El bloqueo de Twitter y Facebook revela la determinación del Kremlin de aislar a Rusia en su propio internet, y lo está consiguiendo

Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Vladimir Putin, presidente de Rusia.REUTERS/Maxim Shemetov

Los usuarios rusos no pueden acceder a grandes plataformas digitales como Twitter desde principios de marzo. Varios especialistas apuntan a que esta censura digital que habría puesto en marcha el Kremlin entre finales de febrero y principios de marzo sientan peligrosos precedentes para la pervivencia de internet como una red interconectada y global.

Ahora es la publicación especializada Wired la que ha dado algunos detalles sobre cómo Rusia podría haber efectuado este gran apagón digital en su territorio. "Los usuarios rusos de Twitter notaron algo extraño cuando intentaron acceder a Twitter el pasado 4 de marzo: no podían", arranca este artículo.

En los días previos, quien lo intentara se daba cuenta de que la conexión al servicio era inusualmente lenta. Pero la historia viene de lejos. Ya en marzo del año pasado, el Roskomnadzor, la agencia reguladora de contenidos (tanto digitales como mediáticos) anunció que ralentizaría la publicación de fotos y vídeos en Twitter.

Entonces, este organismo alegó que Twitter incumplía sistemáticamente con la legislación rusa al no eliminar contenidos que incitaban a menores al suicidio, pornografía infantil y animaban al consumo de estupefacientes. Twitter rechazó esos términos y reivindicó su "compromiso" con un "internet abierto en todo el planeta".

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Pero hubo un problema con la decisión de desconectar a Rusia de Twitter en marzo de 2021. El Kremlin, más allá de forzar a las proveedoras de internet a bloquear determinados sitios web, implementó un método que se conoce como TSPU (siglas en inglés de soluciones de contramedidas técnicas frente a amenazas).

Este TSPU analiza pormenorizadamente muchos de los paquetes de datos que viajan por la red y tienen la capacidad de bloquear aquellos que resulten en peticiones a dominios vetados por las autoridades rusas, o eso es lo que piensan los observadores internacionales. El problema es que entre esos dominios se incluyó t.co, que es el dominio de enlaces cortos de Twitter.

Resultado de ese veto, además de Twitter y sus enlaces twitter.com o t.co, también sufrieron el veto portales como el de Microsoft (microsoft.com), o Reddit (reddit.com), explica a Wired Doug Madory, trabajador de Kentik, una empresa de San Francisco especializada en monitorizar internet.

Sin embargo, este marzo de 2022 el bloqueo a Twitter y a Facebook sí ha surtido efecto y para Maria Xynou, de la ONG contra la censura en la red OONI (siglas en inglés de Observatorio Abierto de Interferencias en la Red) esta es una noticia "alarmante". "Generalmente, la censura ha estado descentralizada", apunta.

Pero un movimiento como el que el Kremlin logró el mes pasado con dos de las grandes plataformas digitales del mundo sugeriría que Rusia está abrazando un enfoque más "centralizado" de la censura en la red, lo que implica, en palabras de la propia Xynou, que sus efectos serán más devastadores. "La censura será mayor y mucho más eficiente".

"Varios países quieren conseguir lo que China ya tiene [una red aislada], pero no pueden. No tienen los técnicos para lograrlo. Pero Rusia tiene vías para conseguirlo", advierte Madory.

De esta manera, Rusia se estaría convirtiendo en el cuarto país del mundo por detrás de China, Corea del Norte y en cierto modo Irán, que tiene un control total de lo que se puede o no consumir en la red de redes. Y tiene un efecto potencialmente devastador: animar a otros regímenes a lograr lo mismo.

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Desde que estalló la guerra, no son pocos los ciudadanos rusos que se han anticipado a los movimientos de su propio gobierno. Un reciente reportaje en The Washington Post destacaba cómo varios de los ciudadanos se habían descargado servicios de redes privadas virtuales (VPN) para tratar de sortear estas censuras que ya están surtiendo efecto.

El problema de esos ciudadanos rusos que acceden a la información que cuestiona el relato oficial del Kremlin es que están encontrándose con muchas resistencias y reticencias por parte de sus amigos y familiares. La polarización en el país es total.

