El abanico es uno de los objetos más populares de España, y un gran aliado cuando llega la abrasadora época de las olas de calor. No solo facilita la refrigeración: también es un vistoso complemento de moda con una larga historia detrás. Con antecedentes en el flabelo egipcio, la referencia más antigua ya aparece en la Crónica de Pedro IV de Aragón, a finales del siglo XV.

Por si no lo sabías, el abanico tiene un código: algo que explica muy bien en este vídeo viral de TikTok una mujer andaluza llamada Conchita, y que trabaja como guía local de Sevilla. Sin decir una sola palabra, este objeto tiene la capacidad de expresar muchas cosas, asentir o negar: si quieres aprender el lenguaje del abanico, no puedes dejar de verlo.

Según la posición en la que sitúes el abanico o tu forma de sujetarlo o moverlo, querrás decir una cosa u otra. ¡Nunca te acostarás sin saber algo nuevo!

Lo más importante que debes tener claro es que la parte delantera del abanico quiere decir que sí, y la parte trasera del abanico quiere decir que no.

Según la parte del cuerpo que pongas sobre el abanico, podrás querer decir una cosa u otra, girándolo para afirmar o negar. Por ejemplo, el abanico debajo de los ojos puede querer decir "quiero ver" o no "quiero ver", y el abanico debajo de la boca, "quiero hablar" o "no quiero hablar", explica Conchita en TikTok.

También puedes usarlo golpeando los hombros para indicar una hora del día y quedar; para indicar celos o incluso para señalar que odias a la persona y que no la quieres ver más: para ello, tendrás que golpearte la mano con el abanico cerrado. 

Para decir "me lo estoy pensando", deja que el abanico cuelgue boca abajo y se balancee.

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Hace siglos, los hombres llevaban abanicos más pequeños y las mujeres, otros más grandes. Sin embargo, con el paso del tiempo, su uso pasó a ser exclusivamente femenino y el complicado código o "lenguaje del abanico" se popularizó en la sociedad.

Rebuscando en otras referencias, el lenguaje del abanico va mucho más allá: abanicarse rápidamente mirándote a los ojos equivalía antaño a decir “te amo con locura”, mientras que lentamente señalaba indiferencia y que la mujer estaba casada. Apoyarlo abierto sobre el pecho es "te amo", y cubrirse la cara, "sígueme cuando me vaya". Sujetarlo con ambas manos: "mejor que me olvides".

Como divertida curiosidad, Conchita explica al principio que la forma de abanicarse también delata la edad de la portadora: las jóvenes se abanican con todo el brazo, mientras que las ancianas solamente utilizan la muñeca y la mano.