Por qué la última aventura del cofundador de WeWork no viene a solucionar nada pese al dineral invertido por uno de los grandes inversores de Silicon Valley

Paris Marx,
Marc Andreessen acaba de dar 350 millones de dólares a la nueva empresa del cofundador de WeWork, Adam Neumann, que planea hacer frente a la crisis de la vivienda.
Marc Andreessen acaba de dar 350 millones de dólares a la nueva empresa del cofundador de WeWork, Adam Neumann, que planea hacer frente a la crisis de la vivienda.

Según el inversor de riesgo Marc Andreessen, "es hora de construir"

En un ensayo muy leído publicado en 2020, Andreessen argumentaba que el sector público había fracasado a la hora de abordar crisis como la de la vivienday el COVID-19 a las que se enfrenta nuestra sociedad. Ante este fracaso, pedía a la industria tecnológica que ejerciera su influencia y ayudara a construir lo que la sociedad necesita.

"No podemos construir suficientes viviendas en nuestras ciudades con un potencial económico en auge", escribió entonces Andreessen. Para ilustrar este problema aludía a la serie de televisión de HBO Westworld, que se rodó en Singapur en lugar de una ciudad estadounidense para representar a una ciudad estadounidense futurista. El deseo de Andreessen es tener "rascacielos relucientes y entornos vitales espectaculares en todas nuestras mejores ciudades a niveles muy superiores a los actuales".

Basándose en este ensayo, cabría esperar que Andreessen defendiera a capa y espada el desarrollo de la vivienda y las formas de facilitar la construcción de esos relucientes rascacielos urbanos. Parecía estar apoyando a las organizaciones provivienda que exigen la construcción de más viviendas y que presionan para que los promotores privados tengan más libertad para construir en lugar de enfrentarse a la burocracia. Estas organizaciones entienden que el aumento de la oferta global de viviendas sería bueno para los residentes.

A pesar de estos pronunciamientos de Andreessen, The Atlantic informó el 4 de agosto de que Andreessen y su esposa se oponían rotundamente al "desarrollo multifamiliar" en el elitista barrio de Atherton (California), donde viven.

En una carta pública dirigida al alcalde y al Consejo Municipal, los Andreessen exigieron que el consejo municipal "ELIMINE INMEDIATAMENTE todos los proyectos de zonificación multifamiliares del Elemento de Vivienda que se presentará al estado en julio". Su argumento era que permitir esos desarrollos disminuiría el valor de las viviendas y la calidad de vida, al tiempo que aumentaría la contaminación acústica y el tráfico.

Tras esta revelación antidesarrollo, la respuesta de Andreessen fue entregar 350 millones de dólares (alrededor de 344 millones de euros) nada menos que al cofundador de WeWork, Adam Neumann, para una nueva empresa llamada Flow, que afirma que "perturbará" el sector residencial-inmobiliario con algunas ideas frescas del sector tecnológico. Pero, en contra de la afirmación de Andreessen de que esta inversión ayudará a aliviar la crisis de la vivienda, Flow no está haciendo nada para mejorar el acceso y la asequibilidad de la vivienda, e incluso podría empeorar el problema.

Adam Neumann BI

El regreso de Adam Neumann

Neumann no es un hombre ajeno al sector inmobiliario. Como consejero delegado de WeWork, no solo construyó una red mundial de espacios de coworking, sino que a menudo compró personalmente participaciones en las propiedades antes de arrendarlas a la empresa. Esa fue solo una de las muchas razones por las que los inversores se volvieron contra Neumann en 2019, lo que finalmente le obligó a renunciar. Las secuelas bien documentadas resultaron en la cancelación de la oferta pública inicial de la compañía y en despidos que costaron el trabajo a miles de empleados.

Después de un tiempo en su particular travesía por el desierto, Neumann ha ido reapareciendo lentamente en la escena pública mientras intenta limpiar su imagen. 

En mayo, la empresa de criptomonedas que Neumann cofundó con su esposa, Rebekah, Flowcarbon, recaudó 70 millones de dólares en una ronda de financiación dirigida por Andreessen Horowitz. La empresa prometía poner los créditos de carbono usando blockchain, pero su producto estrella quedó suspendido indefinidamente en julio. Apenas unas semanas después, Neumann recibe el mayor cheque que Andreessen Horowitz ha repartido en una ronda de financiación. La inversión valora a Flow en 1.000 millones de dólares, incluso antes de que se ponga en marcha.

En un post del blog que anuncia la inversión, Andreessen escribe lo siguiente: "Nuestra nación tiene una crisis de vivienda". No se están construyendo suficientes casas, explica, y como resultado, los alquileres están aumentando. El inversor multimillonario argumenta que el modelo actual del mercado de la vivienda está roto: o eres propietario de una vivienda y te quedas atrapado en ese lugar, o tienes la "experiencia sin alma" del alquiler, donde "no generas ningún vínculo entre persona y lugar" ni formas una comunidad.

No creo que muchos inquilinos se sientan identificados con su retrato del alquiler, pero eso no impedirá que Andreessen y Neumann traten de transformar las condiciones de vida de los inquilinos sin preguntarse realmente si han identificado correctamente el problema o si sus supuestas soluciones ayudarán en algo significativo.

¿Inquilinos que se sienten propietarios?

