Cuando me invitaron a hacerme un test de "edad biológica" en un evento de prensa el mes pasado por la nueva compañía Tally Health, respondí que sí.

Claro, tenía curiosidad por saber cómo cuadraba la edad de mi interior con la edad de mi carnet, pero en realidad fue la promesa de café gratis, bollos y vistas panorámicas de la ciudad desde la lujosa suite del ático del Ritz-Carlton lo que me sedujo.

Desafortunadamente, desde entonces he aprendido que poseer las motivaciones de un estudiante universitario (¡comida gratis!) no significa preservar el ADN de uno.

Cuando mis resultados llegaron semanas después, descubrí que a pesar de haber nacido hace poco más de 36 años, nadar todos los días, no haber fumado y no poder entrar a un bar o incluso salir de Whole Foods sin que me pidan el carnet, mi llamada "edad biológica" se acerca a los 42.

Así es como fue la experiencia y lo que creo que los usuarios deberían saber antes de hacerse este tipo de prueba.

Tally Health analiza la metilación del ADN

Hacerse la prueba TallyAge fue como una prueba de COVID en casa, pero en lugar de frotarte las fosas nasales, te frotas la mejilla. Luego sellas la muestra, la envías y te preparas para lo mejor — o  en mi caso, para tomar mi primer café del día ya que no puedes comer ni beber en los 30 minutos previos a la prueba—.

Si bien hay muchas formas de estimar la edad biológica, Tally Health analiza la metilación del ADN o los cambios en el material genético que tienden a ocurrir con la edad. 

Aunque la empresa, dirigida por el investigador de longevidad de Harvard, David Sinclair, no es la primera en ofrecer este tipo de prueba de edad biológica directa al consumidor, asegura que su modelo patentado basado en aprendizaje automático es superior, ya que ha sido capacitado con "el mayor y más diverso conjunto de datos de ADN de usuarios" hasta la fecha.

Tally Health también ofrece tarifas mensuales que van desde 129 dólares (121 euros) a 199 dólares (187 euros) para que puedas repetir el proceso e, idealmente, detener o incluso revertir el envejecimiento haciendo los cambios de estilo de vida recomendados por la compañía —y tomando sus suplementos—, me explicó Sinclair.

Pero primero, debes conocer tu punto de partida.

Sospechaba que la mía rondaría los 36 años. Después de todo, los indicadores anteriores han sugerido que tengo una edad apropiada, incluso juvenil. 

Un análisis de sangre de 2021 no mostró señales de alarma, quedé entre el 5% de los mejores nadadores en el triatlón de Nueva York del verano pasado y maquilladores y presentadores de televisión han elogiado mi piel sin arrugas. Visítame durante las vacaciones, después de pasar unos días con mis padres, y verás que también puedo comportarme como una preadolescente caprichosa. 

Claro, me tomo unas cervezas casi todas las noches —a menos que sea enero—, estoy sentada 9 horas al día en mi trabajo de oficina y me considero una comedora "sana" porque pido mi hamburguesa envuelta en lechuga. Pero, ¿no tenemos todos virtudes y pecados? 

Parece que no: cuando hice clic para ver mi TallyAge a través de un portal en línea, me enteré de que mi "edad biológica" era casi 6 años mayor que mi edad cronológica. No sólo eso, sino que además estaba en el abismal percentil 4º —en otras palabras, el 96% de mis compañeros de 36 años tienen órganos más ágiles que los míos—. 

Mi marido y mis mejores amigos se sorprendieron e incluso se lo tomaron con humor. Yo estaba enfadada. 

¿Debería haber congelado mis óvulos? ¿Haber preferido la ignorancia a la felicidad y haberme negado a hacerme la prueba? ¿Sentir aún más vergüenza por los hábitos que he luchado por cambiar? O, como me preguntó un colega, ¿no será todo un montón de "tonterías clásicas de Silicon Valley"? 

Las recomendaciones sobre estilo de vida que supuestamente retrasarán o revertirán el envejecimiento son predecibles

Cuando llamé al director de investigación e innovación de Tally Health, Adiv Johnson, angustiada por no haber cumplido los 40, admitió que mi posición en el percentil 4 está sesgada.

