrededor y ves algún electrodoméstico o dispositivo tecnológico, es probable que el mero hecho de tenerlo encendido a tu lado esté generando y usando más información sobre ti que el haber recibido una alerta de emergencias por lluvias.

Desde el momento en el que de niño se te expide tu primer DNI…

La concepción de privacidad es algo moderno, y la de privacidad digital es sencillamente contemporánea. Pero eso no quiere decir que la idea de la distinción entre la esfera pública y la esfera privada no se remonte a eras más antiguas. El propio Aristóteles esbozó esa distinción en sus textos.

No hace falta remontarse hasta tan lejos para ver la pulsión que los estados tienen por acceder a la información de los ciudadanos con los que sostener sus sociedades. El debate lleva existiendo décadas y la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos especifica en su artículo 12 lo siguiente:

"Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques".

Los datos son el petróleo que empresas y Gobiernos necesitan, aunque la privacidad ya se ha convertido en un debate global: así hemos llegado hasta aquí

Para entender que el origen de estos debates no son precisamente nuevos también merece la pena recordar el efímero periódico Liberación que se editó en España entre 1984 y 1985. En la portada de su último número se advertía que "el nuevo DNI que el Ministerio de Interior quiere imponer es un instrumento ideado para el control de la población".

Hay debates que se dan por superados, pero no es una locura comprender que la información íntima de cualquier ciudadano se aliena con el contexto social desde el mismo momento en el que se registra su nacimiento, se expide su DNI, hace su declaración de la renta, paga sus impuestos, acude a un centro sanitario o demanda un empleo o un subsidio en una oficina pública.

Sin ceder parte de su intimidad a la esfera pública, los ciudadanos no serían tales, y en este marco entra el envío de algo tan básico y elemental como es el envío de avisos de emergencia.

… hasta la aparición de internet y el capitalismo de vigilancia

En su libro Privacidad es poder, la filósofa Carissa Véliz destaca que "el contraste entre el paisaje actual de la privacidad y el de la década de 1990 es muy marcado". "A finales del siglo XX tu coche no era más que un coche; no le interesaba saber qué música te gusta, no escuchaba tus conversaciones, no hacía un seguimiento de tu peso, no grababa tus idas y venidas".

"El coche estaba a tu servicio, no al revés", remacha la autora. ¿Qué ha cambiado? Véliz entiende que 3 elementos fueron cruciales para que apareciera esta era que la profesora emérita de Harvard Shoshana Zuboff definió en los 80 como "el capitalismo de vigilancia". 

"El descubrimiento de la alta rentabilidad que se podía obtener de los datos personales resultantes de nuestras vidas digitales, los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la errónea creencia de que la privacidad es un valor obsoleto", enumera.

Así, el envío de una alarma pública a todos los terminales de una zona —a través de las antenas de telefonía— no es una lesión de la privacidad per se porque no se recaba información personal ni se necesita su uso medido para ejecutar este aviso. 

Los Gobiernos no están exentos a la famosa economía del dato: el Instituto Nacional de Estadística lanzó en 2019 un estudio experimental para comprobar cómo se movían los españoles por el territorio usando las conexiones de sus móviles a las antenas de telefonía.

Aunque en este ámbito juegan un papel fundamental las grandes tecnológicas como Meta, Google, Apple, Amazon…

David Casacuberta, también filósofo, fue el fundador del capítulo español de Fronteras Electrónicas, una fundación internacional legendaria para el activismo por los derechos digitales que a día de hoy sigue en activo. En una entrevista que concedió hace unos años, el experto advertía que "la amenaza de los Gobiernos [a la red] es mucho menos problemática que la de las grandes empresas".

También reflexionó sobre el papel de la privacidad en la red. "En lo digital, las torres de lo privado y lo público están invertidas", detalló. "En el mundo físico tienes privacidad por defecto. Solo adquieres publicidad si te esfuerzas, si estás en tu casa, levantas la persiana, y te pones a gritar con un megáfono para que la gente sepa lo que piensas".

"En internet todo es público a no ser que se tomen medidas para mantener tu actividad en privado".

Algunas maneras en las que Gobiernos y empresas acceden a tus datos digitales personales

Para entender por qué tu privacidad está en mayor riesgo en tu día a día que cuando recibes un aviso de emergencias en el móvil solo necesitas mirar a tu alrededor. Es bastante probable que tu impresora que desde hace días pide que actualices su firmware no solo esté conectada a internet para descargar mejoras y nuevas funcionalidades.

También estará recabando datos e información sobre el uso que le das al dispositivo, desde cómo de a menudo imprimes documentos hasta qué tipo de tintas sueles usar, o si imprimes más a color o blanco y negro.

No tendrás un audímetro en el salón, pero es bastante probable que el fabricante del televisor inteligente que tienes también sepa de ti y de tus hábitos de consumo de entretenimiento por el mero hecho de cuándo enciendes y apagas el aparato o qué aplicaciones tienes instaladas en el mismo.

Los Gobiernos también saben de ti cuando usas una app municipal, regional o estatal sin echarle demasiada cuenta a su política de privacidad, esos extensos e intrigantes textos legales a los que nadie le presta atención. O en el mismo momento en el que entras en una página web y aceptas cookies sin pensártelo demasiado.

Otro paso de Musk para su superapp: X (Twitter) recopilará tu historial académico y profesional

Las entidades financieras son capaces de ayudarte a prever gastos y a cuadrar tus finanzas porque también auditan exhaustivamente los movimientos de tu cuenta corriente —cuando no lo hace la propia Agencia Tributaria en sus controles rutinarios—, por no hablar de lo que sucede en las redes sociales en las que sueles chatear con tus amigos y familiares.

Esos inocentes vídeos cortos que ves en plataformas como TikTok o Instagram están ayudando a un algoritmo a saber cómo eres y qué quieres ver para, de este modo, lograr retenerte más tiempo dentro del servicio. Quieren que seas más rentable.

Incluso en el momento en el que lees un artículo sobre cómo recibir una alerta de emergencias puede ser un menoscabo a la privacidad —o cuando lees un artículo en el que se explica por qué no lo es— tus datos están siendo aprovechados por terceros para perfilarte y servirte publicidad personalizada.

Si no terminas de tenerlo claro, busca una aplicación con la que rastrear las conexiones salientes de tus dispositivos. Podrás ver en tiempo real dónde, a través de qué servicios e incluso hacia qué países están enviando tus datos las apps que tengas instaladas en tu móvil o tablet.

Con esta multitud de técnicas Gobiernos y empresas pueden rastrear toda la información que generas en la red e incluso extrapolar tu comportamiento y tu perfil también fuera del mundo digital. Se trata de un fenómeno complejo y un debate intenso que va mucho más allá de que tu móvil te ayude a saber algo tan básico como que un peligro te acecha.

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