La proliferación de herramientas invasivas y automáticas para medir el teletrabajo amenaza con acabar con la moral de los empleados, alerta un informe de la Comisión Europea

Teletrabajo y estrés.
Teletrabajo y estrés.

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  • Un informe de la Comisión Europea concluye que la proliferación de herramientas arbitrarias y automáticas de control de los empleados que teletrabajan pone en riesgo su salud mental.
  • El informe recoge de forma sistemática estudios que abordan la cuestión desde hace más de 40 años.
  • Para evitarlo, la Comisión Europea recomienda tratar los datos personales de los trabajadores con transparencia y con arreglo a las leyes.
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La explosión de herramientas automáticas orientadas a tomar todo tipo de métricas de los trabajadores que desarrollan su actividad desde casa amenaza con quemarlos.

Lo hace especialmente en aquellos casos en que buena parte del sustento de los empleados depende de lo que registren sobre su desempeño fríos y opacos algoritmos que no toman en cuenta ninguna circunstancia personal ni ajena al propio trabajo.

Esta es la principal conclusión de Electronic Monitoring and Surveillance in the Workplace (Control y vigilancia electrónica en el lugar de trabajo), un informe presentado recientemente por la investigadora Kirstie Ball en nombre de la Comisión Europea.

En él, la experta analiza de manera sistemática en un centenar de páginas casi 400 artículos publicados sobre la cuestión en los últimos 40 años

La realidad que reflejan estos estudios es, como poco, inquietante. 

Para empezar, son un testimonio de cómo las prácticas de vigilancia de los trabajadores se han ampliado en las últimas 4 décadas para abarcar hoy características cuya medida sería casi impensable en los años 80.

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Hoy, dice Ball, la vigilancia en el lugar de trabajo no solo se centra en los resultados. Esta se fija también en los pensamientos y los sentimientos de la persona, la ubicación de esta y cómo se mueve.

El puesto de trabajo estándar, especialmente tras una pandemia que ha alejado a la gente de los centros de trabajo y la ha obligado a trabajar desde casa dice el estudio, proporciona a los directivos de las empresas cada vez más información sobre más aspectos de la vida de los empleados. 

"Los límites entre el trabajo y el no trabajo de los empleados son un terreno disputado. La vigilancia de los empleados que trabajan a distancia se ha intensificado durante la pandemia, con el despliegue acelerado de la monitorización de las pulsaciones del teclado, la cámara web, el escritorio y el correo electrónico en Europa, el Reino Unido y EEUU", dice el informe. 

El trabajo en plataformas digitales se caracteriza, por tanto, por la vigilancia del trabajador de principio a fin. 

Llegado el momento de la evaluación, las datos obtenidos de esta se pueden combinar con los cientos de comentarios que proporcionan los clientes para determinar algorítmicamente qué trabajo y recompensa se debe ofrecer al trabajador. 

La imagen resulta preocupante a ojos de la experta incluso cuando la investigación se ha visto limitada. Para empezar, explica, no ha contado con mucha transparencia sobre cómo se lleva a cabo el control de los trabajadores en el seno de las empresas por parte los directivos de las mismas.

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Para continuar, tampoco abundan las investigaciones sobre, por ejemplo, cómo se ejerce el control de los trabajadores en las cada vez más abundantes plataformas y aplicaciones a distancia.

Sucede lo mismo con el teletrabajo: aunque se sabe que la vigilancia a distancia crea conflictos entre el trabajo y la familia, y que es esencial un apoyo de supervisión cualificado, la Comisión Europea denuncia cierta escasez de investigaciones que examinen estos fenómenos recientes.  

"La supervisión excesiva tiene consecuencias psicosociales negativas como el aumento de la resistencia, la disminución de la satisfacción laboral, el aumento del estrés, la disminución del compromiso organizativo y el aumento de la propensión a la rotación", afirma Ball.

El diseño y la aplicación de la supervisión, concluye, así como las prácticas, procesos y políticas de gestión que la rodean, influyen en la incidencia de estos riesgos psicosociales.

"Lo que tenemos es un trabajo fuertemente informatizado; algoritmos de vigilancia que asignan el trabajo y lo recompensan, y no hay contacto humano para mitigarlo", añade la propia Ball a la web Zdnet.

"Para algunos trabajadores de plataformas, eso está bien, porque sólo lo hacen para ganar un poco de dinero de un hobby, o como un complemento a tiempo parcial de sus ingresos. Pero para los que dependen de ello, es muy, muy difícil".

Una pregunta subyace del estudio: ¿cómo hacerlo? ¿Cómo entender lo que la gente está haciendo en sus respectivos puestos de trabajo?

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Para Ball, la tecnología no puede sustituir nunca las técnicas de gestión adecuadas: "Si eres un gerente en una organización que está tratando de implantar el teletrabajo y le han dado una herramienta que le permite saber lo que cada uno hace en su escritorio y tomar fotos de cada trabajador, podrías pensar que esto te permitirá conocer el rendimiento de cada persona. No es así".

Por contra, la gran cuestión, dice la experta, es si alguna vez será posible que las organizaciones pongan los datos de los trabajadores a su disposición y los equipen con las habilidades y el conocimiento entender estas analíticas y que ellos mismos puedan tomar decisiones sobre el desarrollo de su carrera.

"Los datos no deberían servir solo para que las empresas aprieten las tuercas a la gente. Debería haber más cultura de cuestionar realmente estos resultados e interrogarlos. No es un proceso peligroso ni dañino, y necesitamos saber que podemos desafiar esta información".

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