Aunque el grupo de 8.000 frotis de mejilla que la empresa utilizó para construir su modelo de aprendizaje automático es diverso, señala, también está formado por el tipo de personas que tuvieron que inscribirse en la lista de espera de la empresa para ser incluidas. 

En otras palabras, geeks acaudalados del bio-hacking deseosos de presumir de su condición de Benjamin-Button, no estadounidenses medios que tienen un acceso limitado a alimentos de origen vegetal, carecen de atención sanitaria de calidad y trabajan por las noches.  

Aun así, el equipo de Tally Health me empujó a ver el conocimiento como poder. Les gusta decir que la genética determina menos del 10% de la longevidad, y que el resto depende del estilo de vida —si, por supuesto, tienes el privilegio de cambiarlo—. 

"Si no te hubieras hecho la prueba, seguirías teniendo esa edad. Conocer esa cifra no la convierte en realidad: siempre fue así", intentó consolarme Sinclair a través de Zoom entre sorbos de matcha y tragos de suplementos. "Ahora, al menos, puedes pasar a la acción". 

Pero algunas de las acciones que la plataforma Tally Health me recetó basándose en una "encuesta de estilo de vida" que rellené tras recibir mis resultados son más fáciles de decir que de hacer, y muchas de las otras eran bastante obvias. 

Por ejemplo, como califiqué mi satisfacción social y mis sentimientos de propósito como mediocres, la plataforma me dijo que debía —atiende— "aumentar el propósito vital" y mejorar mi vida social. Otras recomendaciones eran más prácticas, pero no sorprendentes: comer menos carne roja y más pescado, sentarme menos y dormir mejor, beber menos y meditar más. 

Aunque me gustó la forma en que la plataforma clasifica sus recomendaciones —por ejemplo, podría hacer algunos cambios más pequeños y manejables en mi dieta, sueño y actividad física o un cambio mayor en mi consumo de alcohol para obtener potencialmente los mismos resultados a la hora de prolongar la vida sana—, me pregunté por qué una prueba que aparentemente es tan específica para mi ADN personal me daba consejos tan, pues eso, genéricos. 

Matt Kaeberlein, director del Instituto de Investigación sobre Envejecimiento Saludable y Longevidad de la Universidad de Washington (EEUU), me explicó que esto se debe a que, al igual que otros kits de venta directa al consumidor, los test de Tally Health no están reguladas por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU), por lo que no pueden ofrecer consejos médicos.

"Esa es una de las razones por las que todos los que se han hecho estas pruebas se sienten un poco defraudados por la información que reciben, que es: 'Come más verduras, haz más ejercicio, duerme mejor'", explica. 

A algunas personas les puede motivar conocer su edad biológica, pero a mí me provocó ansiedad

Kaeberlein también me aseguró que, aunque la metilación del ADN es una forma muy apreciada de medir lo bien o mal que se está envejeciendo, no es la única, y tiene sus fallos. 

"Estas pruebas de metilación miden en realidad una pequeña parte del tipo de cambios moleculares que acompañan al envejecimiento, pero se podría construir fácilmente una prueba de edad biológica a partir de medidas funcionales como la fuerza de agarre, la velocidad a la que se puede correr o el peso que se puede levantar", afirma. 

Kaeberlein tampoco está de acuerdo con las prisas por comercializar la complicada —y, en muchos sentidos, incipiente—investigación sobre la longevidad. El trabajo de Sinclair, por ejemplo, se basa en estudios con ratas que aún no se han reproducido en humanos. 

"Me preocupa un poco que, a la larga, perjudique la reputación del campo, porque cuando prometes demasiado y no cumples lo prometido, la gente tiende a recordarlo", afirma Kaeberlein sobre las pruebas de envejecimiento biológico en general. 

Además, los kits no son baratos y, aunque para algunas personas pueden motivar un cambio positivo de comportamiento, otras adoptarán la filosofía de "a la mierda" y desarrollarán ansiedad. Quizá sea un signo de madurez que, para mí, el café gratis no mereciera la pena.