El rotativo estadounidense abundaba en cómo las cinco VPN más exitosas de la App Store de iPhone y de la tienda Google Play de Android se habían descargado en este país 6,4 millones de veces solo entre el 24 de febrero —cuando comienza la invasión de Ucrania— y el 13 de marzo. Las tres semanas antes de la invasión, las mismas apps se habían descargado solo 253.000 veces.

Pocas aplicaciones sortean los bloqueos del Kremlin pero una sobresale de entre ellas. Se trata de Telegram, la aplicación fundada por Pavel Durov, un ciudadano ruso que vive fuera del país y que fundó nada más y nada menos que VKontakte, el considerado Facebook ruso. 

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Rusos y ucranianos pueden acceder libremente a los canales de esta aplicación donde se organizan incluso batallones de voluntarios. Los contenidos cruzan sin mayor problema la frontera. La aplicación tiene un historial ya dilatado amparando la prevalencia de los contenidos de sus usuarios por una mera reivindicación de la libertad de expresión.

Esto provocó encontronazos entre las autoridades de la Unión Europea y la propia aplicación, a la que forzaron hace años a eliminar contenidos del Estado Islámico que usaban canales para reclutar nuevos integrantes para su causa terrorista. Pero más allá de esa cesión, Telegram no suele caracterizarse por contar con férreos sistemas de moderación.

Al albur de este conflicto sí es cierto que la Unión Europea ha conseguido de la app fundada por Durov que bloquee el acceso a cuentas de medios públicos rusos, como RT, desde cuentas creadas en Europa. Pero en realidad el contenido no se ha eliminado: solo se impide su acceso.

¿Por qué el Kremlin, por el contrario, sí tolera la existencia de Telegram pero no de Twitter o de Facebook? Un periodista de The Wall Street Journal detalla en este podcast que se trata de una cuestión de perspectiva. El régimen ruso considera que Telegram no es una aplicación "del enemigo", del "imperialismo occidental".

Pero una explicación más plausible que comparte el mismo periodista es que sencillamente Rusia no puede bloquear Telegram. El Kremlin ya lo intentó en 2018, cuando las autoridades acusaron a la aplicación de mensajería de no ser lo suficientemente cooperante a la hora de combatir contenidos terroristas.

Aunque Rusia trató de bloquear mediante las operadoras las direcciones IP que utiliza la aplicación, la compañía responsable de Telegram siempre fue lo suficientemente rápida como para pivotar a otras, sin verse comprometida en ningún momento. Como un juego del gato y del ratón que Durov, hoy muy crítico con el Kremlin, ha ganado.

La creación de una red dividida

Todas estas maniobras de Putin y Rusia no son tampoco inéditas. Ya a finales de 2019 el Kremlin aseguró haber tenido éxito en unas pruebas de su split internet (internet separada) conocida como RuNet. Y estas decisiones que se han acelerado con el conflicto en el este de Europa podrían facilitar la llegada de esa red alternativa para Rusia.

Sería, como han destacado varios expertos, el fin del sueño de internet global. Rusia formaría parte de un club en el que ya están China, Corea del Norte e Irán, donde su red de redes no está libre de peajes con el exterior. 

Hace apenas unas semanas se sugirió la posibilidad de que Rusia acelerase esa desconexión.

Pero fuentes del Kremlin aseguraron a la agencia estatal Interfax que esos planes para "apagar internet desde dentro" no eran tales. Simplemente se estarían preparando "para diversos escenarios en los que sería necesario garantizar la disponibilidad de los recursos digitales rusos", ya que sufren "continuamente" ciberataques del extranjero.

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Raquel Jorge Ricart es investigadora experta en política digital y ciberseguridad en el Real Instituto Elcano, uno de los think tank más prestigiosos y crucial para entender la posición de España en el mundo. Fue clara en conversación con Business Insider España: "Hoy internet no se rompe; pero es verdad que puede estar en un proceso de convertirse en algo de doble vía".

"No creo que Internet esté en peligro", adujo Miquel Pellicer, director de Comunicación Digital de la UOC. Pellicer trabajó en la expansión de la marca de un gran club de fútbol en China, con lo que conoce bien las redes sociales del gigante asiático: "Funcionan con su propio ecosistema, descentralizados del resto del mundo, de Occidente".

Aunque llegados a este punto, para Pellicer "el gran sueño del internet global" podría haberse esfumado. Ese modelo "ha entrado en crisis".

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