La rebelión de Wagner ha debilitado a Putin y puede que haya reducido la amenaza de una guerra nuclear

Charles R. Davis
| Traducido por: 
Vladímir Putin

Sputnik/Sergei Savostyanov/Pool via REUTERS

  • La rebelión de Wagner ha debilitado al presidente ruso Vladímir Putin, según los expertos.
  • Su pérdida de prestigio podría hacerle aún menos proclive a ordenar un ataque nuclear en Ucrania.
  • La revuelta ha demostrado que algunos militares ni siquiera cumplirían esa orden.
Análisis Faldón

Desde que su "operación militar especial" se convirtió en una cruenta guerra, el Gobierno ruso ha recordado periódicamente al mundo que es una potencia nuclear decidida a utilizar todos los medios necesarios para asegurar su existencia.

Su filosofía de fondo no ha cambiado, dicen los expertos —sobre el papel, la política rusa en materia de armas nucleares no es tan diferente de la de Estados Unidos—, pero la amenaza nuclear tenía un claro mensaje: retrocede y no ayudes a Ucrania a recuperar el territorio anexionado, o el Kremlin podría volverse un poco loco.

En 2022, estas posturas agresivas se consideraron debilidad.

Rusia no estaba necesariamente perdiendo la guerra que empezó, pero tampoco la estaba ganando. Amenazar con hacer la vida invivible en Ucrania, y posiblemente en el mundo, era una carta desesperada que jugaba un Gobierno que, cualesquiera que fuesen sus defectos, seguía estando dirigido por un interlocutor racional cuyo principal interés era reconstruir un imperio, no desencadenar el apocalipsis. Caer en esa retórica era lo que, en opinión de algunos expertos, podía hacer del mundo un lugar más aterrador, porque demostraría que esas amenazas existenciales son un sustituto eficaz de la diplomacia.

La breve rebelión protagonizada por Yevgeny Prigozhin y sus mercenarios de Wagner la semana pasada reavivó los temores sobre Rusia y las armas nucleares, planteando la perspectiva de que un par de miles de presidiarios convertidos en soldados a sueldo pudieran controlar por sí mismos el destino del mundo.

Pero la consecuencia de lo que parece haber sido un golpe de Estado abortado es que el presidente ruso Vladímir Putin ha quedado gravemente debilitado, por no decir derrocado, y la marcha prácticamente sin oposición de Wagner hacia la capital sugiere que el líder podría no disfrutar de un poder absoluto a pesar de todo.

Un miembro de los servicios de inteligencia occidentales ha afirmado que el episodio ha debilitado tanto a Putin y ha demostrado los límites de su autoridad previa, que "ha reducido la amenaza de un conflicto nuclear", según el Wall Street Journal, "ya que es menos probable que sus subordinados cumplan sus órdenes".

Hans Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Estadounidenses, explica a Business Insider que es una opinión que no había oído antes, pero que bien podría ser cierta, con la salvedad de que incluso la élite rusa parece no comprender del todo qué ocurrió con la revuelta de Wagner.

Dicho esto, "si la falta de oposición armada a la insurrección de Wagner a lo largo de 800 kilómetros se produjo porque las fuerzas armadas rusas se negaron a obedecer las órdenes de detenerlo, entonces eso podría significar hipotéticamente que también podrían rechazar las órdenes de llevar a cabo otras tareas militares, incluidas las operaciones nucleares", según Kristensen, al menos en el caso de utilizar armas nucleares en Ucrania.

Yevgeny Prigozhin, izquierda, mostrando al presidente ruso Vladímir Putin, su fábrica en las afueras de San Petersburgo, Rusia, el 20 de septiembre de 2010.

Los altos mandos estadounidenses subrayan que, aunque las ocasionales maniobras nucleares de Rusia pueden ser alarmantes, parecen ser puramente retóricas.

"No hemos visto ningún cambio en la postura nuclear de Rusia", declaró el secretario de Estado Antony Blinken a la CBS en una entrevista el 25 de junio, un comentario que se produjo no sólo tras la revuelta de Wagner, sino también tras la decisión de Rusia de situar algunas armas nucleares tácticas en Bielorrusia.

En las últimas semanas, las autoridades ucranianas han acusado a Rusia de planear el sabotaje de la central nuclear de Zaporizhzhia. En vísperas de la rebelión de Prigozhin, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, afirmó que Rusia estaba planeando un "acto terrorista" allí, y el servicio de inteligencia militar de su país afirmó que Rusia, que se hizo con el control de la central el año pasado, había elaborado un plan para volar las instalaciones, al estilo de la presa de Kajovka, afirmación que Rusia ha negado rotundamente.

Queda abierta la cuestión de si algún comandante u oficial de inteligencia ruso estaría dispuesto a cumplir alguna orden relacionada con la energía nuclear de un hombre en la cima de un régimen tambaleante, salvo un ataque literal de la OTAN contra Moscú. Y es muy posible que el propio Putin sea consciente de ello, lo que reduciría aún más la amenaza de una aniquilación impulsiva, según Pavel Podvig, experto en el arsenal nuclear ruso del Instituto de Investigación sobre el Desarme de las Naciones Unidas.

"No es que los subordinados fueran a desobedecer", explica Podvig a Business Insider. "Es que dar una orden así requiere que el presidente esté en una posición muy fuerte".

Durante más de 20 años, Putin proyectó esa imagen de fuerza, dentro y fuera de su país. Ahora, sin embargo, preside una guerra fallida que a su vez engendró una insurrección fallida, lo que ha llevado a rusos y extranjeros por igual a preguntarse si realmente tiene el control. Y eso puede haber hecho aún menos probable lo impensable.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.