Tras recomendarlo muchos expertos, un reciente estudio encuentra que el ayuno intermitente podría arruinar tu sistema inmune

La ciencia sigue escudriñando cómo afecta al organismo despedirse del desayuno o realizar el ayuno intermitente, asociado a beneficios como el mantenimiento de la masa muscular, la quema de grasa abdominal, un menor riesgo de diabetes, la reducción de la hipertensión o la lucha contra el estrés oxidativo y la inflamación.

Aunque varios estudios asocien el ayuno y la restricción calórica están relacionados con la reducción del riesgo de enfermedades asociadas a la edad —como la hipertensión, la aterosclerosis, la obesidad y la diabetes—, una investigación llevada a cabo en animales acaba de sacar a relucir un potencial inconveniente, tal y como recoge Medical News Today. 

Un nuevo estudio en ratones destaca que estos hábitos en la dieta podrían perjudicar al sistema inmune y deteriorar tus defensas: la investigación, llevada a cabo por el Instituto de Investigación Cardiovascular de la Facultad de Medicina Icahn del Mount Sinai de Nueva York, constató en los roedores una rápida bajada de la cantidad de células inmunitarias circulantes.

El estudio, publicado en Immunity, comparó ratones que podían comer a demanda con ratones que no podían hacerlo en las horas posteriores a su actividad: en el segundo grupo, y 4 horas después, se registró un descenso del 90% en el número de monocitos en el torrente sanguíneo. 

Según explica el Instituto Nacional del Cáncer, se trata de un tipo de célula inmunitaria que se genera en la médula ósea y viaja por la sangre hasta los tejidos del cuerpo, donde se convierte en un macrófago o una célula dendrítica, los cuales rodean y destruyen los microorganismos, se "comen" el material extraño, eliminan las células muertas y estimulan las respuestas inmunitarias. 

Los monocitos son la patrulla del organismo en busca de patógenos, y que también intervienen en la inflamación y la reparación de tejidos. 

En la investigación se plasma que las células regresaron a la médula ósea en los períodos de ayuno, pero una vez que se reinició la alimentación en ratones volvieron al torrente sanguíneo, dando lugar a concentraciones inusualmente altas de estas células, lo que se ha dado en llamar monocitosis. 

"Por otro lado, la reintroducción de alimentos crea una oleada de monocitos que vuelven a inundar la sangre, lo que puede ser problemático", añade el doctor Swirski, autor principal del estudio. 

Los ratones que ayunaron fueron más vulnerables a una infección

En otro de los experimentos realizados para el estudio, pudo comprobarse la mayor susceptibilidad a las infecciones de los ratones con restricción de alimentos.

Tras un ayuno de 24 horas seguido de 4 horas de alimentación, infectaron a los ratones con una bacteria llamada Pseudomonas aeruginosa, una de las causas más comunes de neumonía en los hospitales. En comparación con el grupo control, murieron antes y en mayor número debido a una inflamación más elevada en los pulmones. 

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El ayuno también desencadena cambios en el cerebro de los ratones, desencadenando la liberación de la hormona del estrés corticosterona. Los sistemas nervioso e inmune conversan, y para prepararse para la escasez, las células inmunes retornan a la médula. 

Los responsables del nuevo dato destacan que se han comprobado numerosos beneficios del ayuno intermitente, pero que ante contraindicaciones como esta, la clave estaría en formas más mesuradas de ayuno y realimentación controlada, para así equilibrar coste y beneficio. 

También hay que destacar las limitaciones del estudio, como el largo período de ayuno —probablemente poco aplicable a una dieta humana—, o las diferencias con la fisiología humana en términos de metabolismo e inmunidad.