Según Andreessen, el objetivo de Flow es dar a los inquilinos "una sensación de seguridad, comunidad y propiedad genuina", "combinando un servicio centrado en la comunidad y la experiencia con la última tecnología" para que los inquilinos se sientan propietarios. Todo esto suena muy bien, pero el término que brilla por su ausencia es "asequibilidad", lo que lleva a preguntarse si Flow está resolviendo un problema real o inventando uno.

En la entrada del blog de Andreessen hay poca información sobre cómo funcionará Flow, pero según la escasa información disponible, parece que la mayor parte del trabajo se centrará en la creación de marcas y la gestión de propiedades. 

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En enero, The Wall Street Journal informó de que Neumann estaba reforzando su cartera inmobiliaria con la compra de participaciones mayoritarias en edificios de apartamentos, con unas 4.000 unidades valoradas en más de 1.000 millones de dólares en ciudades de Estados Unidos, como Miami, Atlanta, Nashville, Tennessee y Fort Lauderdale, Florida. Flow explotará las propiedades de Neumann y ofrecerá sus servicios a las nuevas promociones.

Las fuentes del The Wall Street Journal indicaronque Neumann buscaba sacudir el sector del alquiler residencial creando una marca reconocible con grandes servicios que atraiga a los jóvenes profesionales. 

La comparación con WeWork es obvia, pero si lo que busca es replicar el modelo de WeWork en los edificios de apartamentos residenciales, es importante preguntarse cómo resultó esa estrategia. Es cierto que WeWork expandió el coworking a cientos de miles de personas, pero eso se consiguió en gran medida perdiendo miles de millones de dólares para infravalorar artificialmente el servicio y expandirse por todo el mundo en busca de un rápido crecimiento, mientras no se contemplaba en lo que significaría tener un modelo de negocio sostenible en el tiempo.

Además, Neumann ya ha experimentado con el espacio residencial como parte de la división WeLive de WeWork. Vendió a los jóvenes profesionales un futuro de "coliving" que era poco más que albergues juveniles de lujo con algunas comodidades adicionales, aunque también era posible alquilar unidades individuales a unos 3.000 dólares (alrededor de 2.900 euros) por un apartamento de una habitación. ¿El enfoque de WeWork va a resolver realmente la crisis de la vivienda? 

Podemos ser rotundos: No lo hará.

El flujo no ofrece soluciones

El problema principal al que se enfrentan los inquilinos no es la falta de "branded living"; son los altos precios causados por la falta de oferta, la escasa protección de los inquilinos y la financiarización del sector de la vivienda. 

Hay pocas razones para creer que Flow quiera enfrentarse a estos problemas. En lugar de intentar construir más viviendas, la empresa se está haciendo con edificios de apartamentos ya existentes e intenta crear una marca premium para atraer a los trabajadores del sector tecnológico y otros trabajadores profesionales bien pagados.

Lo que Flow parece estar haciendo en realidad es poner una marca tecnológica a uno de los mayores problemas que han surgido desde la recesión de 2008: el aumento de los propietarios corporativos, en particular las empresas de capital riesgo. 

Una investigación de ProPublica publicada en febrero descubrió un aumento significativo de la concentración de la propiedad de los apartamentos, ya que los grandes fondos han comprado gran parte del mercado. Esto ha dado lugar a alquileres más altos para los inquilinos y a un servicio más deficiente, que incluye menos mantenimiento, menos recogidas de basura y menos seguridad. 

El investigador en materia de vivienda Brett Christophers descubrió que estos fondos buitre se muestran hostiles a los nuevos desarrollos porque reducirían la cantidad que podían cobrar por el alquiler, e identifiaó cómo la tecnología para la vigilancia del mercado y la gestión de la propiedad han permitido esta expansión corporativa.

Es poco probable que Flow deje que los servicios se deterioren —al menos al principio—, ya que eso es fundamental para su misión de marca, pero en algún momento, inevitablemente, tendrá que demostrar que puede obtener beneficios. 

Seguramente, Neumann no tendrá el mismo grado de libertad para perder miles de millones de dólares esta vez, y eso significará o bien alquileres más altos para ofrecer esas comodidades y los beneficios que esperan los inversores, o bien las comodidades acabarán reduciéndose una vez que haya pasado la exuberancia de los primeros días de la empresa.

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Siempre ha habido problemas al tratar la vivienda como una oportunidad de inversión y no como un lugar para vivir, pero a medida que los propietarios corporativos se convierten en el centro del sistema de vivienda, sus incentivos se oponen directamente a las necesidades de los residentes de todo el país. 

Flow dará un giro tecnológico a estos desarrollos, como hizo Neumann en WeWork, a pesar de no tener ninguna tecnología novedosa que ofrecer, pero no resolverá los problemas a los que se enfrentan la mayoría de los inquilinos.

Tomarse en serio la crisis de la vivienda exigiría abordar problemas reales, algunos de los cuales —construir más viviendas, por ejemplo— identifica el propio Andreessen en sus entradas en su blog.

También incluiría enfrentarse a la creciente influencia de las empresas en el sector de la vivienda, legislar mejores derechos para los inquilinos y ampliar la construcción de viviendas públicas para, como mínimo, alojar a quienes nunca serán rentables para las empresas privadas. Es probable que Flow no haga ninguna de esas cosas, pero eso está bien para Andreessen siempre que la empresa no intente llevar el desarrollo multifamiliar al exclusivo enclave de Atherton, en California.

Paris Marx es escritor de tecnología y presentador del podcast Tech Won't Save Us. Es autor del libro Road to Nowhere: What Silicon Valley Gets Wrong about the Future of Transportation.

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